José Miguel Cobián | 19 agosto 2022
Tribuna
Libre.- …
y siguen haciendo lo mismo, militarizar la seguridad pública, llegar tarde a
cualquier evento dónde la ciudadanía sea puesta en peligro. Afirmar que
cualquier acto de violencia grave demuestra que se va ganando la guerra contra
el crimen. Afirmar que se llevarán a cabo acciones hasta las últimas
consecuencias (y no pasa nada). Detener
una cantidad significativa de personas anunciarlo con bombo y platillo, para
después discretamente dejarlas libres porque no se pudo probar su participación
en los hechos delictivos. Segundos
después de haber terminado la violencia dan explicaciones sobre cuáles
integrantes de que grupo generaron la violencia, nombres, datos, razones, etc.
Dejando la duda en el ciudadano, sobre ¨Si ya sabían de antemano todo eso ¿Por
qué no los detuvieron?. Y quizá lo más grave de todo, es que los ciudadanos
sabemos que esos hechos de violencia que nos escandalizaron en esta ocasión
volverán a suceder, en el mismo o en otro lugar del territorio nacional,
volveremos a escuchar las mismas explicaciones y seguiremos en una espiral de
violencia que el estado no sabe, no puede y no quiere reducir ni enfrentar,
para proporcionar seguridad a los mexicanos a lo largo y ancho del territorio
nacional.
La solución a muy largo plazo, pasa por
mejores oportunidades de preparación y posteriormente de trabajo para los
mexicanos. Pasa también por combatir la
pobreza extrema, esa que desespera a tal grado, que permite considerar poner en
riesgo la vida por unos cuantos pesos (o por muchos millones), ya que no hay
otra salida para millones de mexicanos.
La solución demanda instituciones muy
sólidas: Un estado con tres poderes que
funcionen de manera independiente, pero también de manera eficiente (eficiencia
palabra desconocido en los tres poderes de la unión y en los tres niveles de
gobierno en el país). Fortalecer a las
policías estatales y municipales, elevar diez mil veces la pésima eficiencia de
las fiscalías estatales y federal, elevar también la eficiencia y combatir la
corrupción y la impunidad tanto en fiscalías como en el poder judicial. Convertir las prisiones en centros de
readaptación social, evitar que sigan siendo cotos de poder y hasta de refugio
de bandas delictivas.
Por increíble que parezca, México camina en
sentido contrario. La educación no ha
sido prioridad para el gobierno en este sexenio, si acaso el único interés que
ha mostrado el presidente en el sector educativo ha sido para aprovechar el
poder electoral de los dos sindicatos de maestros, y hoy deja en manos de la
CNTE la secretaría de educación pública.
Sin planes ni programas que impidan que niños lleguen a tercero de
primaria sin saber leer y escribir, o a primero de secundaria, o a niveles
superiores, nada podrá funcionar en el país.
Si las oportunidades de trabajo para las
generaciones futuras se cancelan, o cuando menos se reducen, al reducir la
voluntariamente la inversión extranjera y la nacional, al no otorgar seguridad
jurídica al capital, al no producir suficiente electricidad para que se
instalen nuevas industrias, al tirar por la borda oportunidades que surgen una
sola vez, como la posibilidad de que México sustituya a China como proveedor
del principal mercado del mundo. Todo
eso hipoteca el futuro de las próximas generaciones de mexicanos.
Sin una buena preparación, los jóvenes
mexicanos están incapacitados para competir con buenos resultados a nivel
mundial, en una economía que ha empequeñecido el mundo y lo ha convertido en un
lugar al que todos podemos tener acceso vía internet. Hoy y en los próximos años la competencia
será mundial.
Jóvenes que apenas saben leer y escribir, no
podrán como hoy sucede, comprender un párrafo, o realizar una operación
aritmética sencilla. Mucho menos aspirar
a convertirse en los ingenieros o científicos que el mundo demande en los
próximos años.
México es una tragedia por donde se vea. Un estado que no cumple con sus
funciones y ciudadanos desentendidos de
todos los asuntos públicos. Es el país
de la improvisación y del ahí se va.
Mientras resulta evidente que el gobierno
mexicano no posee el control territorial de todo el país, el presidente López
Obrador en su mañanera exhibe videos de actos de delincuentes que aterrorizan a
los mexicanos, autobuses y negocios incendiados, civiles atacados con armas de
fuego, terror para miles de habitantes de cada ciudad y estado que sufre la
violencia de las bandas criminales, y el presidente SONRÍE, afirma que todo
está controlado, e incluso acusa de manera absurda a sus imaginarios enemigos
de siempre.
La desazón y desesperanza cunde, quien busca
justicia sabe que no la va a encontrar, quien busca apoyo y seguridad, sabe que
llegarán cuando ya no sean necesarios. Donde quiera se ven comentarios de este
tipo: ¨Tú bien sabes que siempre habrá
errores , pero lo que estamos viviendo en muchos sentidos y sobre todo en
relación a la inseguridad llegó a su límite......quienes hemos sufrido en la
familia de robos, asaltos y muchas cosas más , y que no hemos tenido eco al solicitar
respuesta a nuestros reclamos, creemos que no hay otro camino que cortar por lo
sano y entre más pronto mejor, si no hay respeto por la vida de muchos
inocentes, si no hay respuesta de las
autoridades , si se respetan más los derechos humanos de los delincuentes que
de los ciudadanos , no hay más que un solo camino que nos puede llevar al
orden¨
Quiero pensar que la solución propuesta es la
de votar para cambiar al partido en el poder, pero la desesperación ha llevado
a muchos mexicanos a irse a vivir a otro país, a hacerse justicia por su propia
mano, a formar parte de bandas rivales de aquéllas que dañaron a su familia o
patrimonio, a pensar que un golpe de estado sería una solución rápida para un
problema de mal gobierno, y la peor de todas, a que habrá que organizarse para
que si no es posible por las buenas, sea por las malas que resolvamos estos
problemas del país.
@jmcmexelbaldondecobian@gmail.com
https://josecobian.blogspot.com/2022/08/tres-sexenios-de-fracaso-en-seguridad.html
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