Víctor Hugo Arteaga | 30 nov. 2022
Tribuna
Libre.- Cuando
veo a los padres del Colegio Williams soportar los embates de la Jefa de
Gobierno Claudia Sheimbaum de manera estoica y tratando de explicar a sus hijos
por qué desde su oficina han arremetido contra sus avances educativos y los
someten a niveles de presión y estrés enviándoles clausuras a sus campus y
revisiones, me pongo a pensar que ojalá esta comunidad sirva de ejemplo para
acabar con sus aspiraciones presidenciales.
La guerra que Claudia Sheimbaum ha emprendido
contra mil 590 estudiantes del Colegio Williams por la muerte del pequeño
Abner, se ha llevado entre las patas a casi 6 mil personas que componen esa
comunidad.
Nadie defiende los descuidos u omisiones que,
según las autoridades, llevaron a que un pequeño de seis años de edad perdiera
la vida al llegar al Hospital Materno Infantil de Magdalena Contreras aquel 7
de noviembre.
Ese día, después de sufrir un accidente en la
alberca del Campus San Jerónimo de la institución educativa, donde por cierto y
así lo muestran los videos, según las autoridades, se le dio a Abner la
atención profesional adecuada que preservó su vida hasta que llegó una
ambulancia.
Después de analizar las declaraciones del
coordinador de asesores de la Fiscalía General de Justicia (FGJ) de la Ciudad
de México, existen muchos porqués lógicos, que las autoridades ni siquiera
quieren, ni les interesa contestar.
Nadie por ejemplo se ha preocupado por dar a
conocer públicamente los antecedentes de salud del pequeño Abner, cuyos datos
son precisos si las autoridades se acercaran al Instituto Nacional de
Cardiología.
El por qué Sheimbaum ha iniciado esta guerra
contra la Comunidad Williams, formada por 400 empleados, 1590 alumnos, 2 mil
400 padres de familia, proveedores, abuelos y tíos, nadie en su sano juicio
podría explicarlo.
A menos claro que tuviera un fin político y
no la búsqueda de la justicia, algo que le permitiera ser usado como
herramienta para lanzarse con todo este fin de año y que trate de posicionarla
en enero en sus aspiraciones presidenciales.
La misma Sheimbaum que ya está en campaña
porque se siente la próxima candidata presidencial por Morena, ha ordenado
desde su oficina violentar sin tentarse el corazón a los miles de niños y
jóvenes que no pueden concentrarse en sus estudios, mientras células de
empleados del Instituto de Verificación Administrativa (INVEA) ingresan a sus
salones de clases para ver si todo está en orden.
Con 32 años de experiencia como reportero,
jamás había visto un ataque tan desalmado contra tantos niños y jóvenes que no
quieren más que estudiar en paz y superar la pérdida de un miembro de su
comunidad.
La búsqueda de la verdad, nos guste o no,
corresponde a las autoridades de la FGECDMX.
Es esa autoridad la que deberá, esperemos,
seguir un proceso justo y con base en la ciencia, en la que por cierto, también
debería considerar el estado del corazón del pequeño Abner.
Nunca recibió el marcapasos que, me han dicho
médicos de altísima credibilidad del Instituto Nacional de Cardiología,
necesitaba sí o sí para tener una calidad de vida mucho mejor.
La Guerra que Sheimbaum le ha declarado a la
Comunidad Williams no es nada bien vista por todos esos padres, quienes son
atacados cada día desde las oficinas centrales de la Ciudad de México.
En su afán por apoyar a gente cercana suya,
en esta guerra intestina, Claudia Sheimbaum va perdiendo puntos valiosos en sus
aspiraciones, porque de golpe y porrazo, más de 6500 electores, al menos, no
creen más en ella.
Quizá para ella esas 6500 personas, al menos,
que componen la Comunidad Williams y parientes cercanos no le importen mucho a
la Jefa de Gobierno, quien está más preocupada en impartir conferencias
magistrales en Tuxpam, Veracruz, que acercarse al alumnado y ver cómo se
encuentran ellos, después de tan lamentable tragedia.
No, los chicos de primaria, de secundaria y
de prepa, no le han importado para nada a ella. No se ha acercado a preguntar
qué sienten, cómo están, qué les parece que con sus órdenes estén perdiendo sus
avances en sus conocimientos, por estar más preocupados en atenderse tras el
choque emocional que resultó de la tragedia del 7 de noviembre.
Necesita una bandera qué enarbolar para
llegar con buenos números a enero, después de la estrepitosa derrota que sufrió
el año pasado, cuando perdió la mitad de la ciudad en las elecciones, que
dividieron como el Muro de Berlín la capital del país.
La tragedia del Colegio Williams no es solo
la muerte de un pequeño, sino el alejamiento insensible que Claudia Sheimbaum
se ha empeñado en recalcar a esta comunidad y a sus demás alumnos.
Sheimbaum y su equipo cercano, utilizando a
la Autoridad Educativa de la Ciudad de México, se perfila rumbo a su
candidatura con el pie izquierdo.
Sí, hubo una lamentable pérdida en el Colegio
William. Fue una tragedia sin duda alguna, en una alberca donde nunca sucedió
nada desde que fue inaugurada en 1972. Pasaron 50 años y nunca fue cuestionado
el protocolo ahí utilizado.
La cacería se ha puesto en marcha por un
gobierno que no busca justicia, sino reflectores y tener un caramelo que darle
a sus electores y que justifique su trabajo rumbo a las elecciones del 2024.
Justicia populista y mediática pues.
Mientras tanto, esos mil 590 niños y jóvenes,
seguirán luchando con sus padres, tíos, abuelos y maestros detrás de ellos,
tratando de defender su derecho a estudiar en un lugar seguro, un lugar que se
ha convertido en su segunda casa, mientras las autoridades muy seguramente
seguirán mediatizando lo sucedido, sin pensar en ellos, los otros chicos
abandonados del Gobierno de la Ciudad de México.
Twitter@arteaganoticias
El autor de la columna es ganador del Premio
Nacional de Periodismo 2016 en la categoría Reportaje de Investigación por su
trabajo en la investigación Las Empresas Fantasma de Veracruz (Javier Duarte).
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