José Miguel Cobián | 12 dic. 2022
Tribuna
Libre.- YUGO: Instrumento
para unir a dos bueyes o mulas en una yunta, formado por una pieza alargada de
madera con dos arcos que se ajustan a la cabeza o el cuello de los animales y
que, sujeta a la lanza de un carro o el timón de un arado, permite que tiren de
ellos.
En México se confunde el término Yugo con el
de Yunta, y se utiliza la expresión ¨Lamer la Yunta¨, que en realidad debería
ser ¨Lamer el Yugo¨, cuando una persona o grupo de personas defiende algo que
lo domina, lo oprime o lo explota.
Desde que terminó la revolución mexicana, los
ciudadanos nos sentimos oprimidos por un gobierno que tomaba todas las
decisiones, que simulaba escuchar o representar a la población y que servía
para enriquecer a unos cuantos.
Los mexicanos no teníamos la oportunidad de
elegir a nuestros gobernantes, hasta 1997, cuando por fin se crea un órgano
electoral independiente y ajeno al gobierno.
Otra opresión que sufríamos los mexicanos,
era la de los burócratas privilegiados.
Empleados al servicio del estado que gozaban de salarios, prestaciones y
pensiones muy superiores al del resto de los mexicanos. Así, descubrimos que había mexicanos de
primera, de segunda y de tercera. Siendo
la mayoría de la población mexicano de tercera categoría.
Por ejemplo, un trabajador sindicalizado de
PEMEX ganaba y sigue ganando un salario muy superior al de cualquier trabajador
mexicano que no trabaje para el gobierno.
Tan preciado era un puesto en PEMEX que su sindicato comenzó a vender
las plazas, igual pasó con las plazas de maestro en la CNTE y en el SNTE, o con
las plazas de CFE, por mencionar algunas.
Mientras un trabajador común tenía que
cotizar 500 semanas para tener derecho a una pensión del IMSS, y cotizar 2,346
semanas (45 años) para tener una pensión medianamente decente. Un trabajador de CFE tenía que haber
trabajado 20 o 25 años, para retirarse y vivir con una pensión muchísimo más
elevada que la de cualquier mexicano.
Todos conocemos historias de trabajadores de
PEMEX que terminaron millonarios, o de trabajadores de CFE que viven mucho
mejor que cualquier otro trabajador mexicano.
Y eso que en principio no es malo, porque debemos aplaudir el éxito,
acaba siendo muy malo, cuando los trabajadores con pensiones raquíticas, con
salarios muy pequeños, son los que mantienen con sus impuestos a los
trabajadores privilegiados del gobierno.
Usted y yo sabemos que lo que es de todos,
acaban siendo de nadie, y muy pocos servidores públicos responsables cuidan lo
ajeno. Mire usted el estado de las
carreteras del país, y en particular las de Veracruz, que son de las peores del
mundo. Pregunte a un familiar que viva
en Estados Unidos que tan fácil es realizar un trámite en un consulado. Acuda a una oficina pública a realizar un
trámite. Observe las patrullas de la guardia nacional, de la secretaría de
seguridad pública del estado, de sus policías, y verá que nadie cuida lo que no
es suyo.
Ese fue el problema durante mucho tiempo para
las finanzas del país. El gobierno era
dueño de todo tipo de negocios, lo mismo teléfonos de México (que daba un
servicio pésimo), que de equipos de futbol, teatros, fábricas de galletas,
etc. Y todos, todos los negocios que
manejaba el gobierno de México, tenían grandes sueldos, grandes prestaciones y
enormes pérdidas. Incluso Ferrocarriles
nacionales, cuyo servicio de pasajeros era de excelencia.
El tener pérdidas en empresas estatales,
implica que nuestros impuestos irán para subsidiar esas pérdidas, en lugar de
ir a salud, medicinas, vacunas, hospitales, educación, escuelas y su
equipamiento, etc. Es decir, cada peso
que pierde una empresa de gobierno, es un peso que pierde la sociedad mexicana,
un peso que ya no se va a usar para atender las necesidades de los mexicanos.
Por lo tanto, cuando se realizaron las
grandes privatizaciones, muchos lo celebramos.
Entendimos que en México, éstas privatizaciones beneficiarían a algunos
por encima de otros, pero dejar de perder dinero ya fue una gran ganancia, y si
además mejoró el servicio, como en Telmex, pues ya salimos de gane. Hoy vemos al gobierno de México beneficiando
con contratos a sus amigos, a quiénes financiaron la campaña de Morena, a quienes
apoyaron al gobierno en turno, así que nada ha cambiado en la forma de ser y
manejar el dinero de todos.
Pero cuando menos, con las privatizaciones,
se liberaron enormes cantidades de dinero, de las cuales una buena parte se
convirtió en beneficios para todos los mexicanos. Por eso, cuando escuchamos que se gastan
miles de millones de dólares en Dos Bocas, nos preocupamos, no sólo porque nos
engañaron diciendo que costaría 8 mil millones y no fue verdad, sino porque
además del gasto de construcción, sabemos que PEMEX refinación es la fuente
histórica de pérdidas de PEMEX, y esas pérdidas las pagamos todos los
mexicanos, igual que pagamos las pérdidas de Comisión Federal de Electricidad.
Cada vez que alguien defiende el subsidiar a
una empresa paraestatal, a una empresa del gobierno, se me viene a la mente el
buey que lame el yugo. El que defiende
el gasto en subsidios y sobre precios, defiende la corrupción, la ineficiencia,
la pérdida de oportunidades para otro mexicano de obtener una medicina, o una
mejor educación. Porque ese dinero va para los mexicanos más privilegiados, en
lugar de ir para los que más lo necesitan.
El gobierno dice que primero los pobres, y
ataca supuestamente a los ricos, mientras beneficia a sus ricos, los que hacen
contratos con el gobierno, y a sus trabajadores que son ricos por ser
privilegiados, en particular los de PEMEX y de CFE, las dos grandes empresas
que más nos cuestan a cada uno de los mexicanos que somos de tercera categoría
y las mantenemos para felicidad de quienes de ellas se enriquecen, y para
alegría de los bueyes que lamen el yugo.
elbaldondecobian@gmail.com
@jmcmex
https://josecobian.blogspot.com/2022/12/lamiendo-el-yugo.html
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