José Miguel Cobián | 24 junio 2023
Tribuna
Libre.- Cuando
lo conocí me pareció un hombre bien intencionado. Un hombre que platicaba de su experiencia de
persecución política, cuando se vivía a la sombra de una gubernatura tan
agresiva como la de Miguel Ángel Yunes. Un sujeto tranquilo, en aquél entonces
insensible a la adoración que causa el ser candidato o posible ganador. Un
político no acostumbrado a hacer política y un candidato malísimo para hacer
campaña. La vida no le corría, recorría una colonia en Córdoba en lugar de
aprovechar el día. Estaba muy seguro de ganar, y sus colaboradores cercanos
también. Un grupo de no más de cinco
personas, de las cuales solo recuerdo a Dorheni, muy agradable, sencilla y
servicial, y a Zenyanzen, muy echado para adelante y muy preocupado por lograr
el triunfo de Cuitláhuac.
Nada más.
Si acaso, comentarios despectivos que escuché en otro momento por parte
de Eric Cisneros, quién me sorprendió como un Fouché en la secretaría de
gobierno, ejerciendo el poder de una manera que ni el más atrevido priísta hubiera
soñado. Y sin mayor experiencia que
haber participado como edil (creo) en un ayuntamiento pequeñísimo en Baja
California o la Sur.
Todavía recuerdo una reunión con quién hoy es
el más poderoso de los diputados locales, a quién le solicité encarecidamente
que no permitiera que subiera a la tribuna algún diputado de esos electos por
tómbola que no supiera ni leer ni escribir.
Algo que después comprobé no prestó atención, y tuvo razón, hagan lo que
hagan o digan lo que digan, los diputados locales de morena son queridos por
sus simpatizantes.
Recuerdo también haber acudido a una reunión
con una diputada local, que me pedía un consejo, ya que me decía que toda su
bancada admiraba la técnica legislativa de los panistas, y se avergonzaba de la
falta de calidad de las sesiones, que ganaba morena gracias a la fuerza bruta
de los votos de una mayoría aplastante.
Poco a poco vi cómo se transformaban
personajes que consideré en un principio humanos y sensibles debido al
poder. Y también pude ver que algunos
seguían igual que en campaña, pero lamentablemente, los menos.
Cabe aclarar que yo estaba apoyando a los
Pepes, a Meade y a Yunes, pero eso no impedía conocer cómo funcionaban otras
fuerzas políticas. Hasta que comprendí que el PRI se había aliado con morena
para sacar a Miguel Ángel (que no al PAN) del poder en Veracruz. Miguel Ángel con su estilo agresivo y
prepotente, se olvidó de muchas promesas de campaña e incrementó el número de
sus enemigos, sobre todo entre los más poderosos. El día de la elección comprobé como
operadores que normalmente compraban votos para el PRI ahora lo hacían para
Morena. Lo mismo sucedió con personas acostumbradas a liderar grupos y
llevarlos a votar, el tradicional voto priísta se volcó a favor de Morena, lo
cual se reflejó en la bajísima e inmerecida votación que tuvo Pepe.
Durante sus primeros años, vi a un gobernador
de Morena sin acciones reales en beneficio de los veracruzanos, sin un plan o
proyecto para desarrollar la economía del estado, más allá de los programas
sociales del gobierno federal. Pero
poco a poco, observé como la sombra de autoritarismo aumentaba vía la
secretaría de gobierno. Ví algunas
travesuras que le hizo Eric al gober, y comencé a ver una nueva camada de ricos
originada desde el poder estatal. Nada
de que espantarse, eso pasa con cada mexicano que llega a un puesto de poder.
Ya estamos acostumbrados.
Pensé que la gobernabilidad del estado podía
estar en riesgo, pero no, Eric dentro de su perversidad política supo jalar
algunos hilos y soltar otros. Los
acuerdos confesables e inconfesables comenzaron a dar resultados. Pero quizá el elemento más importante de la
suerte del gobernador, son los veracruzanos.
Bueno, lo primero fue la amistad de AMLO con
su padre, lo que permitió que fuera primero diputado, que por su fidelidad pudo
aspirar a ser candidato a gobernador por segunda vez, y a lograr lo increíble,
ganarle a toda la operación política a un maestro de la política y de las
marrullerías como es Miguel Ángel.
De ahí, lo mejor fue que gobierna
veracruzanos. A nivel municipios y
estado, vemos a prácticamente todos los organismos empresariales, sumisos y
sometidos a gobierno del estado. Hay
algunos periodistas críticos, pero la inmensa mayoría están comprados por los
departamentos de comunicación social de los ayuntamientos, de congreso del
estado y del gobierno del estado. Las
protestas son mínimas y casi siempre vienen organizadas desde adentro.
Que si no se usó el dinero para los
veracruzanos y se declara sub ejercicio de decenas de miles de millones de
pesos, nada pasa, aunque sospechamos que es una cuota que solicita AMLO para su
partida secreta y discrecional. Que
no hay apoyos a pescadores, o que los ganaderos del norte del estado padecen
sequía, o los agricultores del sur tienen problemas de financiamiento, pues
tampoco pasa nada.
Lo más grave que se puede ver de vez en
cuando, es una declaración de algún político importante, que por cierto, el 90%
de las veces pasa desapercibida. O
grupos políticos que durante meses y meses hablan y chismean los chats, allí
donde se quejan y a veces, hasta exageran en cuanto a sus opiniones o
comentarios ofensivos hacia el gobierno o los simpatizantes de morena, pero
nada más. El Veracruzano es amloista,
en el sentido de que habla y habla y habla,
y a veces hasta se contradice, pero al final, no actúa. No pasa nada, y Morena sigue firme en el
gobierno, y rumbo al 24.
Últimamente uno o dos o tres (Héctor, Pepe y
Julen), se sueltan un poquito señalando los errores de la administración, pero
cargan con el fardo del PRI y del PAN, ese fardo que las dirigencias de ambos
partidos no han querido quitarse durante más de cuatro años. El fardo del descrédito, de los agravios a la
población (reales o imaginarios pero muy creídos).
Con los resultados del gobierno de
Cuitláhuac, es una suerte gobernar veracruzanos, y él, el gobernador de
Veracruz es un hombre con suerte.
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