* A la juez Angélica Sánchez hasta le sembraron droga * Y al final la tuvieron que soltar * Todo porque acató un amparo federal * Las mafias políticas ignoran a la sociedad * Rodó la cabeza a Samuel Ordaz * Nahle le volvió a hacer la chamba a Amado * Delegado del PRI, matraquero de Fernando Kuri * CMAS Coatza, un fraude
Mussio Cárdenas Arellano| 09 junio 2023
Tribuna Libre.- Cinco horas
incomunicada, torturada, obligada a tomar un arma y lanzar disparos, con droga
que le fue sembrada y confinada en una prisión. La jueza Angélica Sánchez ya
sintió que el régimen de terror del gobernador es real.
Sintió la alevosía de la Policía Estatal.
Sintió el abuso demencial de Cuitláhuac
García, gobernador de Veracruz.
Sintió la mano superlativamente criminal del
secretario de Gobierno, Eric Cisneros.
Sintió la insidia perversa de Verónica
Hernández Giadáns, la fiscal espuria.
Sintió la sangre infame que corre por las
venas de la presidenta del Poder Judicial, Lisbeth Aurelia Jiménez Aguirre.
Su pecado fue acatar un amparo concedido por
un juez federal a un procesado, Itiel “N”, alias “Compa Playa”, acusado con
pruebas falsas, con inconsistencias brutales, del crimen del ex diputado local,
Juan Carlos Molina, ex líder del sector campesino del PRI en Veracruz.
El lunes 5, citada a comparecer ante la
presidenta del Tribunal Superior de Justicia, Lisbeth Aurelia Jiménez, la jueza
Angélica Sánchez fue aprehendida e incomunicada.
Fue una celada. Le llamaron la noche del
domingo 4 para ser increpada a la mañana siguiente por haber acatado el amparo
que concede libertad a Itiel “N”.
El supuesto “Compa Playa” se hallaba
confinado en una prisión de Ramos Arizpe, Coahuila. El sábado 3 de mayo, luego
que surtiera efecto el amparo, fue puesto brevemente en libertad. Pero lo
reaprehendieron el domingo 4 y se le trasladó a Veracruz.
A la mañana siguiente, el lunes 5, los
familiares de la jueza Angélica Sánchez Hernández perdieron contacto con ella.
Temieron un secuestro. Lo difundieron y la noticia detonó.
Una llamada telefónica los alertó que se
trataba de una aprehensión por parte de elementos de la Secretaría de Seguridad
Pública de Veracruz. Sin embargo, al acudir a los separos policíacos, les fue
negado que la jueza Angélica Sánchez se hallara ahí.
Quien les informó que se trataba de una
aprehensión, refirió que fue intervenida por elementos de Seguridad Pública de
Veracruz en una tienda de conveniencia, cerca de Arco Sur, en Xalapa.
Por espacio de cinco horas, la búsqueda fue
infructuosa. Acudían a la Fiscalía y les negaban que estuviera ahí. Se
presentaron al Cuartel San José y la respuesta fue igual.
Así hasta que se oficializó la aprehensión.
El gobernador Cuitláhuac García, con más gestos y contoneos que con palabras y
argumentos, no sabía qué decir.
Sólo atinaba a apuntar que se le detuvo “ante
la sospecha de una comisión de delito que lo decidirá un juez”.
Se le cuestionó sobre qué delito,
concretamente sobre un delito tipificado en el Código Penal, y Cuitláhuac
agudizó el cantinfleo.
“Sí es importante, muy importante descubrir
estas redes de complicidades que se llegan a dar por presuntos actos de
corrupción”, agregó el gobernador.
Todo era “presunto” y “sospechas”, pero a la
jueza Angélica Sánchez la tenía tras las rejas.
El enredo creció, horas después, cuando la
Fiscalía de Veracruz lanzó la mayor y más descabellada versión contra un
integrante del Poder Judicial. Le imputó que la jueza Angélica Sánchez
Hernández había disparado un arma de fuego contra los elementos policíacos que
la aprehendieron y que le se le detuvo en posesión de droga. Obvio, era un
montaje.
Esa tarde las redes sociales reventaron al
gobernador. Se le acusaba de fabricar delitos, ensañándose con la jueza
adscrita a Cosamaloapan cuyo pecado fue acatar el amparo concedido por un juez
federal que otorgaba la libertad al “Compa Playa”.
Entre las inconsistencias de la acusación
contra Itiel “N”, el juez federal halló que una veintena de testigos confirmaron
que a la hora en que ocurrió el crimen del diputado Juan Carlos Molina, “Compa
Playa” se hallaba en Querétaro, no en Medellín, Veracruz. El caso era
insostenible.
Pero el pecado de la jueza Angélica Sánchez
fue negarse a retenerlo bajo proceso legal, usando triquiñuelas y subterfugios
legales.
Aquella noche, noticiarios televisivos, la
radio, espacios en redes sociales, plataformas noticiosas, todos exhibieron al
gobernador Cuitláhuac García. Y el gobernador se quebró.
El martes 6, amigos de la jueza Angélica
Sánchez revelaron un mensaje que les hizo llegar antes de acudir a la cita que
tenía programada con la presidenta del Poder Judicial de Veracruz, Lisbeth
Aurelia Jiménez Aguirre.
“Querido grupo, el sábado tuve una audiencia
muy delicada en la que liberé a una persona por falta de datos de prueba y
porque en esa carpeta de investigación hay demasiadas truculencias.
“Hoy estoy citada en el Tribunal Superior de
Justicia y considero necesario acudir amparada. La resolución que dicté fue en
cumplimiento de un amparo que evidentemente observó todos esos defectos en la
investigación.
“Mi pecado, no haber comunicado a la
presidenta del Tribunal Superior de Justicia mi decisión, la cual se puso
furiosa cuando supo de mi decisión, porque la persona liberada alguna vez en
audiencia pidió que yo me excusara de conocer su asunto porque yo había sido
nombrada por Eric Cisneros, a lo cual me negué porque yo tengo una carrera
judicial intachable de 25 años que me avala, pero me hizo pensar que el hombre
es su enemigo y como desgraciadamente nuestra presidenta responde a los
intereses de ese señor pues ahora me querrán causar daño.
“Les pido su apoyo y solidaridad. Yo le dije
a la presidenta que no podía dictar una vinculación ante tales deficiencias y
por supuesto que tampoco iba yo a inventar datos como lo hizo la Fiscalía”.
Tocó un punto crucial. Señaló que la
presidenta del Poder Judicial es súbdita del secretario de Gobierno, Eric
Cisneros. A él obedece. A él se somete.
“Como desgraciadamente —dijo— nuestra presidenta
responde a los intereses de ese señor pues ahora me querrán causar daño”.
Un día después, el miércoles 7, la misma
Fiscalía que acusó a la jueza Angélica Sánchez de haber disparado contra
elementos de la Policía Estatal y a la que le imputó haberle hallado droga en
su poder, la dejó en libertad por carecer de evidencia que la inculpara. Eso
sí, “con las reservas de ley” y advirtiendo que la investigación continúa.
Tácitamente una amenaza.
Al dejar la prisión, Angélica Sánchez dijo
fue contundente: “Me torturaron”.
Fueron 48 horas cruciales. Ahí supo que el
régimen de terror de Cuitláhuac no es mito, es real.
Es la obradorización de la justicia. O la
justicia mancillada, convertida instrumento de represión, terror y miedo.
Morena, Cuitláhuac, Cisneros, Giadáns,
Aurelia, todos destruyendo el estado de derecho.
Cuitláhuac y su furia contra jueces que
acatan amparos porque se ciñen a la ley.
Cisneros, un sicario político de evidentes
limitaciones morales pero, sobre todo, mentales, que hizo del Poder Judicial el
instrumento de sus vendettas.
Verónica Hernández Giadáns, atestando las
cárceles veracruzanas de inocentes.
Lisbeth Aurelia Jiménez, la conserje del gang
(de gángsters) que teje las trampas para que los jueces sean levantados por la
policía, incomunicados por cinco horas, obligados a disparar un arma para que
den positivo a la prueba de rodizonato, que les sea sembrada droga y que se les
bañe de lodo. Y ante el escándalo, los tienen que soltar.
Los
miserables no tienen por qué sembrar el terror en Veracruz.
Y los
veracruzanos no tienen por qué dejar que sea así.
Archivo
muerto
Las mafias políticas caminan rumbo a la
sucesión presidencial. Ya sea que renuncie Marcelo Ebrard y le sigan Monreal
—“prefiero ser nada”— y Adán Augusto y Claudia Sheinbaum, o el Güero Velasco
del Partido Verde, o los panistas Creel, Lilly Téllez o Ricardo Anaya y los
priistas De la Madrid, Ruiz Massieu y Alito, las mafias políticas sólo quieren
el poder. Nadie representa a la sociedad. Y no les importa la sociedad. El
juego de las élites políticas inicia con el show de las renuncias. Y vendrán
las pasarelas. Y fabricarán todo tipo de encuestas. Y será un espectáculo
cargado de vileza y de engaño. Y al final, en Morena, será candidato quien
decida Andrés Manuel López Obrador. En la oposición será igual. No deciden los
militantes, ni se abren los procesos internos a la sociedad. El inservible PRI
está en manos del delincuentazo Alejandro Moreno, mientras desde las sombras
operan, negocian, regatean, se desairan, se reconcilian los Beltrones, los
Gamboa Patrón, los Osorio Chong, lo que queda del Grupo Atlacomulco, los que
aún tienen algo de operatividad, porque de haber detentado el poder por 70
años, transando con el PAN, regresado a la Presidencia con Peña Nieto, no les
queda, tácitamente, nada. El 4 por ciento de la población nacional que
gobiernan es literalmente una miseria. Y el PAN, atrapado por sus propias
mafias, que si Ricardo Anaya y Marko Cortés, que si los Yunkes, que si los
doctrinarios, que si el priismo que ya no cupo en el PRI y le hace fuchi a
Morena y al PRD. Pero nadie, ni los obradoristas ni la oposición, concibe un
candidato surgido de la sociedad, donde están los votos. Sólo Manolo Jiménez,
gobernador electo de Coahuila, ha expresado cómo se puede ganar: un frente
ciudadano que le dé espacio a los integrantes de la sociedad. Pero las élites
políticas quieren lo contrario: usar a la sociedad… Samuel Ordaz, el villanuelo
de Amado, también se fue. Lo echa a patadas Rocío Nahle, harta de quejas y trastadas,
de las ínfulas de un ambicioso vulgar, del jefe de una minipandilla que sembró
de rufiancillos el ayuntamiento de Coatzacoalcos hasta imaginarse superior los
ediles que orbitan en torno a la secretaria de Energía. Metió las manos en
Desarrollo Urbano, en Comunicación Social, traía de secretaria a la titular del
Instituto Municipal de la Juventud. Samuel Ordaz Ortega llegó a desdeñar las
instrucciones del alcalde Amado Cruz Malpica y a ignorar a los enviados del
presidente municipal, no dignándose a recibirlos en su aposento desde donde se
sentía vicealcalde de Coatzacoalcos. Hasta que tensó la cuerda, hasta que urdió
un golpe que descalabró a Amado Cruz Malpica y filtró información con la que
ridiculizó a Rocío Nahle. Horas después, recibió la sentencia: o renuncias o te
largas. Y presentó su renuncia al cabildo de Coatzacoalcos donde, literalmente,
gozaron dándole trámite y consumando la destitución. Quedan para el anecdotario
la vez que un encapuchado narco irrumpió en la presidencia municipal exigiendo
que Samuel devolviera lo que habían pagado por el espectáculo de rodeo que no
se pudo llevar a cabo por los hechos de violencia en el estado H. Santos,
negocio de otro bribón llamado Lizandro Pérez, que desde la Dirección de
Desarrollo Urbano hace de las suyas sin que nadie, ni el alcalde, le ponga
freno; o el caos en el área de Comunicación donde se dio el lujo de crear una
oficina alterna en las barbas de Amado Cruz Malpica, provocando un auténtico
desastre informativo sólo por el hecho de tener un pull de medios y
mercachifles del periodismo a su lado, pero que de nada le sirve al presidente
municipal. Desde ahí se llegaron a dispersar versiones de un supuesto amorío
del edil y hasta un hecho gravísimo que atañe al crimen de un indigente,
silenciado por intentar divulgar información explosiva. Samuel Ordaz se fue.
Falta que se le investigue por usurpar funciones, por abusar de su autoridad,
por el cobro de piso a los emprendedores del parque Independencia y por el
fuego amigo del que no se salvó ni Amado Cruz Malpica. Lo releva Ricardo
Ordóñez Malpica, primo y suplente del presidente municipal, que ya pasó por la
Dirección del Deporte y que ahora sabrá si sigue los pasos de Samuel o da un
golpe de timón. De entrada, algo tendrá que hacer con la pandilla de malandros
que le heredó su antecesor… Al delegado del PRI nacional, Pedro Gutiérrez, sólo
le faltó agarrar la matraca y destapar a Fernando Kuri. Fue al puerto de
Veracruz y celebró el pronunciamiento de una facción del priismo a favor del ex
alcalde de Oluta, personaje muy, pero muy duartista. Pedro Gutiérrez se veía
cómodo, más cuando sus correligionarios se le fueron a la yugular a Carolina
Gudiño Corro, ex presidenta municipal del puerto jarocho y, sin duda, la figura
femenina más relevante políticamente en los días en que gobernó Fidel Herrera
Beltrán. Al delegado del PRI nacional se la cantaron de frente. O los toman en
cuenta o habrá brazos caídos y vacíos a la hora de buscar el voto, en 2024. Y
Pedro Gutiérrez no tuvo palabras para atajarlos, para fijarles límites, para
enfriarles el calor. Prefirió sonreír, celebrar y tácitamente secundar la
ambición de Fernando Kuri para seguir medrando en el PRI estatal, como lo viene
haciendo al amparo del líder saliente, Marlon Ramírez Marín… CMAS Coatzacoalcos es un fraude. Mes a mes
cobra por un servicio que no brinda o brinda a medias. Mes a mes los recibos de
agua presentan la misma cantidad a cobrar. Es una cuota fija. Los medidores son
sólo un adorno. Pero en meses, en el centro de Coatzacoalcos, no hay suministro
de agua. El fraude es descarado. CMAS Coatzacoalcos cobra por un servicio que
no proporciona. Se beneficia de un engaño. Es el fraude de Hildeliza Díaz
Calafell, directora de CMAS, funcionaria de medianos alcances que en año y
medio ha demostrado una absoluta incapacidad. El punto de conflicto se halla a
media cuadra de la residencia del alcalde Amado Cruz Malpica. Las obras de
rehabilitación de la red de agua potable, a cargo del ayuntamiento de
Coatzacoalcos, mantienen prácticamente sin suministro a centenares de familias
desde hace nueve meses. CMAS, cuando puede y cuando quiere, envía pipas de agua
a unos cuantos domicilios. La irritación social es cada vez mayor. Y estalla
cuando son entregados los recibos de CMAS. O sea, CMAS Coatzacoalcos cobra por
un suministro de agua inexistente. Y peor cuando CMAS anuncia que ahora por
obras de reparación en el ducto que conduce el agua desde la presa Yuribia,
suspenderá el servicio del 9 al 13 de junio. Es un fraude institucional…
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