José Miguel Cobián | 27 noviembre 2023
Tribuna
Libre.- En México muchos
estamos asombrados por el triunfo de Milei en Argentina. ¿Cómo puede un pueblo
medianamente ilustrado escoger a un loco como dirigente por cuatro años? ¿Qué tan locos están los electores? ¿Qué tan
desesperados? ¿Qué tan loco estaba el peronismo para elegir como candidato a la
presidencia, al responsable del manejo de la economía, en medio de una crisis
económica? ¿Qué tan locos están los políticos mexicanos que aplaudieron el
triunfo de Milei, ligando sin desearlo, sus criterios de políticas públicas a
los del argentino? ¿Qué tan loco debe de estar un seguidor de Morena al
criticar a un político que tiene muchas similitudes con López Obrador? ¿Qué tan
loco debe de estar un político de oposición en México, para aplaudir el triunfo
en Argentina de un político que propone mucho de lo que ya ha realizado López
Obrador en México?
Erasmo de Rotterdam publicó al término de la
edad media una obra que terminaría siendo la más conocida: ¨Elogio de la
locura¨. En ella, invita a pensar y
ser diferente buscando el bien común, el bien de todos. En su época, el poder más importante era el
de la iglesia, y por ello, dirige las críticas a toda la jerarquía eclesiástica
que predica una cosa y en los hechos actúa en sentido contrario a sus
enseñanzas.
Lo mismo aplicaría en nuestros tiempos al
poder actual, que es el poder político. No sólo para Argentina sino para medio
mundo y en particular para México, país que tiene una inmensa mayoría de
políticos que predican el bien de todos, el bien común, mientras que en los
hechos, sus actos demuestran que el único bienestar que les motiva y preocupa
es el bienestar propio.
Sólo, que como en Argentina, en México
tenemos también a nuestros locos. Los
locos que durante sexenios y sexenios siguieron haciendo lo mismo, olvidando a
una gran mayoría de mexicanos que sólo veían el bienestar en los demás y jamás
les tocó a ellos. Los locos que hoy
desde el gobierno siguen medrando con el presupuesto público, generando un
enorme sufrimiento en la población y más de un millón de muertos, los muertos
de López Obrador, pero con la ventaja de que han decidido comprar a muchos otros
locos, esos locos que tienen credencial para votar y que, a cambio de una
migaja mensual o bimestral, están dispuestos a que México continúe en el camino
de locura que inició en diciembre de 2018. Esos locos que hartos y desesperados
por la falta de atención de los anteriores, se niegan a aspirar a un país
desarrollado, en el cual nadie requiera de apoyos del gobierno, y que venden su
futuro y el de sus hijos, a cambio de morralla.
Esos locos, que no creen que haya un mexicano que llegue al poder y les
ofrezca algo más allá que la incongruencia de hablar por el bien de todos, y
ocuparse únicamente por su bien personal.
Del otro lado también tenemos a nuestros
locos. Esos locos que tuvieron cinco años para reinventarse, esos locos que,
disfrazados de oposición, se dedicaron a esperar la siguiente elección
intermedia, y la siguiente elección ¨grande¨, sin cambiar un solo ápice, sin
preocuparse por aprender de su derrota. Sin aceptar que fueron ellos, los que
pavimentaron el camino que trajo a la caterva de ladrones actuales al poder,
gracias a que ellos también eran una caterva de ladrones.
Esos locos de la oposición, que están más
preocupados por el reparto de puestos, de candidaturas, de prebendas. Esos a
quiénes hoy no les importa México.
Locos, por cierto, como tantos mexicanos que ayer gritaban ¨fuera AMLO¨,
y que hoy le hacen el trabajo sucio a AMLO, debilitando escudados en falsos
prejuicios o falsa dignidad, a lo poco que puede en realidad realizar el
intento de sacar a AMLO. Esos locos
ciudadanos, que insisten en no votar por los candidatos que determine la
oposición, a quiénes no les gusta el pedigrí, el pasado, el apellido, la cara,
la nariz, o lo que gusten. Esos que van
a repetir el error del estado de México y no van a salir a votar, perpetuando
en el poder aquello que más repudian.
Erasmo hablando a través de la locura,
insistía en que hay que pensar diferente, con libertad de criterio, para lograr
resultados diferentes. Hacer lo que
siempre se ha hecho, y esperar resultados diferentes es un absurdo en el cual,
muchos locos mexicanos caen una y otra vez. Nos invita a romper con prejuicios,
con rencores, con odios pasados, para lograr un mundo diferente en el
futuro. ¿Quién romperá con esos odios?
¿Quién romperá con esos prejuicios? ¿Quién se negará a vender su lealtad por
unos cuantos pesos? ¿Quién entiende el hambre y la necesidad de millones de
mexicanos en la más absoluta orfandad?
¿Quién comprende que el que nada tiene, se aferra a aquello que le
brinde un poco de seguridad, aunque con ello venda su futuro?
Erasmo escribió al final de una edad oscura.
¿Será que México esté también al final de una edad oscura? ¿Será que en 50 años
quiénes analicen este momento, lo vean como el doloroso momento previo a la
alegría del parto?
Elbaldondecobian@gmail.com
@jmcmex
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