José Miguel Cobián | 27 agosto 2024
Tribuna
Libre.- Durante
sus 18 años de campaña, el hoy presidente de la república, se dedicó a
magnificar los errores reales o imaginarios de los partidos en el poder, PRI y
PAN, de tal manera que fue un opositor ejemplar, al grado de convertirse en la
voz de muchos mexicanos descontentos, incluso ese descontento fue exacerbado
precisamente por las propias acciones de López Obrador y sus críticas a los
gobiernos en turno.
Durante sus seis años de gobierno, el
presidente López Obrador, continuó con su esfuerzo de comunicación cotidiano
con la población. No sólo conservó a los votantes que lo apoyaron en 2018, sino
que incrementó su número, a tal grado que su sucesora, es la persona más votada
para el cargo de presidente de la república, en la historia del país.
Todos sabemos que los políticos y los
gobiernos no le dicen toda la verdad al pueblo, por todo tipo de razones, desde
mantenerlos tranquilos, dar esperanza, manipularlo, o cualquier razón justa o
perversa. Así trabajan todos los
gobiernos del mundo desde hace unos seis mil años cuando menos.
Cada gobierno trata de establecer una
realidad alternativa, lo que ahora se conoce como ¨narrativa¨. Y en eso fueron
muy efectivas las mañaneras, por las razones que ud quiera. Pero también fueron efectivas porque la
oposición decidió no actuar como tal.
Jamás vimos durante el gobierno del presidente López Obrador a un
opositor señalando lo que podrían haber sido errores de su gobierno, desde la
oposición política.
No vimos al PRI o al PAN, dedicar
conferencias de prensa para contrarrestar la narrativa del gobierno en
turno. Vimos unas cuantas, y de unos
cuantos actores políticos, pero se entendía que había un interés electoral, más
que una intención de informar y desmentir esa ¨narrativa¨ que surgía de las
mañaneras.
Vimos como se colonizó cada organismo
autónomo, con el silencio de la oposición. Incluso la colonización del
Instituto Nacional Electoral, ese que la marea rosa salió a defender. Y también vimos la falta de magistrados en el
Tribunal Federal Electoral, sin que a nadie le ocupara o preocupara.
Vimos, porque si algo hay que reconocerle al
presidente López Obrador, fue su transparencia de intenciones en el ejercicio
de gobierno, todos y cada uno de los pasos que nos han traído a la situación
actual de sobre representación y riesgo de modificación de todas y cada una de
las leyes que el presidente prometió modificar, previo a las elecciones. Y la oposición siguió callada.
Hoy, que Morena tiene todas las canicas en su
bolsa. Hoy cuando el partido oficial tiene todas las ventajas, que lo vimos ir
obteniendo a lo largo de los seis años de este gobierno, la oposición quiere
culpar al partido en el poder, de apropiarse de la república. Y quizá no le falte razón a la oposición
representada por Alito y por Marko.
Ahora sí, han sido muy hábiles en culpar a morena de los acontecimientos
por venir en la vida pública de México.
Peeeero, resulta que Alito y Marko vieron a
morena dar cada paso. Observaron claramente todos y cada uno de los movimientos
y las jugadas realizadas por López Obrador, sin mover un dedo ni actuar en
consecuencia.
Hoy ante los ojos de muchos mexicanos que no
simpatizan con el régimen que va a implantar el presidente en septiembre
próximo, la salvación está en el PAN, porque el PRI está tan desprestigiado,
que no se duda que se convierta en otra rémora como lo son los partidos
chiquitos, vendiendo sus votos al mejor postor.
Sin embargo, esos mexicanos opositores al
régimen olvidan el punto más importante: ¨Hemos llegado hasta aquí, con la
venia, ciencia y paciencia de el PRI y del PAN¨. Eso es innegable. Si vamos a buscar a los primeros responsables
de la debacle democrática que va a sufrir el
país, los partidos políticos de oposición son los primeros responsables.
Sabíamos del plan C del presidente López
Obrador desde febrero de este año. ¿Qué hicieron los partidos de oposición, los
amados PRI y PAN, para evitarlo? La
respuesta clara y concisa con mayúsculas es NADA.
Las dirigencias nacional y estatales, jugaron
a lo que siempre han jugado. A repartir
pluris con los aliados y amigos más cercanos, a quedarse con las prerrogativas
y no apoyar a sus candidatos. A buscar idealistas que pagaran sus campañas y
representaran sus siglas, sin el mínimo apoyo de sus dirigencias. Y lo que es peor, el día de la elección, ni
siquiera tuvieron suficientes representantes de casillas, como para defender el
voto de todas las urnas.
Para los dirigentes de los partidos de
oposiciones, todo fue ¨business as usuall´´.
Hacer los negocios de siempre, como siempre. Pero no sólo eso, desde el inicio de la
transición democrática de México, 1994 o 1997 según criterios, ni el PRI, ni el
PAN, se interesaron en convencer a la población de las bondades de sus
gobiernos, de sus políticas de seguridad, de salud, de seguridad, económicas,
etc. El éxito de AMLO y de Morena como
partido político, proviene de las malas gestiones de los gobiernos emanados del
PRI y del PAN. Y el éxito de Claudia,
proviene además, de la falta de capacidad y la falta de intención de los
partidos de oposición de conectar con los ciudadanos mexicanos.
39% de los electores no salieron a votar. 17
% votaron por Xóchitl, 6% votó por MC y 36% de los electores votaron por
Claudia. Queda claro que los partidos de oposición no hicieron su trabajo, pero
ahora son los grandes beneficiarios, porque todo mundo se ha olvidado de la
responsabilidad del PRI y el PAN en lo que hoy y lo que los próximos años
vivirá México.
Esa es la razón y motivo del título de este
artículo. Al fin hizo algo la oposición, engañar a sus simpatizantes y
distraerlos para eludir su responsabilidad en los cambios de régimen político
que vivirá México. Su desinterés, su
apatía, su falta de acción, solo muestran que estaban de acuerdo, o que jamás
les interesó la democracia mexicana.
Elbaldondecobian@gmail.com
@jmcmex