José Miguel Cobián | 13 agosto 2024
Tribuna
Libre.- Los
síntomas de intolerancia, de negación de la realidad. De vivir entre tribus con
verdades alternativas, de enojo, de ira, de engaño, de infamia, de mentira,
están a la vista de todos, y como buena sociedad enferma e hipócrita, nos
negamos a verlos. Preferimos mentirnos día con día, queremos ganar discusiones
mediante retórica o mediante la aplanadora de la masa ignorante, en lugar de
con argumentos y la razón. México está
podrido y no estamos haciendo nada para evitar que el pus y la gangrena
avancen, al contrario, todos los días infectamos aún más la herida.
Realidades que nos negamos a ver: Claudia
ganó y Xóchitl perdió. Ayer, para muchos
Xóchitl era el símbolo de la pureza, la honestidad, la mujer indígena que salió
de la nada y triunfó. Ayer, en la ciudad
de México, la misma marea rosa que tanto quiso a Xóchitl, le gritó mentirosa y
traidora.
Xóchitl fue una víctima. Xóchitl tenía más posibilidades de lograr una
buena votación en cdmx, pero la ambición del CEN del PAN buscó la manera de
descarrilarla, y lograron convencerla de que sería mejor para ella y para
México que buscara la presidencia de la república. Hoy la oposición y la propia Xóchitl están
pagando el precio del engaño y la ingenuidad. Con cinco gramos de conocimiento de la
realidad mexicana, sabíamos que ganaría Claudia, y a Xóchitl se le apoyaba para
lograr una mejor posición en el congreso.
Pero no contábamos con la ambición de los
líderes nacionales y regionales del PRIANRD, que se apropiaron de candidaturas
y pluris, para beneficio de sus grupos, colocando impresentables en muchos
cargos de elección, dañando a los pocos buenos cuadros que posicionaron como
candidatos nacidos para perder, como es el caso de los aspirantes a gobernador,
y uno que otro ingenuo que se sacrificó para segunda fórmula en senadurías, o
diputaciones federales y locales.
Leo a Javier Lozano jurar que no sabía que en
el mismo lugar donde se reuniría con el gobernador de Yucatán, estaría Claudia
Sheimbaun. Su intolerancia es tal, que
considera que respirar el mismo aire que la ganadora de la elección
presidencial es vergonzoso. Se olvida
del principio básico de la democracia: Aceptar los resultados. Entiendo que la oposición ha insistido en
que fue una elección de estado, (lo cual es cierto), y que la influencia del
estado influyó a tal grado que le quitó el triunfo a la oposición (lo cual es
falso). Manipular a los seguidores de
la oposición, para seguir utilizándolos como reserva de votos y factor de un
mínimo poder político es deleznable.
Bastaba salir a la calle para escuchar las simpatías que había entre la
mayoría de la población por Morena.
Fuera de los grupos endogámicos dónde todos pensaban igual. Había que dar la batalla por la democracia,
y se dio. Perdió la oposición, y hay que
reconocerlo y seguir adelante.
Por el lado del partido oficial, el fanatismo
nubla las mentes y las ideas de aquéllos que conocen de los temas a
discutir. Los demás, muestran una
lealtad absoluta a lo que diga el líder, sin atreverse a analizar si sus
decisiones son válidas o no. La gran
idea que convenció a todos, no es ni siquiera la entrega de dinero a cambio de la conciencia, sino exacerbar la
envidia y el rencor, a veces justificados, a veces injustificados, que genera
el éxito de quién ha tenido la suerte de estar en el lugar adecuado para
aprovechar la corrupción, ya sea funcionario o empresario. O envidiar a quién se esfuerza y trabaja con
calidad y eficiencia, lo cual lo ha llevado a un mediano éxito económico o
lograr reconocimiento social. Llegar al
corazón del resentido y convencerlo que no le ha ido bien en la vida, no por
irresponsable, por deshonesto, por flojo, por incapaz, por mala suerte, por mala
educación y preparación, sino por falta de oportunidades generada por el abuso
de ¨los otros¨, o porque ¨los otros¨ le
robaron lo que era suyo. Incluso la estupidez de afirmar que las
privatizaciones hicieron daño al erario, cuando fue todo lo contrario. Lograr que una caterva de ignorantes crean
que PEMEX es de ellos, CFE es de ellos (sobre todo las pérdidas de las dos
empresas), que los teatros del IMSS y la infinidad de empresas que servían para
que burócratas se enriquecieran generando empresas subsidiadas por nuestros
impuestos, todas esas empresas que urgía deshacerse de ellas, hoy la masa cree
que fueron despojados de ellas.
La sociedad está podrida. Nadie duda de las relaciones entre
funcionarios públicos y el crimen organizado, pero nadie busca que esas
relaciones dejen de existir. Los miles
de muertos y desaparecidos, la extorsión, el abuso, para el mexicano son algo
normal. A nadie se le ocurre que México
puede ser un país seguro y próspero, sin que un mexicano robe a otro
mexicano. Lo normal es lo contrario:
Robar cuándo y dónde se pueda. Vemos en
las redes sociales los crímenes más atroces, que recuerdan los sacrificios
humanos de los salvajes aztecas, esos con los que se identifica la mayoría de
los mexicanos, esos opresores que tan odiados eran, que todos los pueblos oprimidos
se unieron a un puñado de castellanos que les ofrecieron liberarlos del yugo
mexica.
Los mexicanos adoramos vivir en una realidad
alternativa. Nuestra realidad es tan
terrible que nos negamos a verla, porque viviríamos aterrorizados y desconsolados. Mejor negar la realidad. Recomendar vivir en una burbuja –mientras se
pueda-, y si la realidad nos alcanza, aceptarla como algo que es voluntad de
los dioses. La misma filosofía griega de
considerar a los seres humanos como juguetes de la voluntad de los dioses. Porque otra situación terrible del mexicano,
es su eterno deseo de ser menor de edad.
Así no se asume la responsabilidad por la propia vida. Mejor que sea la
Voluntad de Dios o de la Virgencita.
Así, lo que nos pase, no es nuestra culpa, sino que el destino, los
hados, las moiras, son quienes definen nuestro presente y nuestro futuro.
Fox gritaba: * Despierta México *. México sigue dormido. La mujer dormida no
puede parir, porque sigue sumida en el eterno sueño del ¨ya merito¨. Aceptamos la mediocridad como norma. No aspiramos a la excelencia porque en el
fondo consideramos o que no existe, o que no está a nuestro alcance, o peor
aún, que no la merecemos. Cómo si los
mexicanos actuales y futuros no fuéramos dignos de un presente y un futuro
mejor.
Perdimos desde que nacimos, la capacidad de
indignarnos ante la injusticia. Emocionados compartimos mentiras que nos
manipulan, pero que son agradables a nuestros ojos y oídos, y los de nuestro
grupo social. Nos negamos enérgicamente
a ver la realidad. Repudiamos la VERDAD, porque nos ofende, no enfrenta a una
realidad que nos negamos a reconocer. Preferimos vivir escondidos y agachados
en nuestra propia caverna. La solución
para vivir feliz es no percibir la realidad, salvo mediante sombras y
atisbos. El futuro es tan tenebroso y
oscuro como la misma caverna en la cual nos enterramos vivos.
El futuro requiere de una economía creciente,
para dar bienestar, riqueza y empleo a las generaciones futuras. Sabemos que así como la cancelación del
aeropuerto de Texcoco le hizo daño, también lo harán las reformas propuestas
por AMLO. Nadie se atreve a frenarlas,
ni siquiera en el último mes de gobierno.
No es posible que una inmensa mayoría de políticos con experiencia
renuncien a usar su cerebro, a cambio de convertirse en lacayos. ¿No?
Observa a los republicanos en USA, perdiendo el último ápice de
dignidad, en pos de poder y dinero que podrían llegar si son los mejores
lamiendo los pies de un desquiciado como Donald Trump.
No es solo México el que está en
decadencia. La primera potencia mundial
también, y eso, es muy peligroso para todo el planeta
elbaldondecobian@gmail.com @jmcmex