* Persecución, allanamiento y disparos * Y Cuitláhuac incrimina a los jóvenes : “A veces portan armas de manera ilegal” * La novena pasajera * La joven Galland, testigo clave en la tragedia del Calzadas
Mussio Cárdenas Arellano| 02 agosto 2024
Tribuna
Libre.-
Entre el olor a pólvora, los ríos de sangre y la policía que extorsiona y
dispara, y hiere y mata, Cuitláhuac no solo cuenta los días para largarse sino
que también cuenta los cientos de muertos a manos de sus sicarios, sus matones,
los de la SSP.
Ya perdió el hilo de cuántas víctimas lleva
la Policía estatal o los verdes de la Fuerza Civil, trabados todos, codo con
codo, en un sprint siniestro por sumar tumbas y cruces en los panteones, o de
coser a golpes a sus víctimas inocentes, o de tablearlos al estilo narco, o de
ultimarlos porque sabían demasiado o simplemente porque tenían ganas de matar.
De Totalco a Xalapa, de Lerdo a
Coatzacoalcos, de Córdoba a Boca del Río, la muerte define a este sexenio
criminal. Y no es cualquier muerte. Es la que brota de la altivez y soberbia,
la prepotencia, los policías psicópatas que han sentado su reino en Veracruz.
No se apagan los fuegos de Totalco y ya se
prendieron los de Xalapa. No dejan de llorar a Alberto y Jorge Cortina,
ajusticiados por policías por la gravísima falta de haberlos enfrentado cuando
tomaron la carretera Perote-Puebla protestando porque Granjas Carroll, la
empresa criadora de cerdos les contamina su agua, cuando ya hay nuevas
víctimas, los jóvenes de la Ibero Puebla tiroteados en Xalapa, la capital.
Y no es porque sea Xalapa. Y no es porque
sean dos jóvenes universitarios matriculados en la Iberoamericana de la capital
poblana que se hallaban de vacaciones en Veracruz. Es por la conducta criminal
de la Policía Estatal y, peor, mucho peor, por la defensa airada de los matones
a cargo de Cuitláhuac García Jiménez, el remedo de gobernador, extraído de
Morena, un imbécil que ya no sabe qué decir.
Otra vez un cerco policíaco. Otra vez la
gente que intuye que se si es sometida a revisión tendrá que lidiar con delitos
fabricados, con un automóvil en el corralón, con horas o días en prisión, con
toda una pesadilla de extorsión, y el riesgo, siempre el riesgo, de armas y
droga sembradas y años enfrentando un juicio penal.
Obvio era que los jóvenes de la Ibero
hicieran lo que hicieron. No cedieron. No se dejaron revisar. Arrancarony
aceleraron. Burlaron el cerco hasta sentir las descargas de las armas
criminales, las de la policía morenista, las de la policía de Cuitláhuac García
que ha sembrado el terror en Veracruz.
Madrugada de violencia aquella del 24 de
julio. Dos jóvenes fueron atacados en La Estanzuela, municipio de Emiliano
Zapata, conurbado a Xalapa. El varón murió; la mujer fue herida. Y se activó un
Código Rojo.
Seguridad Pública instaló retenes.
Intensificó patrullajes. Estructuró un perímetro para dar con los responsables,
restringiendo la circulación en las salidas a Xalapa.
Minutos después se escucharon disparos en el
fraccionamiento Residencial del Lago, atrás de Plaza Américas. Los impactos se
escuchaban en un video que se viralizó en redes sociales, pero no se
identificaba el sitio donde ocurrían los hechos y si era un choque entre bandas
criminales.
"Cuídense, enciérrense en su casa.
Balacera dentro del Residencial Lago. Ahora sí, gente, se armó", refería
Azul Fernández, representante del albergue de animales Ada Azul Benson.
Huyeron hasta llegar a un domicilio en la
unidad habitacional Valle Real. Ahí les dieron refugio. Impidieron que la
policía se los llevara. Se negoció que paramédicos del grupo Panteras revisaron
su estado de salud. Tras ver las heridas, los trasladaron al hospital Ángeles,
en Xalapa.
Al amanecer se midió la dimensión de la agresión.
La versión oficial: al ser conminados a una revisión, los jóvenes
universitarios huyeron. Golpearon un par de motociclistas de la Policía y
aceleraron. Los uniformados fueron tras ellos.
Y fueron tras ellos como sicarios en éxtasis,
a punta de pistola, lanzando tiros, soltando bala, allanando el
fraccionamiento, dejando siete impactos en la camioneta Tundra y en el cuerpo
de los jóvenes de la Ibero Puebla.
Y entonces vino la exculpación. Cuitláhuac
García no va contra los policías que asedian y detonan la fuerza excesiva, que
pudiendo disparar a las llantas del vehículo lo hacen sobre la humanidad de la
gente. Va contra el agredido, la víctima.
Revictimiza cuando suscribe la coartada de su
policía criminal. Condena cuando juzga sin juicio. Encubre cuando imputa
delitos que no existen.
Suelta dos frases clave: los jóvenes
arrollaron a dos policías que tripulaban motocicletas y “a veces portan armas
de manera ilegal”.
Esa frase es clave: “a veces portan armas de
manera ilegal”.
Pues no. Así han incriminado a cientos y
miles de ciudadanos inocentes.
Es la Fuerza Civil la que siembra armas.
Cítese en caso de los ciudadanos que residen en Estados Unidos y llegaron a
pasar sus vacaciones a Actopan y terminaron golpeados, reprimidos, acusados de
posesión de armas, un infundio que provocó un conflicto diplomático cuando
intervino la embajada de Estados Unidos y los tuvo que liberar.
Fueron mandos de la Policía estatal los que
desaparecieron, mataron, enterraron clandestinamente a Juan Alan Cuetero, “Archi”,
ex director de la Policía Vial. El entonces secretario de Seguridad Pública de
Veracruz, Hugo Gutierrez Maldonado, lo sabía y lo encubrió. Renunció cuando el
caso fue ventilado en la conferencia mañanera del presidente Andrés Manuel
López Obrador.
Es una policía que delinque, que tortura, que
asesina, que levanta y desaparece. Es una policía con vínculos con la
delincuencia. La de Coatzacoalcos aparece en narcomantas como “El Cártel de la
SSP”.
Es una policía asociada a la violencia, a la
agresión, a la muerte.
Y así cuenta los días Cuitláhuac García, los
cuatro meses que le quedan para largarse y dejar a Veracruz maltrecho.
Y cuenta los cientos de muertos a manos de
sus sicarios, sus matones, los cuerpos de élite de Seguridad Pública, la fuerza
represiva que ataca a la población.
Fue Totalco, es Xalapa y aún habrá más.
METADATO
La novena pasajera es la clave. La chica, de
apellido Galland, salvó la vida en el accidente que segó la vida de siete
jóvenes en el río Calzadas. Milagrosamente pudo saltar de la camioneta
Suburban, propiedad del contratista Juan Carlos Fong Cortés, en el que
perecieron ahogados sus siete amigos. Su testimonio será revelador, como lo
sería el de Ana Fong López, la conductora del vehículo, sacada de la escena de
inmediato, llevada a Cancún, Quintana Roo, y de ahí a Miami, Florida, Estados
Unidos. A partir de ahí se sabría si fue accidente, homicidio culposo u
homicidio imprudencial agravado con pena de ocho años de prisión. Aquella
noche, el sábado 13 de julio, la joven Galland, la novena pasajera, libró la
muerte pero la Fiscalía de Veracruz se reserva la verdad de la tragedia. No
declaran aún o ya lo hicieron pero entre el sigilo y el maquillaje, quizá por
los nombres de personajes hoy relevantes, empresarios y contratistas vinculados
al poder político. Juan Carlos Fong es allegadísimo a la gobernadora electa de
Veracruz, Norma Rocío Nahle García, y a su esposo, José Luis Peña Peña, el
futuro vicegobernador. La joven Galland es sobrina de Oscar Fosado Monzalvo,
constructor favorito del Clan Nahle, el que construyó el Parque Miguel Hidalgo
(aunque lo dejó a medias) en Coatzacoalcos, obra asignada por el ex alcalde
Víctor Manuel Carranza Rosaldo, también integrante de la pandilla de Nahle.
Fosado es mencionado por el colega Gerardo Enríquez Aburto como futuro
secretario de Infraestructura y Obras Públicas del gobierno veracruzano, con un
historial explosivo. Fosado es tío de la novena pasajera. Cuántos nombres,
cuántos intereses, cuánto misterio y la muerte de los siete jóvenes en las
aguas del Río Calzadas sin justicia
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