* “Le quieren dar piso constitucional a la dictadura”: Yunes * Conferencia en la Universidad de Xalapa * Y cuatro meses después, se coludió con Obrador * Llamaba a impedir el voto 86 * Ya inició la barredora policíaca en Coatza * Y desaparecen jóvenes inocentes * El título universitario falso de Eusebia Cort
Mussio Cárdenas Arellano|20 sep. 2024
Tribuna
Libre.- Yunes
en dos tiempos: el que advertía en el Plan C –reforma judicial incluida– un
camino a la dictadura, y cuatro meses después, el que consiente, negocia,
traiciona, jala el gatillo y mata al Poder Judicial.
Yunes, alias “Dos Caras”, mago de la
infidencia tortuosa y la puñalada trapera, transitó del juicio demoledor con
que identificó a Andrés Manuel –dictador, fascista, Hitler, Mussolini,
Pinochet– a ser el facilitador del voto panista, el voto sucio con que inicia
la demolición del sistema judicial y, como fin ulterior, la concentración de
poder.
Miguel Ángel Yunes Linares se desdijo, se
exhibió, comió heces críticas, tragó sapos cínicos y trazó la ruta suicida, el
camino sin retorno de ser cómplice del “loco, vividor, corrupto” al que por
años combatió.
“El plan C es el camino a la dictadura”,
fustigaba el ex gobernador de Veracruz desde la Universidad de Xalapa, afilando
el colmillo, vestido con piel de oveja, convencido que López Obrador es, a fin
de cuentas, el modelo de dictador que Yunes desearía ser.
Cuatro meses ya de aquel show. Pontificaba el
ex gobernador. Montaba el teatro y disfrutaba el engaño. Le tomaba el pelo,
literalmente, a sus fans, panistas y priistas, a damas y caballeros de la
sociedad civil y al mismo rector Carlos García Méndez que en un acto de buena
fe le abrió las puertas creyendo en su honestidad.
El Plan C, explicó Miyuli, todos saben que
existe pero pocos han escudriñado qué es. Y él, tan sabio, tan erudito, se puso
a explicar.
Sus tres ejes son la reforma judicial, la
reforma al Poder Legislativo y la reforma electoral. Lo demás es paja.
Y se soltó tirando leña, advirtiendo que
López Obrador ni es el nuevo Benito Juárez ni es juarista. Juárez entró a la
historia enalteciendo el respeto a la ley. Andrés Manuel no. Andrés es la
antítesis de Juárez, el que pregona que “no me vengan con el cuento de que la
ley es la ley”.
Yunes, el entonces opositor, fustigaba a
AMLO, su entonces enemigo:
“Quieren simular. Le quieren dar un piso
constitucional a la dictadura y seguir simulando que hay Poder Legislativo, que
hay Poder Judicial, que hay controles, que hay pesos y contrapesos. Lo que
quieren es continuar con esto que yo le llamo la predictadura con regulación
constitucional. Tener una Corte y un Poder Legislativo a su servicio”.
Hace cuatro meses, Yunes Linares era otro.
Era opositor. O simulaba ser opositor. Despertaba conciencias. O simulaba que
despertaba conciencias. Demolía a López Obrador. O simulaba que demolía a López
Obrador.
Aquel 18 de mayo, Andrés Manuel era Pinochet,
el carnicero de Chile. Andrés Manuel era Hitler, el demonio del holocausto
judío. Andrés Manuel era Mussolini, el enemigo de la libertad. Andrés Manuel
era Franco, el asesino de España.
Hoy, Miguel Ángel Yunes Linares es el
cómplice de López Obrador en la destrucción del Poder Judicial de la
Federación.
Los delirios, ese día, proyectaban al panista
como el demócrata perfecto. Para Andrés Manuel, un lugar en la historia de los
dementes con poder. El presidente dictando proyectos de ley y su recua
legislativa, el obradorismo acrítico, sumiso, incapaz de pensar, aprobando sus
bodrios sin tocar ni cambiar un punto ni una coma.
“Hay 300, 400 o 500 legisladores –precisaba
Yunes Linares– que no tienen otra función más que levantar la mano y aprobar y
extender la mano y cobrar el cheque. Eso lo hicieron Mussolini, Hitler y todos
los dictadores que poco a poco fueron acabando con el parlamento, haciendo ver
al parlamento como un organismo inútil hasta desaparecerlo”.
Y siguió:
“Desaparecer la libertad de prensa,
amenazando y persiguiendo a los periodistas, es otro de los pasos que dan los
dictadores para quedarse como amos absolutos de un país. Lo hicieron Hitler,
Mussolini, Franco, Pinochet y hoy lo hace López Obrador”.
De la captura del Poder Judicial, vía la
elección de jueces, magistrados y ministros, Yunes Linares dijo.
“Tendrían el control total de ese poder
partiendo de la base de que el voto de las personas que reciben apoyos
económicos (programas sociales) les garantizaría mayoría para ganar estas
elecciones”.
La reforma legislativa mataría la
representación de las minorías. “De esta manera tendrían al Congreso de la
Unión sin opositores y postrado de rodillas frente al dictador”.
Yunes soltó otra frase:
“Los dictadores se sienten dueños de todo,
incluso de la conciencia colectiva”.
Luego se preguntó:
“¿Vivimos en un país democrático? No, al
contrario, la democracia está amenazada y vamos en camino a consolidar la
dictadura.
“Cada día –precisaba– más voces llaman la
atención sobre lo que es el nuevo modelo de dictadura en un mundo que caminaba
hacia la democracia”.
Yunes hacía un repaso del “loco López
Obfrador”. Resultados cero. Seguridad: 197 mil homicidios y el país en manos
del crimen organizado, y el gobierno en el frenesí de los “abrazos, no
balazos”. Salud: los muertos de la pandemia, los muertos por falta de
hospitales, los muertos por falta de medicamentos.
Y la corrupción. Un tour fugaz desde el caso
Eva Cadena, en 2017, videos que muestran a la entonces candidata de Morena a la
alcaldía de Las Choapas recibiendo dinero de manos de los enviados de Amado
Cruz Malpica por intermediación del hoy senador y neoamigo de los Yunes, Manuel
Huerta, hasta los sobres de Pío y Martinazo López Obrador, el saqueo a Segalmex
y el Clan de los hijos del Peje, hundidos en el lodo, traficando contratos.
Yunes los define: unos coyotes.
Alertaba entonces –mayo 18– el jefe del
yunismo azul: la reforma judicial de López Obrador no debía pasar en el Senado.
Y esa era tarea de la oposición.
“Requeriría (Morena) tener una mayoría
calificada en la Cámara de diputados de 334 diputados, y en el Senado de 86
senadores. Por fortuna hoy no los tienen y hay que evitar que los tengan”,
sentenciaba Yunes.
Pues la reforma pasó. Y fue con el voto de
los Yunes azules, el voto 86, el voto traidor.
Cuatro meses después, Yunes Linares hace otro
show. El 10 de septiembre, siendo senador suplente, relevó por horas al
Chiquiyunes, senador propietario. Lo quiso blindar. Fue al encontronazo con la
bancada de su partido, Acción Nacional.
Escuchó los gritos de traidor y sintió los
abrazos de Morena. Acusó de traición y cobarde al líder nacional panista, Marko
Cortés. Y de ahí no pasó. Fue incapaz de justificar su bajeza, el deshonor, la
ruindad, su desplome moral.
Horas después, Chiquiyunes, el hijo, tomaría
“la decisión más difícil de mi vida”. Y esa decisión fue apuñalar al PAN y a
los que creían en él, traicionando a los suyos, el yunismo leal. Brincó a la
granja de López Obrador.
No fueron las denuncias ni el asedio
judicial. Eso lo neutralizaron desde que inició el sexenio de Andrés Manuel.
Fue el ansia de poder. Y la interlocución con los poderes extralegales. Y la
mentira y el cinismo, ignorando las 30 monedas que arrojó Lilly Téllez en el
pleno del Senado, el pago al Judas de Boca del Río, nueva mascota de la
Cuatroté.
Yunes padre se regodeaba llamando Hitler,
Mussolini, Pinochet y Franco a López Obrador, y al cuarto mes se alió con él.
Yunes hijo, tan títere como Sheinbaum, sólo obedeció.
El poder evidencia de qué clase de lodo son.
METADATO
Otra vez la barredora policíaca, la que
levanta y asesina, la que se lleva inocentes y culpables por igual, la que
siembra terror. Policía estatal, elementos de la siniestra Fuerza Civil,
policía sin uniforme recorre las colonias y congregaciones de Coatzacoalcos intentando
parar la ola delictiva, la quema de negocios, la muerte entre sicarios, la
extorsión y el robo. Y, a la par –porque ocurren cosas que nadie quiere
explicar–, desaparecen jóvenes de buena conducta, muchachos sin vicios, sin
amigos con antecedentes funestos. Y entonces se activa la memoria. Y viene el
chispazo: el Operativo Blindaje Coatzacoalcos, en mayo de 2015, durante el
gobierno del priista Javier Duarte de Ochoa, en el que la policía criminal de
Veracruz desapareció a una treintena de personas. Jhonit Enríquez Orozco, José
Manuel Cruz Pérez, Eliaquim Alvarado Villafuerte y Héctor Manuel Facundo Ramos
fueron cuatro víctimas de desaparición forzada. Años después, 11 policías
fueron aprehendidos y sujetos a proceso penal, pero hay más. La Comisión Estatal
de Derechos Humanos acreditó la impunidad, la indefensión, la falta de
justicia, la negligencia e indolencia de la autoridad. El gobierno del priista
Javier Duarte fue solidario con sus policías criminales. De las otras víctimas
nada se ha vuelto a saber. La mayoría de sus cuerpos no se han recuperado. Y
hoy, nueve años después, la fuerza policía disfrazada de civil aplica la
barredora una vez más. Otro blindaje policíaco criminal, no para hacer justicia
sino para justificar la paz de los sepulcros. Y la delincuencia seguirá
operando en la impunidad… Anulada, Eusebia Cortés ni será alcaldesa de
Coatzacoalcos, ni directora de Transporte, ni la favorita en el reino de Rocío
Nahle. La zacatecana le reserva un premio menor, la Subsecretaría de Desarrollo
Regional en la Sedesol de Veracruz. Y más tarda en formalizarse el destape, que
estalla el escándalo. Eusebia Cortés Pérez carece de título profesional. El que
presume es fake o cursado en la Universidad de Santo Domingo, junto a la
Catedral de la Ciudad de México, donde se fabrican documentos para el fraude.
La “licenciada” Cheva Cortés incumple el requisito que marca la Ley Orgánica
del Poder Ejecutivo del Estado de Veracruz, que establece que para secretarios,
subsecretarios y directores de área se debe ser nativo de la entidad y contar
con título profesional. Nahle la endulzó con el cuento de la alcaldía. Así la
trajo durante años. Luego anidó el sueño de ser directora de Transporte del
gobierno de Veracruz, el paraíso de las placas de taxi y las concesiones del
servicio de camiones urbanos. Y al final la manda a la subsecretaría en
Sedesol. Y resulta que no califica por tener título universitario falso. Hay
tretas que no se pueden ocultar. Y las de Eusebia detonan cuando aún restan 70
días para que Rocío Nahle se apodere del gobierno de Veracruz. Par de
tramposas…