* Abrazos, balazos y hasta bombazos * Estallan coches-bomba en Acámbaro y Jerécuaro * García Harfuch y su fallido control de daños * Cuatro semanas y la presidenta está contra la pared * Héctor Yunes se arrastra ante Esteban Bautista * Media docena de ediles en Coatzacoalcos son desleales a Nahle
Mussio Cárdenas Arellano | 31 Oct. 2024
Tribuna
Libre.- Rojo amanecer en el sexenio de Claudia
Sheinbaum, con coches-bomba haciendo explosión, cárteles que se enfrentan, y el
Ejército, la Marina, la Guardia Nacional implicados en agresiones, ejecuciones
y hasta desaparición forzada.
Amanecer
de miedo en Acámbaro y Jerécuaro, al sureste de Guanajuato, cuando se escucha
el estruendo y se fragmentan los cristales y se cimbran casas, vuelan techos,
caen paredes de edificios, y las llamas devoran dos vehículos que acaban de
estallar.
Y así
lo niegue la presidentA, y lo desestime el secretario García Harfuch, el
narcoterrorismo ya está aquí.
A eso
de las 5 de la mañana, el jueves 24, un coche-bomba explotó en Acámbaro, a unos
metros de la comandancia de la Policía Municipal, provocando alarma y zozobra,
sin muertos pero sí heridos, tres uniformados que pararon en el hospital,
deslizando el mensaje con que el crimen organizado se hace sentir.
Y
minutos después, a las 5:30, en Jerécuaro, municipio vecino a Acámbaro, estalla
un vehículo más, sin víctimas pero sí daños a siete automóviles y nueve locales
comerciales, ubicados en la zona centro de la ciudad.
Es el
idioma del crimen organizado. Es el cruce de violencia entre el Cártel Jalisco
Nueva Generación y el Cártel de Santa Rosa de Lima, aquel que luego de la
aprehensión de su líder, José Antonio Yépez Ortiz, alias “El Marro”, el
gobierno obradorista avizoraba que se habría de extinguir.
Pues
no. La lucha por el control de Guanajuato, por el huachicol, por la extorsión,
por las rutas del narcotráfico, se dirime en otro nivel. Pasaron de los balazos
a los bombazos. Pasaron de la delincuencia al terrorismo.
Rojo
amanecer que la presidentA quiere ignorar.
Estallan
dos coches-bomba y dice que no es terrorismo. No, sólo son ganas de
aterrorizar.
Estallan
con minutos de diferencia, en municipios vecinos, a 34 kilómetros, y no es
terrorismo, según la presidentA.
Tres
policías de Acámbaro sufren heridas, dos de bajo impacto y una con reporte
médico grave.
Siete
vehículos arden tras la explosión en el centro de Jerécuaro y nueve locales
comerciales son alcanzados por el fuego, sus paredes crujen, las cortinas de
los establecimientos se deforman.
Y el
pánico cunde. Y unos despiertan devorados por el miedo. Y abren los ojos
sacudidos por la explosión. Y unos y otros saben que son los cárteles, los
dueños de territorios y regiones, los que avanzaron en su negocio de muerte,
acogidos por los “abrazos, no balazos”, la estrategia cómplice de Andrés Manuel
López Obrador.
Y
entonces la científica, que día a día evade la realidad, insiste e insiste que
no es terrorismo, menos narcoterrorismo, que simplemente es el actuar del
crimen organizado en el pleito por las plazas y porque, claro, en el Guanajuato
panista se mata más.
Echa
mano de su arlequín, el célebre Omar García Harfuch. Y entonces el secretario
de Seguridad y Protección Ciudadana federal fundamenta que no es terrorismo
porque no hay causa religiosa ni ideológica, ni son grupos que intentan
derrocar al gobierno actual.
Al
alumno de Genaro García Luna, preso éste por narco en Estados Unidos y
condenado a 38 años de prisión, le han respondido con el Código Penal Federal
en la mano.
Incurre
en terrorismo quien con “explosivos, o armas de fuego, o por incendio,
inundación o por cualquier otro medio violento, intencionalmente realice actos
en contra de bienes o servicios, ya sea públicos o privados, o bien, en contra
de la integridad física, emocional, o la vida de personas, que produzcan
alarma, temor o terror en la población o en un grupo o sector de ella, para
atentar contra la seguridad nacional o presionar a la autoridad o a un
particular, u obligar a éste para que tome una determinación”.
Amanece
cruento el sexenio. Cuatro semanas y ya van dos atentados con coches-bomba. Y
en Sinaloa, la guerra de los chapitos morenistas contra la mayiza también
morenista acumula más de 200 muertos, 250 secuestrados, vehículos quemados,
carreteras bloqueadas y el comercio y las escuelas en parálisis total.
Interviene
el Ejército, acción que se aplaude, y en la captura de Edwin Antonio “R”, alias
“El Max” o “El Oso”, lugarteniente de Ismael “El Mayo” Zambada, el saldo es de
19 sicarios muertos contra cero bajas militares. Algo así como una ejecución
sumaria, tipo “la guerra de Calderón”, que la científica Sheinbaum dice que no
se va a repetir, pero en los hechos ya inició.
Y en
Tecpan de Galeana, Guerrero, feudo del senador morenista Félix Salgado
Macedonio y su hija Evelyn, gobernadora y ex nuera del lavador de los narcos
Beltrán Leyva, Joaquín Alonso Piedra, apodado “El Abulón”, la violencia bate
récord. Van más de 34 homicidios en una semana.
Un
enfrentamiento entre bandas criminales provocó la muerte de 17 delincuentes y
dos policías. Y entre los detenidos, hay ocho guatemaltecos, reclutados por
Guerrero Nueva Generación, grupo que le disputa la plaza a Los Granados. La
migración que tanto auspició López Obrador trae daño colateral.
A la
Marina la acusan de la desaparición forzada de ocho civiles en Villa de
Álvarez, Colima. Dos de ellos lograron regresar pero del resto nada se volvió a
saber.
Y la
presidentA poco dice. O no tiene nada que decir.
Petrificado
el gesto, chorreada la voz, Claudia Sheinbaum Pardo se halla frente a un fuego
mayor. No es el fuego de los bombazos de Acámbaro y Jerécuaro. Es el fuego de
la violencia que se multiplica y la reta.
Son los
coches-bomba que evocan las salvajadas de Pablo Escobar en Colombia, replegando
a un gobierno al que le infundió temor. Y lo quebró.
Y
contra lo que dice García Harfuch –no es por ideología ni por religión sino por
el negocio de la droga y las plazas– pero son bombazos y generan terror.
Rojo
amanecer el de Claudia Sheinbaum, que se ve gris aunque la transmisión sea a
color; que se ve apabullada, desdibujada, amedrentada, rebasada por la
realidad.
El
terrorismo llegó. Y aún no cumple un mes.
METADATO
Las
maromas de Héctor Yunes para pegarse a la ubre, no las da ni un oso panda. Se
tira al piso ante Esteban Bautista, nuevo líder del Congreso de Veracruz. Se
tiende, servil, como hace seis años lo hizo con Cuitláhuac García, que a regañadientes
le abrió la puerta y luego se la cerró. Autosometido, se postra ante el líder
indígena, maestro de profesión, ex alcalde de Tatahuicapan, ex diputado
federal, en el que se concentra todo el poder, el control de la bancada
morenista, los destinos del Congreso estatal. Por enésima vez se escucha la
doblez de Héctor Yunes Landa, la lisonja barata, su disposición a construir
quién sabe qué, pues Morena y el PRI tienen proyectos diametralmente distintos.
Y entre Esteban Bautista Hernández y Héctor Yunes tampoco hay nada en común.
Esteban ganó en las urnas su diputación local por Cosoleacaque; Héctor negoció
y amarró la posición número uno de la lista plurinominal del PRI. Héctor Yunes
será un cero a la izquierda en el Congreso de Veracruz, su voz ignorada, su
voto inservible. Gozará su beca, vegetará en su curul, verá pasar iniciativas y
reformas, las de Morena, y sabrá que las suyas irán al basurero de la historia,
al drenaje de la sede legislativa. Tan humillante su rol que con solo dos
diputados –Ana Rosa Valdés y Héctor Yunes– el PRI no pudo siquiera integrar una
bancada, por primera vez en su historia, por faltarle un legislador más. Será
el último priista en el Congreso de Veracruz. Porque todo pinta a que en 2027
el PRI pierda el registro como partido político… Media docena de ediles en
Coatzacoalcos son desleales a Rocío Nahle. Siguen, acatan la línea del alcalde
Amado Cruz Malpica. Salvo la síndica Bertha Hernández Aguilar y el regidor
Enrique Villegas, el resto de la cuadra morenista se ciñe a los dictados del
presidente municipal. Ahí, manda el bono confidencial, las prebendas y
privilegios, el tráfico de influencias, los contratos a los amigos y toda una
dinámica con la que Amado Cruz Malpica los hizo suyos. Salvo la síndica Bertha
Hernández y el regidor Enrique Villegas, a partir del 1 de diciembre, cuando
Norma Rocío Nahle García asuma el gobierno de Veracruz, la lupa del Congreso se
centrará en el ayuntamiento de Coatzacoalcos, lo que aprueban sus ediles, los
trinquetes y trapacerías. Con Rocío Nahle, por si no lo sabían, la mordida de
mano se paga…
Comentarios
Publicar un comentario