Ángel Rafael Mtz. Alarcón| 30 dic. 2024
Tribuna
Libre.- Su Santidad
Francisco, el pasado 9 de mayo de 2024, firmó la bula pontificia titulada
"Spes non confundit" (La esperanza no defrauda), en la que convoca al
Año Santo de 2025 para celebrar el primer cuarto del siglo XXI. Podríamos decir
que han pasado rápidamente estos últimos años; todavía tengo frescos en la
memoria los comentarios sobre la llegada del año 2000. Mil años antes, los
habitantes de esos tiempos también estuvieron atrapados en ideas sobre el fin
del mundo. En la pasada Navidad de 2024, se abrió la Puerta Santa para iniciar
todas las actividades relacionadas con el Jubileo. Desde Roma hasta el último
rincón del catolicismo, se abrirán las Puertas Santas para ganar indulgencias,
tanto para los vivos como para los difuntos.
El
pontífice romano, en esta última bula, hace referencia a la historia del Año
Santo de 2025. “Este entretejido de esperanza y paciencia muestra claramente
cómo la vida cristiana es un camino que también necesita momentos fuertes para
alimentar y robustecer la esperanza, compañera insustituible que permite
vislumbrar la meta: el encuentro con el Señor Jesús. Me agrada pensar que fue
justamente un itinerario de gracia, animado por la espiritualidad popular, el
que precedió la convocación del primer Jubileo en el año 1300. De hecho, no
podemos olvidar las distintas formas a través de las cuales la gracia del
perdón ha sido derramada con abundancia sobre el santo Pueblo fiel de Dios.
Recordemos, por ejemplo, el gran "perdón" que san Celestino V quiso
conceder a quienes se dirigían a la Basílica de Santa María de Collemaggio, en
L’Aquila, durante los días 28 y 29 de agosto de 1294, seis años antes de que el
Papa Bonifacio VIII instituyese el Año Santo. Así, la Iglesia ya experimentaba
la gracia jubilar de la misericordia. E incluso antes, en el año 1216, el Papa
Honorio III había acogido la súplica de san Francisco, que pedía la indulgencia
para quienes visitaran la Porciúncula durante los dos primeros días de agosto.
Lo mismo se puede afirmar para la peregrinación a Santiago de Compostela; en
efecto, el Papa Calixto II, en 1122, concedió que se celebrase el Jubileo en
ese Santuario cada vez que la fiesta del apóstol Santiago coincidiera con un
domingo. Es bueno que esa modalidad "extendida" de celebraciones
jubilares continúe, de manera que la fuerza del perdón de Dios sostenga y
acompañe el camino de las comunidades y de las personas.”
Recuerdo
que, a mis 9 años, el presbítero del Calvario, el Dr. José B. Zilli (1934-2016),
invitó a mi madre a la peregrinación a Roma en 1975, para cruzar la Puerta
Santa, cuando era Su Santidad Pablo VI (1978). Con ese don de palabra del padre
Zilli, voló mi imaginación. Veinticinco años después de ese sueño infantil,
crucé la Puerta Santa de la Basílica de San Pedro en el año 2000, siendo Su
Santidad Juan Pablo II (1920-2005). En ese verano, también crucé la Puerta
Santa en la Catedral de Santiago de Compostela, ya como adulto, a los 33 años,
cumpliendo fielmente todos los requisitos para ganar la indulgencia plenaria.
Bíblicamente,
el concepto de jubileo lo encontramos en el capítulo 25 del libro de Levítico,
donde se detalla el año de gracia del pueblo de Israel. La Iglesia Católica
Apostólica Romana, tomando los lineamientos del Antiguo Testamento, pero con su
sello, celebraba el jubileo cada cien años; en las últimas décadas, este
período se ha modificado a cada 25 años o en circunstancias especiales.
La
peregrinación ha sido fundamental para todas las religiones del mundo. Así, personajes
como Abraham tuvieron que dejar su tierra y caminar hasta llegar al lugar que
Dios le había designado. En el cristianismo católico, hay tres lugares santos
para peregrinar: la Basílica de San Pedro en Roma, los lugares santos en Israel
y Santiago de Compostela. En estos últimos meses, las agencias de viajes han
promovido tours para viajar a la Ciudad Eterna, para ganar la indulgencia tras
cruzar la Puerta Santa de San Pedro.
En el
marco del Jubileo de 2025, la Iglesia Católica Apostólica Romana recordará los
1700 años del Primer Concilio de Nicea,
que tuvo lugar en mayo de 325, convocado por el emperador Constantino
(280-337).
Al
concluir la eucaristía del 24 de diciembre, Su Santidad Francisco, con el rito
de abrir la Puerta Santa de la Basílica de San Pedro, afirmó: "Hermanas y
hermanos, con la apertura de la Puerta Santa damos inicio a un nuevo Jubileo.
Cada uno de nosotros puede entrar en el misterio de este anuncio de gracia. En
esta noche, la puerta de la esperanza se ha abierto de par en par al mundo; en
esta noche, Dios dice a cada uno: ¡también hay esperanza para ti! Hay esperanza
para cada uno de nosotros. Pero no se olviden, hermanas y hermanos, que Dios
perdona todo, Dios perdona siempre. No se olviden de esto, que es un modo de
entender la esperanza en el Señor".
Para
ganar la indulgencia plenaria hay confesarse, comulgar, orar por las
intenciones del Papa en turno; anhelar la indulgencia por uno mismo, en caso de
pedirla por un difundo, comulgar por segunda vez.
Aprovecho
estas líneas para enviarles mis más sinceras felicitaciones por el inicio del
Año Nuevo 2025, haciendo votos para que Dios les colme de su santo amor durante
los 12 meses del año 2025.
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