José Miguel Cobián. | 06 febrero 2025
Tribuna
Libre.- Todos los días escucho a amigos hablar de los beneficios que
traerá la presidencia de Trump para México, tanto en seguridad como en
democracia. Tengo la impresión de que
mis amigos ven mucho cine de Hollywood y leen poco de historia.
En el
cine gringo, los americanos son los paladines de la democracia y la
justicia. En las películas el muchacho
chicho siempre recibe la orden del gobierno americano de derrocar al tirano e
instaurar la democracia y la vida idílica en las repúblicas bananeras. Y eso es lo que creen mis amigos en la
oposición que va a suceder en el país.
Una y
otra vez les he insistido en recordar un poco la historia de México. Llevamos más de cien años desde que se
terminó la revolución mexicana. Durante
esos cien años, la mayor parte del tiempo ha gobernado el PRI, en sus distintas
facetas, comenzando con el partido Nacional Revolucionario, luego el
Revolucionario Institucional y hoy en el Movimiento de Regeneración Nacional.
A lo
largo de más de cien años, los paladines mundiales de la democracia han
simulado creer que en nuestro país hay democracia. En México se crearon distintas instituciones
para fingir que existe la democracia y que el pueblo manda, no sólo eso,
también elige a sus gobernantes entre sus mejores hombres y mujeres.
La
realidad histórica es que México no ha tenido una democracia plena en toda su
vida independiente. México ha simulado ser una democracia, a ciencia y
paciencia de las potencias europeas y norteamericana. Europa Occidental entra en la ecuación,
porque ellos también se asumen como paladines de la democracia, y también han
simulado aceptar la simulación mexicana.
Partamos
de la base histórica de que a Estados Unidos no le importa que haya democracia
en México ni en ningún otro país, demostrada sobradamente, además de por
nuestra propia historia, por el apoyo a regímenes dictatoriales como el de
Arabia Saudita, Emiratos Árabes Unidos, etc., dónde ni siquiera se toman la
molestia de simular democracia. Sin olvidar al régimen de Pinochet, o a las
diversas juntas militares y tiranuelos de caricatura que llegaron al poder en
toda América gracias a los auspicios de la CIA o de alguna otra agencia gringa.
Hoy a
Trump le importa que sus votantes crean que está cumpliendo sus promesas. Por eso acepta gustoso la propuesta de
incluir 10,000 soldados mexicanos para proteger la frontera Sur de su
país. Todos sabemos que no van a marcar
ninguna diferencia. Los grupos que
trafican personas y los que trafican drogas, contarán con la protección y el
apoyo de esos 10,000 efectivos para continuar con sus respectivos negocios.
Quizá
el gobierno mexicano logre reducir la cantidad de fentanilo que cruza la
frontera norte. Será muy difícil reducir a cero las exportaciones de la letal
droga, ya que no sólo las grandes organizaciones criminales han aprendido a
elaborarlo, sino que también muchos grupos pequeños de criminales han
desarrollado la técnica adecuada. Por
lo tanto, reducir la producción de todos esos grupos es tarea imposible para el
gobierno mexicano.
Trump
una vez que pueda demostrar que hizo algo por resolver el problema ¨México¨, y
con ello dar por cumplida su promesa de campaña, olvidará al país y continuará
con su estilo personal de gobernar.
Mientras eso sucede, los mexicanos nos enteraremos de los alcances de
los acuerdos entre él y nuestra presidenta, gracias a las filtraciones que la
propia Casa Blanca nos obsequia.
El
avión espía, los satélites, y la habilidad de los norteamericanos para espiar a
quién ellos deseen dentro de México, indican que entre otros acuerdos, habrá
agregados militares supervisando que el ejército mexicano cumpla las órdenes
giradas a su comandante suprema, desde Washington.
Quizá
pronto escuchemos de explosiones en zonas narcas, desapariciones y una que otra
detención. Eso bastará para saber que ya está trabajando el ejército gringo en
nuestro país. Y por filtraciones del equipo Trump, sabremos que se deshicieron
de un laboratorio, o de algún siniestro personaje.
Si
Trump se siente cómodo y atendido en sus caprichos y peticiones por Claudia, en
ningún momento pensará en atacarla a ella o a su antecesor con la documentación
incriminatoria que obra en su poder.
Así, Trump hará lo mismo que sus antecesores, y aplaudirá la democracia
mexicana, esa, que según los libros de historia tiene más de cien años de
instituida, la misma que la realidad niega todos los días.
Mientras
que el gobierno mexicano sirva a los intereses de Trump, y le dé ¨carnita¨ para
convencer a sus votantes de que es Superman, la seguridad, la justicia, la
democracia, y lo que sea que suceda en México, no importará a quién ocupe la
Casa Blanca, como no ha importado a lo largo de más de cien años.
Nadie
como una presidenta de Morena para saber cómo darle a Trump lo que él quiere,
sin dañar ni un ápice su posición de poder y control… Ya sea el suyo o el de su
antecesor.
elbaldondecobian@gmail.com @jmcmex
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