* Enloquece a Nahle la afiliación de Chiquiyunes * Y reta a AMLO, Sheinbaum, Adán, Andy * Mijangos se mete a la final en el PAN * Los pecados de Liliana y Moisés * David Palacios, zar de los contratos del Clan Nahle-Peña * “Palurdo”, le decía Cutberto a Rosaldo * Funcionaria municipal adicta… y su socio también
Mussio Cárdenas Arellano | 21 febrero. 2025
Tribuna
Libre.- Descompuesta, Rocío
Nahle brinca y salta, perdiendo la neurona y soltando la lengua al ver a su
némesis, su obsesión, su agresor de campaña, Miguel Ángel Yunes Márquez, entrar
por la puerta grande a Morena.
La
desquicia la afiliación del Chiquiyunes, el que llamó “viejo guango” al viejo
guango de López Obrador.
La
descoloca saber que el detractor de Morena entró a Morena con la venia de la
presidenta Claudia Sheinbaum, de la mano del senador Adán Augusto López
Hernández, acuerpado por el porro guinda, Gerardo Fernández Noroña, pero sobre
todo –sobre todo– validado por el propio Peje y operado por Andrés Manuel López
Beltrán, el junior del Bienestar, y la lideresa nacional morenista, Luisa María
Alcalde Luján.
Es
comprensible, pues, el vómito negro de la gobernadora de Veracruz. Cruje por
dentro, infectada por la frustración, sabiendo que mientras el obradorismo
tenga el poder, los Yunes azules serán intocables.
Se sabe
usada y burlada, porque fue Rocío Nahle García quien reactivó las denuncias
contra Miguel Ángel y Fernando Yunes Márquez, quien los cercó, quien orilló a
Chiquiyunes a huir del país, sin advertir que terminarían siendo camaradas,
compañeros de partido.
Nahle
los corretea y Adán Augusto los viste de guinda.
El
circo es para labrarlo en oro. Los Yunes, que se engullían al disparatado
Andrés Manuel López Obrador, al que no bajaban de “loco”, “vividor”, “traidor”,
“corrupto”, “viejo guango” y una sarta de verdades más, al final pactaron.
Fueron
acosados con denuncias penales, órdenes de aprehensión, una ficha roja para que
Interpol atrapara a Yunes Márquez en el extranjero. Esa pinza los llevó a la
negociación y al pacto de impunidad. Y Nahle perdió.
El voto
de Chiquiyunes validó en el Senado la reforma judicial, concediéndole a López
Obrador la captura del Poder Judicial de la Federación, el último contrapeso al
autoritarismo obradorista.
El voto
de la traición fue la purificación en el lodazal obradorista y,
consecuentemente, su conversión. Sólo faltaba afiliarse a Morena. Y Chiquiyunes
se afilió.
Nahle,
que tiene la lengua más suelta que los Yunes, se fue de bruces y azotó.
Había
jurado que si Morena acuerpaba a Yunes Márquez y a su padre, el ex gobernador
de Veracruz, Miguel Ángel Yunes Linares, Morena versión Veracruz no les daría
cabida.
“Nos
reservamos el derecho de admisión”, blofeó. Y lanzó a la jauría a marcar el
territorio como si Morena-Veracruz fuera de su propiedad.
Y como
si Veracruz también fuera suyo, vociferó: si Morena admite a los Yunes “me
declaro gobernadora independiente”.
Vio a
Yunes Márquez junto a Sheinbaum, esbozando una sonrisa los dos, y ahí comenzó a
sentir que la soledad política.
Vio
llegarle a Chiquiyunes un espacio en la Comisión de Justicia del Senado y la
tensión creció.
Vio a
Chiquiyunes convertido en presidente de la Comisión de Hacienda del Senado y ya
puede imaginar que en un descuido le va a auditar su paso por la refinería
Olmeca, los negocios del clan familiar, el del marido incómodo, Pepe Peña Peña
y los amigos y compadres, los más de 200 mil millones de pesos tirados al
drenaje en una refinería que no refina ni el agua de lluvia que inunda sus patios.
“Allá
en el Senado ellos tomarán sus decisiones, pero aquí en Veracruz hemos sido
puntuales. No voy a ahondar sobre el tema, ya hice una declaración y que cada
quien asuma las consecuencias de sus actos”, replicó con la soberbia que lleva
en la entraña.
El 19
de diciembre de 2024 retó a la cúpula nacional de Morena. La afiliación de los
Yunes no depende solo de la cúpula de Morena, dijo, sino de las bases del
movimiento.
Y
exhibió su dolor: ellos, los Yunes, la hicieron víctima de violencia política
de género en la campaña por la gubernatura. Una patraña. La violencia política
de género no fue más que la exhibición de riqueza inexplicable, que ella misma
admitió al mostrar las escrituras de sus propiedades.
El 14
de febrero pasado, antes de su encuentro con Sheinbaum en Veracruz, Nahle
insistió en que Morena no es solo un partido, sino un movimiento, y que la
militancia demandará cuentas a quienes se alejen de sus principios.
Rocío
Nahle ya veía venir el torbellino que la hace girar, que le resta poder, que la
obliga a cohabitar en Morena con sus nuevos camaradas, sus victimarios, los
Yunes azules.
Y al
final, el golpe brutal: la afiliación del Chiquichairo.
Literalmente
enloquece. Sheinbaum estuvo en Veracruz y no la alertó, mucho menos impidió la
afiliación de Yunes Márquez. En ese punto, Nahle no tiene el apoyo
presidencial.
La
reacción de Nahle es insólita. Es una revuelta contra la cúpula de Morena, contra
los personeros de López Obrador, contra Adán Augusto y Noroña, contra Luisa
María Alcalde Luján y, por encima de todos, contra Andrés Manuel López Beltrán.
Si Andy y Chiquiyunes aparecen en la misma fotografía, por algo será.
Las
pataletas de Nahle son las de una niña malcriada que ronda la tercera edad, una
disparatada política ignorante de las reglas del poder.
La
revuelta contra Morena nacional la hacen mover a los cortesanos, la secta que
usa para agitar e increpar, los Gómez Cazarín, los Ramírez Zepeta, los Zenyazen
Escobar, una banda de gusanos, los adalides del atropello y la corrupción en
los días en que Cuitláhuac García gobernaba Veracruz y Rocío Nahle era su
encubridora y cómplice.
Nahle
mide mal el resultado de la afrenta. Si López Obrador pactó con los Yunes y así
logró sacar la reforma judicial, los Yunes quedan bajo su protección. El reto
de Nahle es a López Obrador, su mentor.
Nahle
exige que sea la Comisión Nacional de Honestidad y Justicia la que valide o no
la afiliación de Yunes Márquez. Luisa María Alcalde dice que así será.
Sheinbaum sostiene que es Morena quien determinará si la afiliación procede. Se
infiere que la CNHJ no tendrá elementos para negar la afiliación, ya que la
“carpeta azul” que usa como argumento la gobernadora de Veracruz, con supuestas
pruebas de desvío de recursos y lavado de dinero no han tenido nunca efecto
judicial.
Nahle
no mide el impacto electoral. Morena la va a dejar sin candidatos de su cuadra
a las alcaldías de Veracruz porque los registros ante el Ople llevan el aval
del nacional.
Nahle
no intuye que Adán Augusto López Hernández y Gerardo Fernández Noroña pueden
hallar el resquicio para declarar la desaparición de poderes en Veracruz.
Y si
Nahle se declara gobernadora independiente, Morena la va a desechar.
METADATO
De
última hora, Alberto Mijangos se mete a la final por la candidatura del PAN a
la alcaldía de Coatzacoalcos. Controvertido, priista, morenista sin afiliación,
emecista, vuelve el ex delegado de Profeco y ex secretario de Gobierno municipal
a la arena política. Ya contendió por la presidencia municipal, en 2021, y sus
votos le dieron a Movimiento Ciudadano su primera regiduría, que debió ser para
una mujer, Mónica Mijangos, su hija, pero que en una negociación ilegal se le
asignó a Luis Gutiérrez González, el más servil de los regidores, postrado a
los pies del alcalde morenista, Amado Cruz Malpica. Mijangos trae mucho
kilometraje recorrido. Tiene experiencia política y es un concertador nato, muy
cercano a la gente, a los que suele resolverles las demandas que plantean.
Enfrenta en la interna del PAN a Liliana Orantes Abadía, de pésimos
antecedentes, episodios de violencia, dada a realizar contracampaña, como
ocurrió en 2018, con la pistola al cinto y hasta solapadora de un chofer –Paulino–
que por una gresca le quitó la vida a un trabajador de Obras Públicas
–Teodoro–, caso que quedó impune. Y no se diga lo de su hermano, señalado por
los cárteles en Chiapas, su lugar de origen. Mijangos también enfrenta a Moisés
Zarco, abogado con ínfulas de Robin Hood, el apóstol de los baches y los postes
caídos, que deja caer los casos en los tribunales causando daños irreparables a
sus clientes, y que no se mide para elogiar al ex presidente morenista, Andrés
Manuel López Obrador, y a la hoy gobernadora espuria, también morenista, Norma
Rocío Nahle García. Viéndolo así, Alberto Mijangos sólo espera el dictamen del
PAN nacional… Se llama Víctor David Palacios Gutiérrez y es el operador del
Clan Nahle-Peña en la asignación de obras en el gobierno de Veracruz. Fue jefe
de Norma Rocío Nahle García en los tiempos de la hoy gobernadora espuria
laboraba en Pemex, en Petroquímica Cangrejera en el sur del estado. Nahle lo
elevó a director general de Gas Natural y Petroquímicos en la Secretaría de
energía; lo propuso para ser integrante de la Comisión Reguladora de Energía, y
López Obrador, en enero de 2024, lo ascendió a subsecretario de Hidrocarburos,
de la que era encargado desde la salida de Nahle de la Sener. Quienes quieran
contratos de obra en la Secretaría de Infraestructura y Obras Públicas del
gobierno de Veracruz, se tienen que cuadrar con Víctor David Palacios
Gutiérrez, el nuevo subsecretario. Es el operador del Clan Nahle-Peña. Con él,
los diezmos. Con él, las llaves del paraíso… ¿Cómo le llamaba Cutberto Sánchez
a Pedro Miguel Rosaldo Salazar? Palurdo. O sea, rústico, inculto, ignorante,
ordinario, patán. Corría el año 2000 y el Partido de la Revolución Democrática
era el amo y señor de la diputación federal en Coatzacoalcos. No perdía ninguna
elección. Armando Rotter Maldonado, alcalde con licencia, candidato perredista,
se bajó de la contienda amagado por el PRI que veló armas y lo acechó, enviando
señales de que lo refundiría en la cárcel, acusado de desvío de recursos y
peculado. A un mes de la elección, Pedro Miguel Rosaldo Salazar, médico de
profesión, con profundas raíces en la sociedad, entró al relevo y ganó la
diputación federal. Poco después, Cutberto Sánchez comenzó a definirlo como
“palurdo”. Ni imaginar que 25 años después Pedro Miguel Rosaldo García, hijo
del ex diputado federal, se enfila a la alcaldía de Coatzacoalcos por Morena.
Así, Cutberto Sánchez no volverá a ser director de Alumbrado Público municipal.
Y todo por llamarle “palurdo” al padre del futuro alcalde, generando risas y
sorna entre el perredismo que recuerda aquellos tiempos… ¿Quién es la adicta a
drogas que cobra en el ayuntamiento de Coatzacoalcos y quién es su amigo-socio
entrañable con el que hace negocios? Una pista: está adscrita a la nómina de un
importante departamento en la primera planta del palacio municipal. Y él es que
opera los contratos y el reparto de las facturas…
https://mussiocardenas.com/la-nina-malcriada-no-entiende-las-reglas-del-poder/
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