José Miguel Cobián| 11 marzo 2025
Tribuna
Libre.- El surrealismo mexicano es impresionante. Bien dijo André Bretón que de
haber conocido de joven nuestro país, jamás hubiera inventado el surrealismo.
Imagina
un negocio, un comercio, el que tú quieras, en el cual se le diga a los
clientes, que sólo se va a atender a determinado número, siempre menor a la
demanda. Eso es ridículo. Cualquier persona en la iniciativa privada, sabe que
su negocio crece cuando atiende a más clientes.
Un tortero no va a
negarse a vender más tortas si tiene demanda. Un vendedor de frutas igual. Un
taxista no se va a negar a hacer una corrida adicional salvo que ya tenga que
entregar el auto a otro chofer. Una tienda que sepa que tiene éxito, va a
procurar poder atender a más clientes, para poder incrementar la venta de sus
productos.
En el sector público
actúan al revés. Incluso cuando ganan por cada operación realizada. Un absurdo
doble es el caso de la oficina de licencias. Siempre tiene filas enormes. Si
las fichas las dan a las 10 de la mañana, hay personas que llegan a las seis o
cinco de la mañana a formarse. El servicio es brutalmente ineficiente, y sin
embargo nadie reclama.
A todos nos queda
claro que la expedición de licencias en Veracruz es una concesión. Suponemos
por lo tanto, que el propietario del negocio, gana por cada licencia que
expide. Y sin embargo, a pesar de tener demanda superior a su oferta, no hace
absolutamente nada por incrementar la capacidad de otorgar licencias a quién lo
necesita.
Aún si fuera un
negocio del estado, es absurdo pensar que el estado o el propietario pueden
ganar más dinero si atienden a más solicitantes de licencias cada día, y no lo
hacen. ¿Por qué razón alguien que puede ganar más con un servicio no se aplica
a mejorar su labor de venta? Sólo el surrealismo de México puede responder a
esa pregunta. Sea particular o del estado, si tienen la posibilidad de ganar
más dinero todos los días, la única razón por la cual no lo hacen es porque el
dueño es chambón e ineficiente. No quiere tener más equipos, ni más empleados,
aunque eso eleve el rendimiento del negocio de expedir licencias.
Equivale al mítico
ejemplo de la señora que vende manzanas en la calle, y llega alguien a
comprarle no sólo las manzanas que lleva en el canasto, sino la cosecha, y ella
dice que no vendería porque ¨qué voy a hacer mañana¨. Oiga señora ¿ud cuántas
manzanas vende al día? R: * Yo vendo 50 manzanas diarias* ¨Necesito que me
venda setenta manzanas mañana¨ R: *De ninguna manera yo sólo vendo 50 manzanas
diarias no 70* Así de absurdo se escucha que a pesar de las filas, las
molestias al cliente, y la demanda superior a la oferta, los concesionarios
para la expedición de licencias, no atiendan a un mayor número de personas cada
día. Tienen un número limitado de fichas y de ahí no pasan. Se entiende que los
empleados tienen un límite de atención por 8 horas de trabajo. Lo que no se
entiende es que el propietario no amplíe sus instalaciones para atender a más
clientes que solicitan licencia.
Otro ejemplo
criminal, es la atención de salud pública, ya sea IMSS, ISSSTE o centros de
Salud. Hay una demanda mayor a la oferta, y al gobierno no le importa que los
mexicanos pierdan una cantidad
brutal de horas
hombre, esperando ser atendidos. Mucho menos le importa que mueran mexicanos
esperando ser operados, o esperando un procedimiento determinado, desde un
análisis, hasta una tomografía. Todo se pospone. Todo sabemos que hay mayor
demanda a la oferta en los servicios de salud, y a pesar de que todos los
pagamos, el gobierno se empeña en que cada día sean más ineficientes, y no por
culpa de los empleados de salud, sino porque el patrón, el señor gobierno,
decide que no va a contratar a más personas que atiendan a los mexicanos, no va
a invertir en más hospitales, cuartos, quirófanos, ampliar áreas de urgencias,
etc. No va a comprar más insumos, ni va a comprar más medicinas. Es decir, de
manera absolutamente criminal se abusa de la población necesitada de éstos
servicios.
Lo más absurdo es que
si en una empresa privada, alguien no es bien atendido, generalmente el
mexicano se queja y exige una buena atención, pero cuando se trata de servicios
que otorga o concesiona el gobierno, entonces lo agachón y sumiso del mexicano
aparecen de inmediato. Prefieren aguantar perder horas y horas de su tiempo,
aguantar una enfermedad hasta que los puedan atender, o aceptar la extorsión de
algunos médicos que piden un moche para pasar su asunto hasta arriba en la
lista de espera, o atenderlos en el sector privado, que exigir y reclamar.
Pero esto no pasa
solamente en el sector salud, o en la expedición de licencias. Salvo honrosas
excepciones, como es el caso de expedición de pasaportes, y algunos servicios
municipales que sí funcionan, la mayoría de los servicios que proporciona el
estado son de una calidad mediocre en exceso. Llámese seguridad pública, en
ciudades y carreteras, tránsito, pavimentación de ciudades y carreteras,
expedición de cualquier permiso o documento, o cualquier cosa que se pueda uno
imaginar, pasar por el poder de la burocracia que debería estar para servir al
ciudadano, es pasar por un viacrucis, en el cual el ciudadano se convierte en
servidor del burócrata.
Hace poco, acompañé a
un amigo español a hacer un trámite en su embajada. Pidió disculpas por
molestar, y le respondieron que no había nada que disculpar, que era ciudadano
Español y merecía atención y respeto por parte de los servidores públicos de su
país. Esa es la diferencia entre un país civilizado del primer mundo y un país
como México. Cuando menos deberíamos de aspirar a llegar a ser del primer mundo
algún día, y comenzar a dar los primeros pasos hoy. elbaldondecobian@gmail.com
@jmcmex https://josecobian.blogspot.com/2025/03/blog-post_10.html
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