José Miguel Cobián | 10 octubre 2022
Tribuna
Libre.- México
es el país de la simulación y las apariencias. Simula el gobernante que
gobierna por el bien del pueblo. Simula el pueblo que confía en el gobernante.
Simulamos que le confiamos en el médico, le pedimos un procedimiento y luego
acudimos con otro médico a que nos realice el procedimiento. El arquitecto
simula que está a favor de su cliente pero recibe comisiones de los proveedores
a quienes acude. Lo mismo ocurre con el ingeniero. El abogado simula estar a
favor de su cliente, pero prolonga los asuntos que no puede ganar, y sí mucho
me apuran, hasta pide dinero para agilizar los trámites, y si hay suerte, algo
de ese dinero cae en manos del ministerio público o del juez.
El ministerio público simula ser el defensor
del pueblo, cuando en realidad ocupa su puesto para venderlo al mejor postor, y
lo mismo ocurre con el juez. El soldado finge que está dispuesto a dar su vida
por tu seguridad, cuando en realidad tienen órdenes de no mover un dedo para
defender al pueblo. El marino sabe que sus helicópteros se caen por falta de
mantenimiento, pero obedece y se monta en ellos, o peor aún, el secretario de
marina dispone de los recursos de su secretaría para fines distintos del
mantenimiento de sus equipos, y así, cada día, la marina se queda con menos y
menos equipo.
Simula el priísta que vota a favor de militar
el país, porque es la única opción que hay para enfrentar al crimen organizado,
con un ejército que no enfrenta al crimen organizado. Simula el panista
indignarse por dar legitimidad jurídica a la permanencia del ejército en las
calles, cuando ellos fueron los primeros que lo sacaron a las calles, sin
sustento jurídico.
Simula un grupo de oposición una moratoria
constitucional, con la bendición del ejecutivo ante la oposición de Estados
Unidos a una ley eléctrica, simulación que deja de existir cuando de prolongar
la presencia del ejército en las calles se trata.
Simula el congreso que va a vigilar los
resultados de la permanencia del ejército en las calles, exigiendo exclusivamente
una comparecencia del titular del ramo, que no tiene efectos jurídicos, en
lugar de establecer mecanismos claros y eficientes de evaluación y rendición de
cuentas y resultados.
Simula el director de PEMEX que ya se
acabaron las compras clandestinas de derivados del petróleo en las refinerías y
centros de distribución de PEMEX, cuando se sigue vendiendo diesel y gasolinas
con pipas completas que salen directamente de las instalaciones de PEMEX sin
ser facturadas.
Simula el presidente que se combate el
huachicol y el gasicol (robo de gas), cuando los gobernadores de su propio
partido, tienen nexos familiares y de negocios con quiénes continúan con esas
prácticas ilegales.
Se simula la cancelación de la construcción
del aeropuerto de Texcoco por beneficiar a México, cuando en realidad se
benefició al grupo de constructoras, e inversionistas, que recibieron
indemnizaciones y pagos superiores a lo invertido originalmente, simulando un
avance superior al real.
Se simula un pleito entre CFE y los constructores
de un gasoducto, para recibir el moche adicional en este sexenio, costando al
país más de 500 millones de dólares adicionales (a valor presente).
Simulan los alcaldes y gobernadores del
partido gobernante que tienen sub ejercicios, los cuales al ser devueltos a la
federación, cumplen como un pago a cambio de impunidad.
Simulan poderosos funcionarios estatales y
federales promover compras a ¨ciertas empresas¨, con las cuales tienen nexos
económicos y pingües beneficios. Lo que nos lleva a que todos los candidatos
buscan un puesto de elección popular, con el fin de enriquecerse a costillas
del erario público. Millones de mexicanos han pasado por las regidurías,
sindicaturas, alcaldías, gubernaturas, diputaciones locales, diputaciones
federales, senadurías, presidencia de la república y puestos de mando en todas
esas áreas, y muy pocos han salido con lo mismo que entraron, pero se simula
que buscan el beneficio de la población, y la población simula que les cree.
Se simula que México es un país importante en
el concierto de naciones, cuando para el resto de las naciones importamos muy
poco, nos consideran un país lleno de corrupción e impunidad, dónde el ser
criminal rinde mejores fruto que ser un miembro digno de la sociedad…. Y tienen
razón. Al final sólo somos importantes para los dirigentes de algunos países a
los cuales subsidiamos con dinero de los mexicanos, sea la dictadura cubana, la
nicaragüense, la venezolana, o impresentables como Lula, Evo, y muchos otros,
que solo llevan a sus pueblos a un abismo de dolor y desesperación.
Simular en lugar de reconocer la realidad es
todo un arte en México. El corrupto presume de honesto. El desinformado presume
lo contrario. El ignorante presume sabiduría, aún desde la más alta tribuna del
país. Y sobre todo, los mexicanos simulamos que nos interesa el país, cuando en
realidad nos interesa nuestra comodidad personal y nuestro beneficio
particular.
México es una sociedad rota desde su
estructura fundamental, y no hay quién ponga el dedo en la llaga y comience a
remendar todo lo roto.
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https://josecobian.blogspot.com/2022/10/simulacion-la-mexicana.html