Ángel Rafael Martínez Alarcón | 24 abril 2023
Tribuna Libre.- En las primeras horas del lunes 17 de abril del presente año 2023, dejó de latir el corazón de mi madre, Rosa Ríos García de Lagunes. Luego de luchar como siempre lo hizo en la vida, con toda adversidad, en la segunda semana de la Pascua de Resurrección de Nuestro Señor Jesucristo.
El cáncer fue la causa de su partida a la
vida eterna, ella desde su niñez hasta el último momento, fue una mujer de una
fuerte fe. Hasta el último momento luchó, pero también tenía la esperanza de
las promesas de la vida eterna, su fortaleza en este último periodo de su vida,
también nos dejó muchas enseñanzas, todos estos meses como el Siervo de Yahvé,
vivió aceptando la voluntad de Dios, con la enfermedad.
Quiero aprovechar el presente espacio para
agradecer a los amigos, compañeros de las diferentes instituciones educativas
por la solidaridad en acompañarnos en los funerales, y sepelio, hasta su última
morada en Bosques del Recuerdo. No hay palabras de agradecimiento por él estar
ahí, en ese momento tan importante en la vida de la familia. También a los
familiares que se movilizaron de los diferentes estados, poblaciones para estar
ahí, en esa noche de velación. También los cientos de mensajes enviados por
WhatsApp, llamadas telefónicas para darnos las respectivas condolencias. Sin
olvidar las redes sociales, como Facebook, Instagram, Twitter, por donde los
amigos y conocidos enviaron sus respectivos mensajes de solidaridad, y palabras
de alientos, para la familia.
Hoy
las redes sociales también impactan en esta parte de la vida de la
humanidad, entre lo público y lo privado, los seres humanos nos estamos
comunicando a lo largo del mundo.
Nadie al nacer elige el destino de su vida,
tantas circunstancias que hay que enfrentar, como dice el escritor
uruguayo,Hector D` Álessandro:El tres madres. Tuve una madre biológica, María
Martinez Alarcón, (1941-2020) Madre para la gestación de mi hermana
Rosario y mia. Y la vida nos dio dos
extraordinarias madres adoptivas: Felicitas Bello Alvarado (1907-1982) y Rosa
Ríos Garcíade Lagunes (1941-2023) Con ella he vivido toda mi vida. Así son los
caminos de la vida.
Rosa Ríos García, nace un 14 de junio de
1941, en la localidad de La Joya, municipio de Acajete, Veracruz, a unos 10
kilómetros de la ciudad de Xalapa. Sus padres Samuel Ríos, y Alicia García
Olivares, oriunda de La Joya. Dos años más tarde nace Manuela. Quedando huérfanas de madre, y llegan a
Xalapa, a la casa de su madrina de bautizo, Felicitas Bello Alvarado, quién
desde ese momento las adoptó como ahijadas-hijas. En su domicilio de la Avenida
Revolución. Ahí donde terminaba la ciudad de Xalapa, hace 80 años. La madrina
era figura pública de la pequeña ciudad, como dueña de la concesión de la
gasolinera de la Cruz de la Misión, pues en esos años su primo el presidente
Caballero Manuel Ávila Camacho (1895-1955) gobernaba la nación.
Rosa desde los primeros años de la vida, ya
se caracterizaba como una amazona, pues el destino, siempre le puso toda clase de
adversidades, las cuales fueron
superadas, por la fe que en ella siempre existió. Con un carácter fuerte, pero
siempre habia una mujer sumamente
amorosa. Sus primeros estudios los realizó en el Centro Escolar Revolución,
logrando terminar la secundaria. Ella no estudió por circunstancias ajenas a su
voluntad.Con una extraordinaria inteligencia que no necesito titulos
universitarios.Al año de casada, pierde su hogar por un incendio.
Ella desde siempre tuvo muy claras sus
vocaciones, una de ella del servicio de transformar la vida de su alrededor, y
de comerciante, vendió desde oro, ropa, carne,
todo que producto que hubiera una ganancia. Viajó por la famosa fayuca,
ya sea los Estados Unidos o
Chetumal, sería muy largo en enunciar la
lista de lo que vendió en su vida desde la fruta de temporada. Otra de sus
vocaciones fue viajar.
A los veinte años de vida, empieza una
maternidad adoptiva, con Maricela, Felicitas, María Luisa, Rosario, y yo. Años
más tarde contrajo nupcias con Ignacio Lagunes García, siendo casados por el
Dr. José Benigno Zilli Manica,(1934-2016), primer párroco del Calvario. En
1974, nace su primer hijo Ignacio Eleuterio (1974-1992) y para 1978, nace Ana
Rosa. Ella fue nuestra madrina de
primera comunión de mi hermana y yo, con
David Nader Hadad. Y Rosario y yo fuimos
sus padrinos de lazo.
Son millones de recuerdos en la memoria y en
el corazón, pues ella siempre se consagró como nuestra madre, siempre lo dio
todo por sus hijos. Tanto mi hermana y yo tuvimos problemas del lenguaje, pues
no pararon mis madres adoptivas hasta conseguir que pudiera hablar desde de la medicina alópata hasta la
alternativa. Y los mismos pasos con los estudios. Hasta el doctorado realizado
por mí siempre estuvo pendiente, y más que los realice en España.
Con el fallecimiento de mi hermano Ignacio
Eleuterio, hay una conversión al
cristianismo, ella siempre fue mujer de fe. Recuerdo los domingos por la tarde
releyendo la hojita Almas, donde encontraban la lectura del domingo. Siendo
joven peregrinaba todos los años desde la Loya, hasta la tumba del hoy santo
Rafael Guízar y Valencia, (1878-1938) de quién había visto su cuerpo expuesto
en la cátedral en 1950. Muy activida en favor de los más pobres, organizando
colectas de ropa o juguetes para los niños. Así como también apoyando a la Cruz
Roja. Mucho tiempo fue la señorita que aplicaba las inyecciones en el barrio.
También fue mi maestra de la historia del
barrio de la cruz de la misión y los habitantes de la avenida Revolución. Sus
idas al circo en lo que hoy es la Rotonda, la ciudad y ella iban creciendo
paralelamente. Recordaba muy bien que a los 14 años asistió a los funerales del
expresidente Manuel Ávila Camacho, que había fallecido en octubre de 1955.
Como buena amazona, en el 2017, enfrentó por
primera vez el cáncer. El cual pudo vencer y un par de años después. El regreso
en el otoño de 2022 tuvo una ejemplar aceptación, que se llegaba el final de su
vida. Siempre estuvo vendiendo su realidad en enfermedad.
Yo
hoy, como el Paquito de Salvador
Díaz Mirón, (1853-1928) ¡ Qué bien me
acuerdo¡ de cada aliento, de cada paso,
beso, regaño, de todo exquisito sazón para la comida. Hasta siempre madre de
este hijo que nunca estuvo altura.