* Tres
meses después, Cuitláhuac es un fiasco *
Paliza en el caso Winckler * Y se parte
Morena en el Congreso * El Senado
dispone, AMLO descompone * Crece la
violencia en Veracruz * De la ficha
criminal del H * ¿Quién provoca en baño
de sangre? * Las manitas del diputado
sobre Mónica Robles * Nahle y el juez
que aspira a ser magistrado
Mussio Cárdenas Arellano |
28 febrero de
2018
Tribuna Libre.- Sin quién los guíe, sin luz, sin rumbo,
Morena ve a sus diputados partir. Cargan los resabios del conflicto, la
confrontación por el poder, las torpezas de un líder miope, torpe, incapaz, y
la inquina de un gobernador que riñe hasta con lo que no existe, que vive y
pernocta en otra dimensión.
Se van con el sable en la mano, volando
cabezas, advirtiendo de los vicios y caprichos, la falta de operación política,
la nula efectividad republicana, insumos que conforman el primer fracaso
monumental de Morena en el Congreso de Veracruz.
Leno Rosales, el que más habla, acusa intromisión
de Cuitláhuac García, el ciego de palacio, y su santo tripulador, Eric
Patrocinio Cisneros, el desarraigado secretario de Gobierno que no dialoga,
impone; que no concilia, atropella; que no tranquiliza el vendaval, lo atiza.
Su culmen fue la fallida destitución del
fiscal Jorge Winckler. Lo pasaron por dos juicios políticos y una andanada
mediática y el resultado fue un ridículo devastador.
Morena dominando el Congreso, en número de
diputados, en estructura administrativa, con su prensa servil, y el fiscal se
quedó.
Mayoría inútil, la de los cortesanos de López
Obrador, unos porque no saben un gramo de leyes y otros, los que sí, por
mañosos y podridos, conscientes que aprobar un dictamen de juicio político —o
dos—, violando la ley, terminaría con un rotundo no en el Poder Judicial de
Veracruz, o se caería cuando llegara al ámbito federal.
Aun así, sabiendo que por el lado de la ley
no era, prevaleció la terca ignorancia del gobernador. Tiró línea. Instruyó
Patrocinio. Ordenó Patrocinio. Los jodió Patrocinio.
Ciego Cuitláhuac, ciegos los diputados de
Morena, caminaron hacia el abismo. Y su coordinador, Juan Javier Gómez Cazarín,
simulando que sabía operar, llegó a las sesiones sin los votos de 34 diputados
que aseguraran mayoría calificada como lo establece la Constitución de
Veracruz.
Presumía Gómez Cazarín que a dos diputados
del PAN los traía en la bolsa. A cambio de la traición, el Tribunal Electoral
de Veracruz tumbaría a su líder estatal, José de Jesús Mancha, reivindicando a
Joaquín Guzmán Avilés, El Chapito, cacique de Tantoyuca, donde sólo su hermano,
su hermana y él pueden tener poder, atizando el conflicto entre el yunismo y
sus rivales, antes aliados.
Pero el líder de Morena en el Congreso falló.
Tonto o miope, olvidó que en política mientras uno suma, su adversario resta.
Jaló dos votos de panistas, el de Enrique Cambranis y Nora Jáuregui, sin
advertir que la oposición ya taponaba el boquete llevándose a la priista Ericka
Ayala, ex senadora, y a la morenista Jessica Ramírez, legisladora por
Minatitlán.
Y Winckler sigue ahí.
Sus juicios fueron un bodrio legal. Armado,
uno de ellos, por un fantasmón que vive del recuerdo, Jorge Reyes Peralta, el
resultado fue el ridículo total.
Abogado fidelista, abogado fiasco, con más
lengua que neurona, basó su alegato en el testimonio de un procesado de pésimo
historial, Gilberto “A”, ex director de Servicios Periciales, al que le imputan
haberse prestado a la desaparición forzada de por lo menos 19 personas a manos
de la policía criminal del duartismo.
El otro se sustentó en la versión de otro
personaje de fina estampa, escolta de Fisculín, alias Luis Ángel “B” de Bravo y
“C” de Contreras, el brazo ministerial del ex gobernador Javier Duarte. Alegaba
el respetable guarura que Winckler lo sometió a tortura. Y así se endeble era
el rollo que ni su amada esposa lo corroboró. El caso fue desestimado en el
ámbito federal hace siete meses.
Sobró la estridencia de una prensa que no
niega sus filias, duartistas puros, duartistas infames, golpe tras golpe sobre
la tesis de que el fiscal se tenía que ir.
Repicaban a diario que porque hay secuestros,
homicidios, extorsión, robo, el fiscal —repetían sin cesar— se tenía que ir. ¿Y
acaso la prevención no es tarea del gobernador, según vociferaba en campaña
Cuitláhuac García?
Hecho trizas, Morena no alcanza a unir sus
fragmentos. Les faltan tres piezas de un rompecabezas sin forma y otras están a
punto de volar.
Humeaba aún la pólvora, impactada la cúpula
obradorista, enfurecido el gobernador, humillado Patrocinio, cuando tres de los
suyos los mandaron tácitamente al infierno y más allá.
Sobre el campo batalla, Gómez Cazarín y el
presidente del Congreso, el neomorenista José Manuel Pozos, que antes pasó por
el PRI, ex candidato panista de la línea de Enrique Cambranis, uno de los
diputados del PAN que se prestó a reventar a Winckler. Y con ellos, la banda de
Morena que acataba la orden, el capricho de Cuitláhuac y su tripulador.
Se fueron José Magdaleno Rosales Torres,
Jessica Ramírez Cisneros y Augusto Nahún Álvarez Pellico, el de Medellín, la de
Minatitlán y el de Orizaba. Son los primeros en externar su rebeldía,
aguardando a otros que pronto se irán.
De los 26 diputados originales, les quedan
23. Ya no alcanza Morena mayoría simple de 25 votos.
Se van los tres y la felpa es de antología.
Concluido el circo del juicio al fiscal, se abrieron de la fracción
parlamentaria de Morena, constituyendo una independiente, denominada —para que
duela en Morena— “Juntos Haremos Historia”.
Lidera Leno al grupo de los tres. Y con
ellos, el diputado del Partido del Trabajo, Erik Iván Aguilar.
De tiempo atrás truena Magdaleno Rosales
contra Patrocinio por ignorante y atropellado, por dictar línea para ver
arrodillarse a todos.
A su par, Juan Javier Gómez Cazarín, extraído
de un archivo viejo, sin roce político, un infeliz invento del gobernador, lo
ubicó como un operador de barrio, comprador de conciencias, pagador de
lealtades, vía tarjetas Saldazo con las que realizaba depósitos a otros
legisladores que así abrían la tapa del cofre de Cuitláhuac García.
Confrontados desde que todos eran “electos”,
Magdaleno Rosales mostraba así las cuarteaduras de Morena, los trinquetes y las
satrapías, la infame condición del que no se alinee, no sale en la foto.
Frente a la lideresa nacional de Morena,
Yeidckol Polenvsky, Leno acusó las tretas de Gómez Cazarín cercando al
gobernador, el que abre o cierra puertas.
Se van Leno, Jessica y Nahúm, hastiados de
las pifias de Gómez Cazarín, de cómo guía a Morena en el Congreso de Veracruz,
del manejo —ojo— administrativo y político.
Sacudido, Morena lleva tres meses en el poder
y el carnaval se les adelantó. Perdió diputados de su bancada, se confrontó con
Gonzalo Guízar, del Partido Encuentro Social; se les fue el petista Erick Iván
Aguilar López, y dos priistas, Ericka Ayala y Juan Carlos Molina, les han
votado en contra.
Tres meses y el caos impacta. Al garete su
gobierno, Cuitláhuac añora la salsa, las caguamas y el sabadaba, los cuates de
la Progreso, en Xalapa, el jolgorio y el reventón.
Su gobierno, en tres meses, hace agua. No hay
luz ni rumbo. Llega tarde el presupuesto, reformado por él, y origina un
tsunami de reclamos, recortando a dependencias clave y manteniendo al ejército
de inútiles, amigos y familiares, en los cargos de dirección.
Sus vendettas lo distraen, y lo exhiben. La
del fiscal Winckler es una epopeya. Sabiendo que carecía de sustento legal,
apostó a un mayoriteo en el Congreso y ahí también reventó.
Su líder cameral, Gómez Cazarín no sabe
operar. Ni alcanzó la mayoría para separar del cargo al fiscal, y provocó el
éxodo de tres integrantes de su bancada.
Tres meses y Cuitláhuac no arranca. O arranca
mal.
Pasa sus días en el limbo, riñendo hasta con
lo que no existe, detrás de sus fantasmas, viviendo y pernoctando en otra
dimensión
Dicho está: gobernador que controla medio
Congreso, es medio gobernador.
Archivo muerto
Como Calígula que desairaba al Senado romano,
Andrés Manuel López Obrador se complace en la Guardia Nacional, aprobada por la
Cámara Alta y ya casi en la Baja, y desliza que quien la encabece puede ser un
militar en retiro, pero al fin militar. O sea, el Senado aprueba que sea un
civil y AMLO ni lo oye ni lo pela. Es su prerrogativa, enfatiza el presidente.
Y puede imponer a un civil o a un militar. Ese, entre otros puntos, atoraron el
dictamen en el Senado. Aprobó la Cámara de Diputados, cámara de origen, la
iniciativa presidencial que da a los militares y navales estatus jurídico para
asumir la lucha contra el crimen organizado. Antes, de Felipe Calderón para
acá, más de 12 años actuando fuera de la ley, fustigados por ministros de la
Suprema Corte de la Nación, increpados por organismos de derechos humanos,
acusados por el mismo López Obrador de abusos, atropellos, violentando los
derechos ciudadanos. En el Senado, Morena y el Partido del Trabajo concibieron
un dictamen que otorgaba mando militar en la parte operativa, sin plazo para el
regreso de los militares y navales a sus cuarteles, manteniendo el fuero
militar. Pero la oposición —PRI, PAN, PRD y Movimiento Ciudadano— rechazó
avalarlo. Morena pasó entonces del desdén a la suavidad. Sabiendo que irse
solos, mayoriteando, generaría ilegitimidad, modificó el dictamen e incluyó lo
que sus adversarios proponían. Cedió a la presión. Al frente de la Guardia
Nacional quedará un civil, no habrá junta militar, no habrá fuero militar y se
le impone caducidad a la actuación de los militares, que en cinco años máximo
retornarán a sus cuarteles. Unos y otros reclamaban el triunfo. Festejaban los
opositores y los organismos de derechos humanos. Y horas después, AMLO, que
andaba como león enjaulado por fallarle al sector castrense en su estatus de
privilegio, sale a decir que tiene la facultad de designar al frente de la
Guardia Nacional a un civil o a un militar. O sea, el Senado vale nada. Pero si
impone a un militar, Morena y el Dios Peje mismo quedan como falaces y
tramposos. Y los organismos de derechos humanos se lo van a acabar… Suman y
suman los muertos en Veracruz, y el secuestro y el robo y la extorsión. Una
semana, la del 17 al 24 de febrero, detona la crisis de inseguridad, el baño de
sangre y la zozobra social. Hay 32 asesinatos más que se agregan a los 96
ocurridos en el resto del mes. Y 12 secuestros, que sumados a los 21 de las dos
primeras semanas de febrero, alcanzan 33 sucesos, disparando a Veracruz al
primer lugar nacional. Creció el robo de vehículo de 242 a 319 casos; el robo a
comercio de 344 a 444 eventos; el robo a transeúnte, de 48 a 68; el robo a
casa-habitación, de 64 a 89; se mantuvo el robo a banco en sólo 4 casos, y la
extorsión de 15 a 19 casos. Y esos son sólo los casos denunciados ante la
Fiscalía de Veracruz. De las 128 privaciones de la vida, 117 son varones y 11
mujeres. Una tragedia que no tiene fin… De la ficha criminal del Comandante H,
se extraen rostros y vidas, las de los nuevos capos y sus matones. Y algunos,
hay que decirlo, ya ni habitan este mundo. De esa ficha criminal, la que en
Tabasco le elaboraron a Hernán Martínez Zavaleta, hay una banda de
secuestradores que ya se extinguió; unos huidos, otros aprehendidos y unos
ejecutados. Hay otros que dejaron de ser zetas y se matricularon en el Cártel
Jalisco Nueva Generación. Recuérdese al que le quitaron la vida a as puertas
del edificio Celaya, y al que les dispararon en cinco ocasiones en Forum y
vive, y el temible Liebre, el sicario que fue por la familia del taxista, mató
a los niños frente a sus padres y luego los silenció a ellos. Ahí sólo faltó
Beba, la noviecita que ha corrido un buen. De otros archivos recuperaron los
rostros de Pablo Herrera, alias “Mamito” y “El Pana”, cuyas acciones sacuden al
sur de Veracruz. Y de otra banda llegó José Roberto Sánchez Cortés, ex fiscal
en Acayucan, príncipe consorte de la ex fiscal regional, Samyra Khoury
Colorado, ya fallecida, hoy categorizado como cabeza de la célula chiva en el
sur, buscado por su peligrosidad. Entre los lugartenientes del H y Sánchez
Cortés está la clave de la violencia y el baño de sangre. Servido Cuitláhuac.
Lo que exiges es saber… Foto explícita: las manitas del diputado Gómez Cazarín
sobre los brazos de la diputada Mónica Robles, la heredera número uno del Clan
de la Succión. Y la pícara risa de ambos. Así los capta la lente y ellos como
si nada, saludando al mundillo político, la runfla morenista que revolotea en
torno al panal de miel que representa su Mesías, el presidente Andrés Manuel
López Obrador, el día que arribó a Minatitlán al evento de la clausura del
basurero de Las Matas y ni una palabra le dedicó al tema ambiental. Podrá ser
un cero a la izquierda como presidente de la Junta de Coordinación Política del
Congreso de Veracruz. Podrá ser una nulidad como líder de Morena en la
Legislatura. O incluso un “pelele” del secretario de Gobierno, Eric Patrocinio
Cisneros, como lo definió el diputado aún morenista, Magdaleno Rosales Torres.
Lo que sí es que Juan Javier Gómez Cazarín es un apapachón. ¿Será que le quiere
pedalear la bici al maestro Iván Hillman Chapoy?… ¿Qué hay de cierto en que
Rocío Nahle, que no da una en temas energéticos, cabildea en la Suprema Corte,
toca puertas, gestiona y sugiere que a un juez federal, Juan José Contreras
Madero, le observen sus cualidades para ser elevado a la calidad de magistrado?
¿Será? Es el mismo juez que desecha amparos promovidos por ligas de futbol
contra el desalojo de las canchas —y su destrucción a manos del troglodita
Víctor Manuel Carranza, el mal llamado alcalde de Coatzacoalcos— con tesis
obsoletas. Otro juez Porky. ¿Cómo se le llama a ese manoseo? ¿Tráfico de
influencias? ¿Favores inconfesables?…