*1 y 2 de noviembre no son las únicas fechas en que
en México se “festeja” la muerte. Existen otras tradiciones que la celebran e
implican maltrato animal.
México, D.F. | 31 octubre de 2015
Tribuna Libre.- En México la
muerte es una tradición. Coloridos altares y panteones llenos (paradójicamente)
de alegría son la muestra clara de que todo lo que hay en esta vida puede
festejarse, hasta su fin. Nos es digno celebrar la vuelta de nuestros muertos.
Pero en ese
invento nuestro llamado cultura, hay una línea delgada que divide a nuestras
costumbres entre la celebración de la vuelta de la muerte o de su primera
llegada: aquí la muerte no siempre se celebra igual, nuestra sociedad también
perpetúa tradiciones que encierran el fin de la vida, y en las que el premio o
el atractivo es justamente matar.
Acontecen a cielo
abierto y a ojos de todos con bastante normalidad, porque el muerto es un
animal. En SinEmbargo hemos rescatado cinco usos y costumbres mexicanas,
consideradas tradiciones, que implican muerte y, de acuerdo con asociaciones
animalistas, maltrato animal.
TAUROMAQUIA
Es una danza con
la muerte que se ha realizado por más de cuatro siglos. El objetivo final es
insertar un estoque en la vértebra cervical y cortar la médula espinal de un
toro de libia, pero antes, picadores perforan su cuello para mermar sus
movimientos bruscos y además, le apuñalan con banderillas que desgarran sus
músculos, sus nervios y sus vasos sanguíneos.
Hasta entonces
deberán causarle la muerte, se supone, en pocos segundos, atravesando su médula
espinal.
“Pero este tipo de
muerte rápida y limpia no es lo normal: en la mayoría de los casos, el matador
no acierta en el punto clave [sino que] lesiona los pulmones y los grandes
bronquios del animal, causándole un flujo de sangre a borbotones por la boca y
la nariz. [Es] una muerte angustiosa”, asegura la organización animalista Humane
Society International México.
Al final, el
torero se lleva un premio o trofeo, los espectadores el espectáculo en la
memoria, y unos caballos, a rastras, al cadáver del negro animal. Hasta seis de
ellos mueren en cada corrida.
A principios de
este año el Comité de los Derechos del Niño de la Organización de las Naciones
Unidas (ONU) se refirió recientemente a la tauromaquia como una forma de
vulnerar los derechos de los niños.
En sus
observaciones finales sobre los últimos informes de México relativos al la
Convención sobre Derechos del Niño, el Comité expresó que “está particularmente
preocupado por el bienestar físico y mental de los niños que acuden a escuelas
taurinas y participan en corridas de toros y otros espectáculos asociados a
ella, así como por el bienestar mental y emocional de los espectadores
infantiles que están expuestos a la violencia de las corridas de toros”.
La institución
instó al Estado mexicano a “adoptar las medidas necesarias para garantizar la
prohibición de la participación infantil en escuelas taurinas y corridas de
toros por estar consideradas como una de las peores formas de trabajo infantil,
así como tomar las medidas necesarias para protegerlos, en su calidad de
espectadores y aumentar la conciencia de la violencia física y mental asociada
con la tauromaquia y el impacto que genera en los niños”
PELEAS DE GALLOS
Es una tradición
heredada de Europa. Las peleas de gallos, en que los animales se enfrentan a
muerte para gusto de los hombres, ya han sido declaradas Patrimonio Cultural
Inmaterial del Estado de Aguascalientes y en Zacatecas. En este último estado,
al aprobar la actividad como patrimonio, el Congreso local redactó que “no
debemos permitir que desaparezcan estas prácticas que nos vinculan con el
pasado”.
Los animalistas no
piensan igual. De acuerdo con asociaciones como Personas por el Trato Ético de
los Animales (PETA, en inglés), se trata de un “deporte sangriento” que implica
crueldad animal y en el que la exposición, incluso de niños, a este tipo de actos
violentos “promueve la insensibilidad al sufrimiento”.
Además, aseguran
que los gallos se relacionan a menudo con otros delitos, como apuestas
ilegales, venta o uso de drogas, e incluso asesinatos.
TORNEOS DE LAZO
En esta práctica
las vísceras de los caballos se desprenden tras la violenta cornada de un toro.
Los equinos son utilizados por jinetes para lazarlo, pero en la mayoría de las
ocasiones son alcanzados por el animal y corneados hasta la muerte.
Los torneos de
lazo se realizan con regularidad en el estado de Yucatán a pesar de que
legislación local, estatal y federal los prohibe. En su origen, el atractivo
era constatar la habilidad de los vaqueros que lograban lazar a un toro; en la
actualidad, es ver cuántos caballos resultan destripados.
Niños y adultos
acuden a estos eventos bajo el argumento de que es una tradición, aun cuando
“esta práctica no puede ser considerada como tal, pues no existen registros
históricos de que se practicara ancestralmente. Ésta es una actividad joven, y
surge hace aproximadamente diez años”, explica Ernesto Maurin, representante de
Movimiento Animalista Ciudadano (MAC).
KOTS KAAL PATO
Nadie sabe el
origen de esta supuesta tradición. Ni los ancianos del pueblo ni los estudiosos
de los mayas, pero, desde hace años, las familias de la comunidad de Citilcum,
municipio de Izamal, en Yucatán, se reúnen para ver el sacrificio de varias
especies animales que una noche anterior fueron atrapado por los niños
lugareños.
Iguanas, patos,
tlacuaches y otros animales son utilizados, literalmente, como rellenos para
piñatas; mismas que son golpeadas, por supuesto, con los animales dentro.
De acuerdo con un
artículo publicado en Vice News “No hay forma de evitar la muerte, ya que el
animal que logre escapar de los palazos, no dura mucho tiempo sin ser lanzado
de un lado a otro de la multitud hasta que queda inerte en el suelo o es
aplastado a pisotones”.
Posteriormente,
algunos patos son colgados para arrancarles las cabezas de un jalón. ¿El
premio? Su cuerpo.
“Por el hecho de
que algunas prácticas que se dicen tradicionales no estén contempladas en la
ley, se pedirá a la legislatura que acaba de entrar que las considere para
adecuaciones a la ley y el reglamento. En caso de que estas actividades se
consideren usos y costumbres se definirá también cuál va a ser el papel de los
jueces mayas y entonces se verá si es más de su competencia y ellos tuvieran
que ser los que resuelvan ese tipo de asuntos”, dijo anteriormente a SinEmbargo
Eduardo Batllori Sampedro, titular de la Secretaría de Desarrollo Urbano y
Medio Ambiente (Seduma) en Yucatán.
EMBALSE DE TOROS
Gracias a protestas
de animalistas, el año pasado se modificó la modalidad de esta tradición. No
obstante, alrededor de 200 años atrás se realizó cada primero de febrero en
honor a la patrona de Tlacotalpan, Veracruz, la Virgen de la Candelaria
acompañados de actos de maltrato animal.
De acuerdo con la
asociación AnimaNaturalis, la tradición consistía en cruzar el río Papaloapan a
seis toros cebú amarrados a un lado de una lancha y sólo con la cabeza de fuera
(ahora los cruzan en una balsa especialmente adaptada para el fin).
“Previamente cada
toro en la otra orilla del río, era alcoholizado pues le habían metido al
hocico el contenido de una botella de aguardiente”, detallan.
Una vez que habían
cruzado, eran lazados y semiparalizados con cuerdas. Entonces “la gente los
comienza a hostigar dándoles puntapiés, cinturonazos o hebillazos, a
retorcerles el rabo; todo con la intención de hacerlos enfurecer para que embistan
pues los animales no son de lidia, sino de pastoreo”.
La organización
animalista también denuncia que los toros corrían asustados por la gente,
sufrían la mutilación de sus genitales y rabo y eran picados con objetos
punzocortantes.
Este año fue el
primero en el que se debió realizar la actividad sin incurrir en maltrato
animal. No obstante, medios locales informaron que de activistas de la
organización Protección Animal y Transformación Ambiental Sustentable (PATAS)
se manifestaron porque uno de los toros, después de huir de la multitud cayó en
la orilla del río y fue pateado por personas que participaban en el festejo.
Durante años,
múltiples asociaciones animalistas han abogado por poner fin a estas prácticas,
pues argumentan que el título de “tradición”, “uso y costumbre” o “cultura”, no
son justificación suficiente para permitir el maltrato animal:
“Si hubieran
sacrificios humanos dirían que son usos y costumbres: ¿y seguiríamos
permitiendo que le saquen el corazón a una doncella?: ¡pues claro que no! Del
mismo modo no puede ser un uso y costumbre la tortura animal. Todo lo que tenga
que ver con prácticas culinarias, artísticas y musicales: ¡esos son usos y
costumbres!, pero los abusos tienen que ser superados”, expresó a SinEmbargo,
Gustavo Larios, representante de la Asociación Mexicana por los Derechos de los
Animales (Amedea). (SinEmbargo)