José
Miguel Cobián | 05 agosto de 2017
Tribuna Libre.- En todas las mesas políticas surge la misma
discusión, sobre lo positivo o negativo de que la actual familia real continúe
regenteando el estado los próximos seis años.
Cuando se evalúa la actuación del actual gobernador, pareciera que los
negativos son superiores a los positivos, pero cuando se evalúa el trabajo de
sus hijos, es claro que los positivos son superiores a los negativos.
¿Alguien dudó por un segundo que Fernando sería el ganador de la
contienda por la alcaldía de Veracruz?
Creo que para todo mundo (salvo algún iluso) estaba claro que Fernando
sería el próximo alcalde de Veracruz.
Bastaba escuchar a los porteños hablar de su vecino, del municipio de
Boca del Río con envidia. Bastaba
darse una vuelta por esa zona conurbada para darse cuenta de las grandes
diferencias entre ambas ciudades. Boca
del Río luce como una ciudad moderna, con servicios de buen nivel, atractiva
para la inversión y para el turismo, mientras que Veracruz luce como una ciudad
vieja y descuidada, cuyo gran mérito es tener allí el mayor puerto del país, lo
que le genera ingresos y visitantes.
También uno que otro arqueólogo disfrutará de visitar Veracruz y conocer
una ciudad detenida en el tiempo.
Se
me ocurrió platicar con personas que normalmente están descontentas con el
gobierno en turno, y mientras en el puerto todo eran quejas sobre cualquier
aspecto de la administración municipal, en Boca del Río lo mismo un vendedor
ambulante, un vendedor de cocos de la costera e incluso taxistas, hablaban bien
de su alcalde y de su administración.
Y
no, no es que sean los non plus ultra, simplemente le dedicaron un poco más de
esfuerzo a su trabajo, ya que estaban bajo asedio por parte de sus adversarios
en el gobierno estatal. Así, gracias a
su esfuerzo, lograron consolidar una posición de fuerza y un bastión en Boca
del Río, que hoy ya se puede considerar ampliado al puerto de Veracruz.
Por el contrario, la administración estatal se convierte en el dorso de
la moneda. Entre sus aciertos está el
buscar enjuiciar a quienes hicieron mal uso de los recursos de Veracruz, pero,
se nota que sólo a algunos que aparentemente se la debían al gobernador o a su
familia. No están todos los que son, ni
son todos los que están.
Muchos veracruzanos estaríamos felices de ver pagar sus posibles culpas
a Silva Ramos y a Tarek Abdala, pero todo parece indicar que hay un tufo no
bien identificado en la Fiscalía. El
olor se parece mucho a la ineficiencia, pues no es posible mandar una solicitud
de desafuero a la cámara baja, con tantas deficiencias e incongruencias como ha
trascendido, y menos tratar de
justificar engañando a la población con la versión de que la cámara de
diputados o los diputados del PRI protegen a sus correligionarios. Simple y llanamente están mal planteadas
ambas solicitudes. Lo cual es imperdonable
para un estado que demanda tener profesionales en su administración
pública. El olor también se percibe
como el tufo de algo que parece ser que no tienen elementos suficientes para
juzgarlos, y entonces se busca simplemente desprestigiarlos ante la opinión
pública, ávida de linchamientos mediáticos, sin que tenga mayores consecuencias
la supuesta investigación y la supuesta intención de solicitar desafuero y
posteriormente ser juzgados por sus presuntos delitos.
No
es el único caso, hay otros que llaman la atención, pues mientras nadie ha
visto mal el juzgar a Gina, cada vez más cunde la opinión de que el asunto de
Xóchilt con su respectivo linchamiento mediático es un asunto personal. Pues los dos años que le asignó el juez para
estar guardada a la sombra, son excesivos si se compara con lo que le ha
asignado a verdaderos peces gordos como es el caso de los primeros detenidos en
esta cruzada selectiva contra la corrupción del régimen anterior.
En
el caso de Seguridad Pública, la situación se torna más delicada. Se percibe sensibilidad en el gobernador al
mandar la señal de reducir la corrupción y las molestias a la población por
parte de los nuevos mandos que entraron en la administración de Téllez, pero el
clamor popular que exige la cabeza del titular ante los magros resultados crece
y crece sin que varíe la estrategia o los resultados. Mientras, Veracruz se convierte en el estado
número uno en un sinfín de categorías de criminalidad.
En
otras áreas de la administración estatal, se percibe de inmediato que los
jovencitos y las jovencitas que llegaron a los diversos puestos, no están
preparados para asumirlos, por lo cual, en muchísimas áreas, la población
percibe niveles de incapacidad e ineficiencia nunca vistos. Y lo que es peor, en su ignorancia, se
sienten intocables, se perciben a sí mismos como miembros de una élite que
puede mirar al resto de la población como inferiores. Y no únicamente se sienten así, sino que
actúan en consecuencia, brindando un pésimo servicio a la población, con la
salvedad de que ellos se sirven con la cuchara grande respecto a los recursos
asignados a sus respectivas dependencias.
Estas actitudes refuerzan la imagen de lo que siempre he llamado ¨ el
reparto del botín ¨, que significa que
se reparten puestos y sueldos para personal incompetente e ineficiente, pero
cercano a la familia real o cercano a quienes ellos han nombrado como titulares
en las distintas dependencias.
Tener gente incapaz ganando un sueldo, implica dilapidar los recursos
escasos que los veracruzanos recibimos en forma del presupuesto estatal. Y echa por tierra los discursos de déficit y
ahorro, convirtiendo el decreto de austeridad firmado por el gobernador en una
buena broma y nada más.
Entendemos el proyecto político que busca que Miguel Ángel Jr. Se
convierta en el próximo gobernador. Creo
que si hubiera eficiencia y calidad en la administración pública estatal nadie
estaría en desacuerdo, pero si no los hubiera, entonces se convierte en un
sueño para unos y pesadilla para muchos.