* Yunes Landa y sus managers * Que se
doblegue el presidente * Beto Chagra quiere la diputación local * O
ser diputado independiente * El Bronco, la chica y Víctor Rodríguez
* No construye pero sí destruye el operador de Marcelo * Inés Valladares
y la injusticia * Cuatro años después, testigos nuevos y a modo.
Mussio Cárdenas Arellano | 30 junio de 2015
Tribuna Libre.- Torvo y testarudo,
tratándose del gobierno de Veracruz, Héctor Yunes Landa no admite réplica. El
candidato es él. Lo dicen sus números, el sentir de los priístas. Valen sus
encuestas. Las otras no. Ni siquiera la del presidente Peña Nieto.
En esa dinámica
anda el senador veracruzano, acelerado y transgrediendo la ley, en una campaña
adelantada, usando el cargo para el pavoneo desenfrenado, tirando aceite y
pregonando que representa el proyecto que le conviene a Veracruz.
Tiempo atrás
rajaba y despotricaba contra el gobierno de Javier Duarte, infinita su
demagogia, pues sirve el rollo político, la intriga y el golpe bajo para
acercar a los enemigos, ceder, arrebatar y pactar, si a cambio se obtiene, no
un proyecto real sino un sueño demencial.
Así es Héctor
Yunes. Decía no creer en el gobierno de dos años y aún ahora jura que no es lo
que a Veracruz le conviene pero de no cesa en su intento de ser microgobernador
aunque se trate de llegar, calentar la silla, jurar cumplir la ley y preparar
el terreno para la entrega del gobierno a su sucesor.
Dos años no son
nada en política. Uno, el primero, es como en el boxeo: raund de sombra. El
otro obliga a tender la sucesión.
Políticamente
senil, acabado, frustrado por no haber logrado ser gobernador en su juventud,
menos en madurez, Héctor Yunes Landa pasa del ataque a sus rivales y sobre todo
a sus enemigos, a una doblez vergonzosa, a la vista su entrega al duartismo con
el que nunca comulgó, el que robó la candidatura en 2010, el que lo desplazó
cuando decía tener, como ahora, al priísmo de su lado, hartos todos de la
concentración de poder que hizo de Fidel Herrera el autor de un fidelato que
acabó con Veracruz.
Vituperado, en
diciembre de 2014 decían los miembros preclaros de la pandilla duartista que
Héctor Yunes no pintaba en el escenario y que su apuesta contra el minigobierno
de dos años, según la reforma que planteó Javier Duarte, era un esfuerzo
desesperado por crearse una causa y empuñar una bandera.
Lo superaba
entonces su ex sobrino político José Francisco Yunes Zorrilla, también senador,
en el ánimo de los priístas, no porque fuera mejor, no porque tuviera mejor
imagen, sino porque se le veía menos maleado, menos tramposo y menos curtido.
Despotricaban
ambos contra el minigobierno con el que el duartismo los obligó a entrar en un
juego que ninguno deseaba. Nadie aspira a un gobierno en el que sólo sirven
para abrir y cerrar la puerta del palacio de gobierno. Y marcharse sin dejar
huella.
Decían los Yunes
rojos que aquello iba contra el bienestar de Veracruz. Y lo mismo enarbolaban
los Yunes azules —Miguel Ángel y su hijo Fernando— que advertían una debacle
porque nadie querría invertir, ni se podría dar solución a los problemas
sociales, ni se podría operar políticamente, ni se podrían cristalizar
proyectos. El daño sería terrible para Veracruz.
Y luego, cuando la
reforma a la Constitución de Veracruz quedó aprobada, todos, los Yunes rojos y
los Yunes azules, decidieron que había que ir por la gubernatura porque no hay
político que se resista a detentar el poder. Para saquear, para medrar, para
lucrar, dos años no los desperdicia nadie.
Diciembre de 2014
tuvo un mal cierre para Héctor Yunes. Comenzó a despeñarse en las encuestas.
Perdió adeptos en el PRI. De cartuchos quemados, reventados, sin pólvora ni
posibilidad de estallar, están sobrados. Y él era uno más.
Héctor Yunes
decayó en los sondeos de opinión. Carecía de discurso. Perdía credibilidad. Era
más entretenido un disco rayado. Apareció entonces el golpe de audacia, el
impacto efectista, el alarde que sacudiera al priismo.
Ambos, Pepe y
Héctor Yunes, abandonaron el acto en que se celebraba el primer centenario de
la Ley Agraria, en Veracruz. Ahí estaba el presidente Enrique Peña Nieto,
alertado de que dejarían el lugar. Salieron y demeritaron al gobernador Javier
Duarte.
Luego se convirtió
Héctor Yunes al duartismo. Una reunión en corto, una promesa de cogobernar, sus
amigos en el gabinete del caos, un pacto de no agresión, la impunidad y la
complicidad.
Suave, dócil,
entreguista, Héctor Yunes dejó el discurso áspero hacia un gobernador al que
tildó de caprichoso, insensato, miope pues no veía que dos años de gestión era
un agravio a Veracruz.
Y ocurrió lo
increíble. Se dio la insólita paradoja. Cuando suavizó el discurso, creció
Héctor Yunes en las encuestas. O eso le hicieron creer. O ese fue el ardid.
Crece Héctor Yunes
en el ánimo de los paniaguados priístas que han sido pasivos espectadores de
cómo la pandilla duartista se apropia de la riqueza de Veracruz, detenta todos
los cargos públicos, se apropia de las candidaturas.
Desde que lo
vieron acercarse al gobernador que le robó la candidatura en 2010, Héctor Yunes
creció en la preferencia de los militantes del PRI. Ajá.
Convertido al
duartismo, sometido, transformado en comparsa de los candidatos a diputados
federales de Fidel Herrera Beltrán y Javier Duarte, Héctor Yunes cayó en el
gusto de un priísmo al que poco se le da y cuando tienen, se les quita. Vaya
lógica tan ilógica la del senador.
Presume que las
encuestas lo favorecen. Dice que los sondeos no se equivocan. Sostiene que el
priísmo le está revelando que su proyecto es que el requiere Veracruz.
Hace saber que el
presidente Enrique Peña Nieto se guiará en la preferencia de los ciudadanos
para definir quién será el candidato del PRI al gobierno de Veracruz.
Invocan los
yuneslandistas a su líder nacional, César Camacho Quiroz, quien toma las
encuestas con extremado cuidado. Dice que reflejan un sentir, que no deben provocar
exceso de confianza y que “no son el Evangelio”.
Pero Yunes Landa
tiene sus encuestas. Y en ellas es el rey.
Peña Nieto tiene
las suyas. No las exhibe ni las pregona.
Manlio Fabio
Beltrones, el poderoso diputado, ex senador, futuro líder del PRI, adelanta que
el candidato a gobernador de Veracruz no será Yunes Landa. Y eso es mucho
decir. Beltrones es el padrino del senador oriundo de Soledad de Doblado.
Saben los priístas
cómo es el poder. La encuesta que vale, la única que vale, es la de quien ejerce
el poder desde lo alto. Las demás no cuentan. No existen. No tienen ningún
valor.
Y eso piensa Peña
Nieto. Pero Yunes Landa no.
Archivo muerto
Muy pronto arranca
la carrera por la diputación local. Roberto Chagra Nacif no repara en que le
tocó cargar con la derrota, siendo suplente del candidato a diputado federal
por Coatzacoalcos, Rafael García Bringas. Y actúa como si el 7 de junio hubiera
emergido con el triunfo en la mano. Insiste el ex director de Carreteras
Estatales del fidelismo en que a él no lo tocó el desastre del PRI, y arma ya
sus cuadros por la contienda estatal, que en 2016 dará nuevo gobernador y
Congreso en Veracruz. Aquello de que los perdedores no tienen derecho a nada,
no lo sacuden. No se inmuta Beto Chagra ni se siente víctima de la operación
marcelista que provocó la derrota del PRI. Lo que se oye en palacio municipal
es distinto: Beto Chagra pujará, no lo acuerpará el PRI y se irá como candidato
independiente. O sea, un Bronco que no tiene nada de bronco... Balconeo suicida
el de Víctor Rodríguez Gallegos. Posa la foto con Jaime Rodríguez, El Bronco,
futuro gobernador de Nuevo León, ex priista, candidato de los adinerados y del
periódico El Norte, y que presume de independiente aunque de independiente no
tenga nada. Víctor Rodríguez aparece en una foto de tres: El Bronco y él, y en
medio una famosa dama a la que Jaime Rodríguez le tiene bien puesta la mano en
la cintura. Apareció la gráfica en Excélsior. Fue retomada por los medios
veracruzanos. Quizá en Nuevo León podría funcionar Víctor Rodríguez Gallegos,
el subdelegado administrativo de Sedesol federal en Veracruz, el operador
estrella de Marcelo Montiel, su mentor. Aquí no. Aquí no permea. No lo quieren
en las colonias. No lo acepta el jet-set. Lo tildan de sucio y marrullero.
Aquí, Víctor Rodríguez metió la mano, operó la derrota del PRI, logró un tres a
uno en contra en las zonas donde influye su estructura y se cobró que Javier
Duarte, el gober, lo hubiera despojado de la candidatura a diputado federal por
Coatzacoalcos. Por lo pronto El Bronco y Víctor Rodríguez, con la chica de
negro en medio —vaya trío— sonríen para la foto... Zarpazo theurelista. Va
ahora Tony Parra, compadre del ex alcalde de Coatzacoalcos, Marco César Theurel
Cotero —“Te rompo tu puta madre”— por 4 millones de pesos. Dice que se los debe
el ayuntamiento, sea a él, a su hija Jennifer Parra o a su hijastro, el nefasto
ex director de Compras municipales, Brian Carlos López Mendoza. Presuntamente
limpió canales pluviales. Presuntamente los dejó de poquísima abuela,
presuntamente cumplió con sus estimaciones, presuntamente autorizó el trabajo y
el pago el ex secretario de Obras Públicas, Adrián Pérez Martínez, “El
Cochiloco”. Confronta el litigio el alcalde Joaquín Caballero Rosiñol y todo
mundo, theurelistas y antitheurelistas, dicen que es un embuste, que el trabajo
no se realizó, que es un fraude descomunal, una ratería de alta escuela. Por
cierto, ¿sabrá Marcos Theurel la que le viene por la violación a contratos en
las etapas del malecón que le tocó construir; donde la calidad es pésima; donde
aparece la mano de su ex titular de Obras, Daniel Aguilar Avendaño; donde la
ley fue atropellada por un interés político y para beneficiar a los protegidos
de un poderoso personaje? ¿No lo sabe Theurel? En breve lo sabrá... Buscó
justicia y la justicia la persigue. Vive así días oscuros Inés Valladares
Lavín, maestra, joven profesionista, víctima de un sistema judicial perverso,
que la acosa. Despedida injustamente del Instituto Educativo Margarita Olivo
Lara (IEMOL), exigió su liquidación en la Junta de Conciliación y Arbitraje No.
16 de Coatzacoalcos. Un día le dijeron que ella se había ido por su voluntad,
que existía una renuncia firmada, obvio un documento con una firma falsa, como
lo demostró con dictámenes periciales. Ha sido un juicio laboral plagado de
patrañas, de mala fe, de embustes y de perversa intención. Halló, por ejemplo,
que la proyectista encargada de realizar el laudo, María Trinidad Tovar Lugo,
es esposa del abogado Abelardo Fausto Sevilla, según el acta de matrimonio
01519, de fecha 6 noviembre de 1987. Es una transgresión a la ley pues Abelardo
Fausto era el abogado de las propietarias del IEMOL, Helen Arens, Margarita
Ortiz y Alicia Mena Brito Trejo. Una vez que acreditó el hecho, que no era desconocido
para la titular de la Junta de conciliación, María de Jesús Ríos Blanco, hubo
cambio de abogado. Ahora aparecen nuevos testigos. Cuatro años después de
iniciado el juicio laboral y dos de haberse acreditado el uso de documento
falso, una sobrina de Alicia Mena Brito y la cuñada de Helen Arens, aparecen en
escena. Se trata de Sara Alejandra Morales Mena Brito, directora de Gastronomía
del instituto, y Gerda Beer Guttler, quien es la encargada de compras y de
manejar el vehículo de la escuela. O sea, ambas son empleadas de las acusadas.
Dicen que todas estaban en Cancún, sin boletos de viaje, recibos de peaje,
facturas, recibos que lo soporten. Inés Valladares acusó a las propietarias del
IEMOL de uso de documento falso y de falsificarle su firma para evitar el pago
de su liquidación. Y entonces apareció la justicia a la veracruzana: los
inocentes son culpables y los culpables son inocentes. A Alicia Mena Brito y el
abogado Julio Enrique López Valenzuela, sobre quien existen otros juicios
también por falsificación de documento, les dictaron auto de formal prisión.
Lograron un amparo para efectos que está en revisión. A Inés Valladares, pese a
contar con dictámenes periciales que demuestran que le falsificaron la firma,
la denunciaron y le decretaron formal prisión y pesa sobre ella una orden de
aprehensión. Está en juicio de amparo. Al juez 14 de distrito, Pedro Antonio
Hernández Díaz, le expuso mediante un oficio la aberración de las nuevas
testigos, la jurisprudencia que habla de testigos a modo cuyos dichos carecen
de valor probatorio. Su caso evidencia a la justicia veracruzana. Fue por
justicia y hoy es prófuga de la justicia. De Inés Valladares habla la prensa
local, regional, estatal y ahora nacional. Es injusticia pura, torcida la ley,
aberrante la interpretación de un juicio laboral, los trastupijes en la agencia
cuarta del Ministerio Público, en la entonces Subprocuraduría regional, al
grado de tener que intervenir la Comisión Estatal de Derechos Humanos. Hoy, el
caso Inés Valladares Lavín está bajo la lupa del Tribunal Superior de Justicia
de Veracruz, y va a dar mucho más de qué hablar...
twitter:
@mussiocardenas