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Duarte, Héctor, Meade, el PRI, sus lastres
* Candidatura condenada al fracaso
* AMLO y Yunes se vuelven a tundir
* Magistrados y jueces, a retiro
* Hasta los maestros de Edel *
Chiquiyunes patina * Pandilla del
alcalde ya cobra piso * Caballero: 51
millones de daño patrimonial * Coparmex
increpa * Empresario se siente nuevo
jefe de plaza.
Mussio Cárdenas
Arellano| 12 enero de 2018
Tribuna Libre.-Todo candidato fallido requiere un vocero
lenguaraz. Pepe Yunes tiene el suyo, su tío postizo, Héctor Yunes Landa, el
senador “chambasucia” que lo mismo se funde en un abrazo con el narcoempresario
Pancho Colorado que le llama “mi jefe político” a Javier Duarte.
Tibio como es, Pepe Yunes Zorrilla no se ve
en la contienda por el gobierno de Veracruz, eclipsado por los escándalos del
PRI, su partido, el caso Chihuahua y el desvío de dineros del erario federal,
el riesgo de cárcel a Manlio Fabio Beltrones por su implicación, y la pequeñez
del candidato presidencial, José Antonio Meade, el “secretario tapadera”.
Con cuatro lastres se mueve Pepe Yunes. O con
ellos quiere avanzar. O por ellos ve llegar el naufragio.
Uno viene de los días en que el Cártel de
Duarte gobernó a Veracruz, pactando con el crimen organizado, entregando el
aparato policíaco a las mafias violentas, encubriéndolas en el medio judicial,
ocultando las mayores fosas clandestinas del país.
Eran los días en que la deuda del fidelismo,
la corrupción, el robo sin pudor alcanzó la continuidad. Javier Duarte,
impuesto por Fidel Herrera, detonó el atraco a las arcas, vía empresas
fantasma, con un esquema similar al de Chihuahua donde otro Duarte, César,
desvió recursos del erario hacia las campañas del PRI.
Allá fueron 250 millones. En Veracruz más de
80 mil millones.
Mes con mes, a ritmo de ladrones de cuello
blanco y uña filosa, Javier Duarte agregaba 800 millones al déficit de las
finanzas de Veracruz. Dejaba obras a medias, desaparecía el dinero de las becas
escolares, incumplía las acciones en materia de salud.
Y el gobierno Federal, Peña Nieto, Pepe
Meade, Videgaray, Pepe Yunes, entonces senador, Héctor Yunes, ni sus luces.
Ni un reclamo, ni una alerta, ni un apretón
de güevos para evitar que Javier Duarte lanzara a Veracruz al fondo del mar.
Viendo el desastre, Pepe Yunes calló por más
de cuatro años. Habló, despertó, al advertir la treta de Javier Duarte para
descarrilarlo, reduciendo el período de gobierno a dos años para homologar la
elección por la gubernatura con los comicios federales de 2018.
Un día, el joven senador movió el escenario.
Llevó a todos a su rancho familiar, San Julián, en Perote, su municipio. Tuvo
en la mesa a Javier Duarte, a don Beltrone, a su “tío” Héctor, al Cisne Silva
Ramos, y entre fríos y vahos a todos los usó.
Salió candidato Héctor Yunes, lanzado al
matadero y pasó a ser el primer priista en la historia de Veracruz en perder
una gubernatura.
Dejó que don Beltrone se llevara parte de los
fondos de campaña, su moche, según revelaría el ex secretario de Seguridad
Pública del duartismo, Arturo Bermúdez Zurita, en un audio presuntamente
grabado antes de su detención y encarcelamiento en el penal de Pacho Viejo.
Frustró a Javier Duarte las ganas que tenía
de imponer en la candidatura al etílico Cisne Silva.
A su mesa llegaron los que hundieron a
Veracruz y los que nada hicieron para salvar a Veracruz.
Otro lastre, el PRI.
Fabricante de corrupción, enfrenta la ira
social por el saqueo a las arcas, las de Chihuahua, las del gobierno federal,
las de Veracruz, con el esquema de las empresas fantasma.
Veracruz fue el primer caso, acreditado por
el periodista Arturo Ángel, del portal Animal Político, que fue a cada uno de
los domicilios de las sociedades anónimas que tenían contratos millonarios con
el gobierno duartista. Halló viviendas pobres y sus moradores nada sabían de
los cobros, de los negocios, de la bronca en que los había implicado el
gordobés.
Robo abierto, robo impune, se consumó cuando
las empresas fantasma cobraban por servicios no prestado al gobierno estatal.
Luego trasladaban el efectivo en cajas de huevo al PRI, movidos en helicópteros
hasta edificios en la Ciudad de México, donde se perdía su rastro.
Otra parte de lo hurtado llegó a las
inmobiliarias controladas por Karime Macías Tubilla, esposa de Javier Duarte. Y
el pobre, deslumbrado por el oro, perdió la razón.
¿Qué acción legal tomó el senador Pepe Yunes?
Ninguna. ¿Qué rol asumió Héctor Yunes? Simular indignación.
Un lastre más, el de Pepe Meade.
Militante del sistema neoliberal —sirviendo
al panismo, sirviendo al PRI—, José Antonio Meade no termina de arrancar.
Cuadradísimo, reacio a las guerras que se ganan entregando la vida, no tiene
tamaños para la contienda presidencial.
Tan gris como flojo, su hablar no lo
proyecta. Menos, mucho menos, cuando tiene la ocurrencia de defender los
gasolinazos, de advertir con gesto despreocupado que es mejor el incremento a
los combustibles que subsidiar su precio.
Meade no emociona. Meade no inquieta. Meade
no le cae a quienes habrán de votar.
Y esa pequeñez contrasta con el Efecto Peje,
el mesianismo del candidato presidencial de Morena, Andrés Manuel López
Obrador, que prende a sus pejezombies así lo sacudan las oleadas de repudio a
amnistiar a los vicarios del crimen organizado y sus matones.
O la tibieza de Meade ante las arengas del
panista Ricardo Anaya —“joven dictador”, le dice el senador Javier Lozano en su
renuncia al PAN—, su capacidad para debatir y sus amnesias controladas cuando
condena el incremento a los combustibles olvidando cómo justificaba la reforma
energética de Peña Nieto.
AMLO y Anaya van solos en la lucha
presidencial. Meade no pinta ni tiene con qué.
Otro lastre, el cuarto, Héctor Yunes.
Lo que Pepe Yunes Zorrilla no se atreve a
decir, Héctor se esmera en pregonarlo. Es su otro yo.
Cuando ambos eran duartistas, ni por error
hablaban de la cleptocracia que gobernaba a Veracruz. Javier Duarte era “mi
jefe político” y haría un manejo excelente con las finanzas de Veracruz. Ajá.
Héctor Yunes es el nuevo Cisne Silva. Rijoso,
torpe, no oxigena su discurso ni los obuses verbales que son la misma historia
del ayer y de antier y de antes de antier.
En campaña, le imputó al candidato de Morena,
Cuitláhuac García Jiménez, que recibía millones y más millones de Javier
Duarte, entregados en Casa Veracruz, la residencia oficial del ex gobernador.
Nunca lo probó. Sólo golpeó, descalificó.
Y así sigue. Sufre el trauma de la
humillación. Sufre el engaño del propio Pepe Yunes, su sobrino postizo, que lo
envió a morir.
Que si Veracruz demanda un comisionado
nacional de seguridad. Que si Yunes Linares, su primo, el gobernador azul, no
puede con la violencia, con el feminicidio, con los ejecutados y los
levantados. Que si prometió devolver la seguridad en seis meses y falló.
Es el protagonista de la campaña de Pepe
Yunes. Frente a la mesura del de Perote, uno que otro destello contra la
monarquía de la moronga azul, parafraseando al Dios Peje, el rollo vesánico del
de Soledad de Doblado.
Montado en Pepe Yunes, describe que la
candidatura del PRI es la fusión de “todos los proyectos personales”, sumados
en un “proyecto que nos permita rescatar a nuestro estado del agravio y la
ineptitud de una administración estatal intolerante y revanchista”.
Sigue renuente Héctor Yunes a entregarse al
psiquiatra. Sin superar la derrota —y la humillación— en la elección de
gobernador, la felpa que le propinó Miyuli, dirimía su bronca en el escenario
de la candidatura de Pepe Yunes. Lo suyo es ser el senador “chambasucia”.
Su memoria no es corta, es mañosa. Oculta el
episodio de los Poliyunes, su padre y sus hermanos pillados en la nómina de la
Policía Auxiliar, con uniforme, con tal de obtener la renovación de permisos
para portar armas, asignados como “escoltas del senador”, según documentos que
exhibió este reportero. O sea, engañando a la Secretaría de la Defensa y a
Gobernación.
Otro día se le mostró junto a Pepe Yunes en
un encuentro con Francisco Colorado Cessa, el empresario que lavaba dinero para
Los Zetas, vía la compra de caballos de carrera y premios obtenidos
fraudulentamente en hipódromos de Estados Unidos.
Y qué decir de aquella conversación
telefónica entre Pancho colorado y su hijo, desde la cárcel de Bastrop, en
Texas, sugiriéndole buscar a los senadores y entregarle las “hieleras” que
ayudaran a resolver contratos con Pemex.
Carga negativos Pepe Yunes, un PRI repudiado,
el desprecio al duartismo, la pequeñez de Pepe Meade y el negro historial de su
“tío” Héctor.
Con un “chambasucia” así, cómo ganar.
Archivo
muerto
Agitando el avispero, Edel Álvarez suma
amparos y una revuelta contra el retiro de magistrados y jueces de Veracruz.
Separados de sus cargos por llegar a los 70 años, en el caso de los
magistrados, y 65, en el de los jueces, dos interpusieron juicios de amparo
para evitar la remoción. A Jorge Espinosa se le concedió una suspensión
provisional. Otros simplemente se van. Se trata de Raúl Aguilar Urcelay, juez
sexto de Primera Instancia de Coatzacoalcos, con 67 años a cuestas; Alejandro
Choncoa Tepole, juez municipal de Texhuacán, en el distrito de Zongolica, con
90 años; Melesio Feria Chimalhua, juez municipal de Los Reyes, en Zongolica, 83
años; Oliverio Guillermo García y Agileo, juez municipal de Comoapa, en
Huatusco, 79 años; Gildardo Guzmán Monroy, juez municipal en Tlachichilco, 78
años; José Miguel Hernández González, juez municipal de Texistepec, distrito de
Acayucan, 72 años; Oliverio Hernández de León, juez municipal de Chinampa de
Gorostiza, distrito de Ozuluama, 72 años; Guillermo Reyes Sánchez, juez
municipal de Chiconquiaco, distrito de Xalapa, 69 años; Edilberto García
Osorio, juez oral penal en Papantla, 73 años; Estela Vázquez Lara, juez segunda
en San Andrés Tuxtla, 72 años; Cecilia Vidal Acosta, juez segunda en Papantla,
67 años; Guillermo Vargas Hernández, juez penal oral en Tuxpan, 66 años; José
Luis Bouzas García, juez primero en Tuxpan, 65; Framit Ferral Salas, juez
segundo en Tuxpan, 65 años, e Isabel Inés Romero Cruz, juez penal oral en Poza
Rica, 65 años. De los magistrados, destacan tres, Fernando Guzmán Calvo, Emilio
Polanco Servín y Dionisio Gutiérrez, los tres ex catedráticos de la Universidad
Veracruzana, curiosamente maestros del presidente del Poder Judicial, Edel
Álvarez, quien por cierto nunca litigó, y de Miguel Ángel Yunes Linares,
gobernador de Veracruz. Ver para creer… Una vez más, el dime-que-te diré entre
el Dios Peje y el gober Yunes. Algo trillada la guerra verbal. Que si Yunes es
corrupto, que si es como Karime Macías de Duarte por el reloj que Miguel Ángel Yunes
guardó mientras hablaba en la reunión del Grupo de Coordinación Veracruz, y que
para el candidato presidencial de Morena es una forma de “merecer abundancia”,
que si Cuitláhuac García, el candidato al gobierno estatal, exhibe la
fotografía de Javier Duarte estrechando la mano de Miguel Ángel Yunes Márquez,
su rival en la contienda por la gubernatura, aquella que se tomaron cuando
Chiquiyunes era delegado estatal de Oportunidades. Y el gobernador dice
“aguántenme ahí, mañana le respondo”, tildando de “loco” y “paranoico” a Andrés
Manuel López Obrador, alias El Peje, y lo reta a un nuevo debate que todo mundo
sabe que nunca ocurrirá… Hecho bolas, Miguel Ángel Yunes Márquez cuenta que en
un año no se puede recomponer a Veracruz, y que él no es quién para juzgar a su
padre, el gobernador Miguel Ángel Yunes Linares. Pues no pero su respuesta se
viralizó. E hizo recordar que si alguien le puso plazo a la violencia, fue
Miyuli. Y si alguien prometió rescatar el dinero robado por Javier Duarte y sus
secuaces, fue Miyuli. Y si alguien debió enjuiciar a Karime Macías, fue Miyuli.
Pudo decir Chiquiyunes que la deuda del gobierno veracruzano se renegoció con
mejores plazos, y que ya se le paga a los pensionados a tiempo, y que la
inversión de cinco mil millones de pesos en carreteras ahí está. Pero expresó
que en un año no se puede revertir la crisis de Veracruz y el mundo se le vino
encima. Y así quiere gobernar Veracruz. Peor aún cuando se exhibe en foto en
las redes con Rafael Abreu, como si el episodio del “Yúnete”, la entrega de
apoyos a damnificados por el sismo del 7 de septiembre de 2017 no hubiera
terminado en la Fiscalía Especializada Para la Atención de Delitos Electorales.
Justicia juarista: para los amigos justicia y gracia, y complicidad… Día 11. No
despierta el alcalde Carranza y el tiempo corre. Y el caos reina. Dormido o en
otra dimensión, nada hace por aliviar la crisis de la basura, y si lo hace, no
se ve. Entre montañas de basura, la fetidez, lo nauseabundo, Coatzacoalcos es
escenario de un espectáculo infame. A falta de recolección, en cada esquina, en
cada cuadra, se observan las bolsas con los desperdicios, mientras Víctor
Manuel Carranza Rosaldo se queda inmóvil, esperanzado a que la CTM con camiones
de volteo le alivie el problema. ¿O es una crisis creada artificialmente para
privatizar? En el día 11 del reinado de Morena, hay algo peor. Ya proliferan
los coyotes y los truhanes que tejen negocios al amparo del poder. Hay
empleados del proyecto de la esperanza repartiéndose el pastel. Son cobradores
de piso. Son cobradores de diezmo. Son los que ya le pusieron cuota a las ligas
deportivas —7 mil pesos o les quitan el campo o un porcentaje del pago por
arbitraje—, al comercio ambulante, al contratista. Día 11 y estos son peores
que el joaquinismo, el theurelismo y el marcelismo. Día 11. La Raíz de la
Esperanza también transa… Daño patrimonial por 51 millones en el ayuntamiento
de Joaquín Caballero y la Coparmex exige auditoría. Insta —exige— Gabriel
Rivera Cerdán, delegado de la Coparmex en Coatzacoalcos, al alcalde Víctor
Manuel Carranza Rosaldo a aplicar la ley, a revelar dónde se fugó el dinero, a
explicar qué recursos de origen federal, sean participaciones o aportaciones o
créditos bancarios, llegaron a las arcas y por qué no pagó a proveedores y
constructores su antecesor, el ex alcalde Joaquín Caballero Rosiñol. Son 51
millones de daño patrimonial en 2016, una parte, la más pesada, por la
construcción ilegal, irregular, de los cuartos de apoyo social con recursos de
la Secretaría de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano. Caballero heredó a
Morena un quebranto financiero, un gobierno saqueado, “la ciudad llena de
baches, basura en todas las calles, no hay servicios y todo debido a la falta
de recursos económicos”, acusa Gabriel Rivera. Y le exige al morenista Víctor
Carranza una explicación pública. Hoy es la Coparmex local, luego será la
cúpula mayor del empresariado… ¿Quién es ese empresario con ínfulas de
Comandante H que se rodea de matones, velando las armas, mostrando la vena
sangrienta en sitios públicos, causando inquietud, como lo hacía Hernán
Martínez Zavaleta en el Port House, casi, casi, como si fuera el nuevo jefe de
plaza, como si la SEIDO no lo tuviera en la mira y como si no le hubiera
abierto una carpeta de investigación?…