El
futuro de México se mira a través de los ojos de China
Héctor
Yunes Landa | 06 agosto de 2018
Tribuna Libre.- Estar en la República Popular de China
representa el vértigo de un viaje a una cultura milenaria, y al mismo tiempo, a
una nación que se prepara para ser la primera economía mundial. El sistema
internacional ha cambiado y hoy todos los caminos conducen a China.
Su capital, Pekín, es una mezcla de la
arquitectura moderna con sitios históricos como el complejo del palacio de la
Ciudad Prohibida y la plaza de Tiananmén; mientras que Shanghái es un centro
financiero global adornado con rascacielos –una especie de Manhattan asiático-,
donde ya se toman las principales decisiones que inciden en la economía y el
comercio mundial.
Ningún país tiene la población de China –casi
mil 400 millones de personas- y muy pocos su desarrollo económico. En marzo
pasado, el primer ministro Li Keqiang anunció que el objetivo del gobierno es
tener un crecimiento anual de alrededor del 6,5% en 2018, el mismo que el del
año pasado. Y mientras muchos países están ocupados en mantener estabilidad
macroeconómica, para los chinos la principal preocupación es solucionar los
problemas que afectan a la calidad de vida.
El gigante asiático derrumbó las murallas
para convertirse en el nuevo líder global, al grado que la mayor parte de los
países tienen un déficit comercial con este país. En el caso de México, ellos
han sabido aprovechar muy bien las oportunidades que les representa nuestra
nación: una economía abierta y con el mayor número de socios comerciales, su ubicación
geográfica y una población superior a los cien millones de personas.
Desde que hay registros oficiales (1993),
México siempre ha tenido déficit comercial con China, es decir, le compra más
de lo que le vende. Las importaciones procedentes de China han crecido a gran
velocidad; apenas el año pasado, el país tuvo un déficit récord de 67 mil 432
millones de dólares (mdd), que hoy debemos equilibrar si queremos ser socios
competitivos.
Tal vez la principal diferencia entre China y
nosotros es que cuentan con un sistema de economía de Estado muy bien
estructurado que sabe cómo invertir los recursos humanos y del sector público.
Allá la prioridad es la población y no su gobierno.
No es casual que la semana pasada, el
presidente electo Andrés Manuel López Obrador tuviera un encuentro con el
embajador de China en México, Qiu Xiaoqui. El próximo gobierno de México sabe
que en breve concluirá el proceso de renegociación del Tratado de Libre
Comercio con Estados Unidos y Canadá, sin embargo, será nuestro vínculo con
China el que desarrolle todo nuestro potencial, lo que hasta ahora no hemos
logrado tras 24 años de TLC.
Son muchas las cosas que debemos saber de
China; demasiadas para un viaje tan corto como el que realizamos la semana
pasada, en una misión diplomática para abrir nuevos vínculos que sirvan a la
inversión y el comercio de Veracruz.
Por ejemplo, México trae desde China
teléfonos celulares, pantallas, computadoras y partes para armarlas. China es
la segunda fuente de las importaciones que hace México, sólo detrás de Estados
Unidos. Por nuestra parte, nosotros le vendemos a China principalmente cobre y
sus concentrados, aceite crudo de petróleo, plomo y plata, entre otros. El
territorio chino es el tercer destino de las exportaciones de México, lo que
significa que nuestro país es el principal socio comercial de China en
Latinoamérica.
Y pude comprobar también que somos su
principal destino turístico en América del Sur, mientras que los chinos
representan la segunda fuente de visitantes para México dentro de la región de
Asia, sólo atrás de Japón. Considerando que cada año 140 millones de personas
de aquel país viajan al extranjero -sólo 120 mil vienen al nuestro-, estamos
ante una gran oportunidad de hacer del turísmo nuestra principal fortaleza.
No es casualidad que muchas escuelas en
México, de todos los niveles educativos, empiecen a impartir el mandarín como
idioma opcional, de la misma forma que se hizo con el inglés durante décadas.
Hoy debemos lograr que nuestra lengua también sea un referente para la
población de aquél país.
Agradezco el trato personal e institucional
que recibí de mi amigo José Luis Bernal Rodríguez, Embajador de México en
China, a quien conozco desde principios de los años 90's, cuando becado por mi
muy querido amigo Dante Delgado, realicé mis estudios de maestría en Derecho
Internacional y Comparado en las universidades de Georgetown y George
Washington; entonces él colaboraba de manera muy estrecha con el embajador de
México en Estados Unidos, don Gustavo Petricioli.
Con una experiencia de cuatro décadas en el
Servicio Exterior de México, tenemos en nuestro Embajador en China a uno de los
diplomáticos más preparados para enfrentar el reto que hoy significa fortalecer
una relación política y comercial que debe ser cada vez más equitativa.
Si queremos mirar al futuro con optimismo
debemos hacerlo a través de los ojos de China. Estar en esta gran nación ha
sido una experiencia invaluable.
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