José
Miguel Cobián | 15 febrero de
2017
Tribuna Libre.- Estos días en que ha llegado un nuevo
inquilino a la casa blanca (la de Estados Unidos) se han notado mucho las
diferencias entre los mexicanos y los estadounidenses. Y no salimos bien parados en muchas de ellas.
Allá la prensa y los comediantes se han
divertido de lo lindo, señalando las mentiras y los errores de su nuevo
presidente. En México no tenemos un solo
programa de parodia política, la censura sigue vigente en todo su apogeo y no
hay análisis serios de lo que sucede en nuestro país, mucho menos los
contrastes como los que se ven allá, dónde sacan cortos de los discursos de su
presidente o de su gabinete haciendo el más pavoroso ridículo del planeta, o
diciendo la mentira más absurda.
Aquí no hemos podido salir unidos a marchar por México ante un enemigo
externo, porque se generó la división de siempre, y hubo seguidores para las
dos marchas, aunque la ordenada e inteligente fue la que tuvo mucho más
quórum. Allá hay tiendas que han dejado
de vender productos de la hija del presidente, porque los ciudadanos las han
boicoteado. El nivel cívico de allá es
muy superior al de acá.
Tenemos muchas cosas comunes, por ejemplo, un enorme porcentaje de la
población que considera que cualquier estupidez que lee en internet o escucha
en el radio es verdad. No tengo datos,
pero estoy seguro de que los seguidores de Trump comparten cualquier cantidad
de tonterías por sus redes sociales, sin verificación alguna, tal como sucede
aquí en México. Tan sólo porque alguien
lo haya escrito o compartido, siempre hay algún ignorante o bobo que cae en la
trampa y lo utiliza como argumento.
Un
análisis detallado de algunas de las tonterías que ha dicho Trump, como es el
caso de los tres millones de votos fraudulentos que presume se dieron en
California y que provienen de ilegales son la muestra más fehaciente del
asunto. Resulta que un tuitero escribió
que hubo tres millones de votos de ilegales en California. Trump leyó ese tuit y lo utilizó como argumento.
Portales de ultra derecha nada serios, creyeron lo que dijo Trump y lo
reprodujeron. Posteriormente la gente comenzó a contestar encuestas diciendo
que hubo votos de ilegales en la elección norteamericana. Esos argumentos de la
gente, le sirvieron a Trump para comprobar que su dicho era verdad. Es decir, una mentira repetida entre
seguidores de Trump se convirtió en artículo de fe para todos ellos y verdad
absoluta. Cualquier parecido con
nuestra realidad es mera coincidencia.
He
visto programas de entrevistas en los que se le pregunta a Trump de dónde
proviene el dato de los votos de inmigrantes, y él contesta que muchos de sus
seguidores lo creen y lo afirman, por lo tanto es verdad. Ese nivel de ausencia de análisis y
comprobación de datos es el mismo que tenemos en México.
En
mis discusiones con amigos y conocidos, en persona y por redes sociales me
encuentro a cada momento con argumentos del tipo ¨yo pienso¨, y casi nunca me encuentro con un argumento
serio del tipo * yo se * . Y es que hay
una enorme diferencia entre creer algo y saber algo. Podemos creer que comer cascabel de víbora
sana el cáncer, o saber que no es
verdad. Lo que no se ha investigado y
comprobado debe de considerarse falso. Y
en discusiones serias sobre temas importantes, el creer no sirve de nada, lo
que verdaderamente importa es saber.
No
se espera que un país se gobierne en función de lo que se piensa, sino en
función de lo que se sabe, ya que el
futuro y sufrimiento de millones de personas dependen de las decisiones que
diariamente se tomen. Sin embargo, la
falta de preparación y cultura, sobre todo en aspectos científicos nos hermana
a los mexicanos y a los americanos. La nula preparación en estos temas desde la
escuela primaria, nos convierte en cómplices de la ignorancia que cree que su
opinión vale, cuando lo que vale es la realidad simple y llana en miles de
temas… En otros, la opinión es lo más importante.
Pongo un ejemplo, platicaba yo con un funcionario de Pemex, y le preguntaba
la razón por la cual las refinerías ahora producen menos gasolina que
antes. En mi ignorancia le insinué que
algún funcionario público obtiene pingües ganancias por vender petróleo
mexicano y comprar gasolina refinada en Deer Park en Texas. Este funcionario me explicó que la mezcla
mexicana ha variado conforme ha pasado el tiempo y que nuestras refinerías no
se han adaptado a ese cambio en la mezcla, por lo cual al haber una serie de
derivados de la refinación, cuyo porcentaje también ha variado con el tiempo,
cada refinería debe de encontrar y definir el punto donde el rendimiento es
máximo en función de la mezcla de petróleo que recibe, y los seis tipos de
derivados que produce, pues considerando que en México no hay capacidad para
almacenar estos derivados entre los que se encuentra el diesel y el combustóleo
(que en algunos casos se equiparan para algunos usos) puede generarse un exceso
de alguno de éstos productos sin haber lugar para guardarlo. En ese momento, dejé de decir ¨yo pienso que
deberían de refinar más¨ pues entendí que es muy complejo el asunto y no tienen
la tecnología ni la capacidad de refinar la mezcla actual.
Esa idea fue reforzada en el momento en que me explicó que México
debería de adquirir cierto tipo de petróleo ligero en el exterior, con el fin
de mejorar su mezcla de refinación. Pero lo más importante es actualizar la
tecnología de las refinerías o traer nuevas refinerías al país, sobre todo,
privadas, esas que traerían lo último y serían mucho más eficientes que las
actuales.
Ese fue un ejemplo claro de que un ignorante como yo no debía de opinar
de temas que no conoce, como es el caso de la refinación, pues no tengo
suficientes elementos para emitir un juicio certero. Pregunté a otro amigo, y éste me dijo que
en dos semanas me reúne con un par de expertos para que me den su punto de
vista, ya que mi amigo no está de acuerdo con lo expresado anteriormente, pero
no tiene todos los pelos de la burra en la mano para demostrarme que su
razonamiento es correcto.
Pero el punto al que quiero llegar, es que un grupo de americanos
creyeron que las mentiras de Trump eran parte de su campaña, creyeron que sus
amenazas eran promesas de campaña que no cumpliría, y sobre todo, creyeron que
no ganaría, y ganó, y allí está para cometer errores, decirle mentiras al
pueblo estadounidense y al mundo, para ser el mayor gozo de los comediantes y
un peligro latente, por no ser un profesional de la política y de la
administración pública como los anteriores presidentes que ha tenido nuestro
vecino del norte.
Sin embargo, tiene cosas admirables, y pongo un solo ejemplo: ¿Qué país
del mundo no desearía un presidente patriota que pusiera en primer lugar los
intereses de su país por encima de los del resto del mundo, y sobre todo, por
encima de los propios? Por eso, yo creo
que el mejor mensaje de Trump ha sido * America First* (Estados Unidos primero).
México tiene la opción de unirse por los intereses de la Nación (esos
que a nadie le han importado), o continuar desunido y débil ante los embates de
los bárbaros del norte. La historia
dice que la segunda opción es la que siempre hemos escogido como país… ¿Se
repetirá la historia esta vez? ¿Tendrá
tiempo Trump de unirnos? Esta última
pregunta va a colación porque las casas de apuestas ya le dan un buen margen a
la posibilidad de que no termine su mandato.