México, barca de miedos y desesperanzas
Jorge
Arturo Rodríguez | 06 Julio de 2017
Tribuna Libre.- Dirán que otra vez la burra al trigo, dale con
la misma cantaleta, más pan con lo mismo (ya ni a eso llegamos), pero lo que se
ve no se juzga, dicen, aunque debe de juzgarse porque las apariencias engañan:
la realidad es la misma y sigue empeorando, pese a que algunos afirman que no
pasa nada. Desearía comentarles algo positivo, pero sólo se me ocurre: “No por
mucho madrugar amanece más temprano”, lo que me aterroriza por la película “El
resplandor” de Stanley Kubrick.
A veces ocurre que la realidad es más escabrosa y terrible que la fantasía.
Como dijo Alfred Hitchcock: “Un vistazo al mundo prueba que el horror no es
otra cosa más que la realidad”. Y Thomas Hobbes, en su Leviatán, nos advierte
que “el Infierno es darse cuenta de la realidad demasiado tarde”.
El mundo está hinchado de rencores -¿tumores?- y segrega pus de
indiferencia y desigualdades. No hace falta buscarle mucho y encontrar muestras
de descomposición humana y social. Como quiera que sea, como dice la canción
“…yo pa’ arriba volteo muy poco, tu pa’ abajo no sabes mirar”. Dime con quién
andas y te daré mi amistad y apoyo. Sucede entre ricos y pobres, pero también
entre ricos y ricos, y entre pobres y pobres. O sea, aquí y en China.
Se empieza desde la mirada: no nos miramos para nada; no miramos ni
vemos al de al lado. ¿Acaso te conozco? Se nos fue la humildad; se nos perdió
la solidaridad. Antes de poner la otra mejilla, la verdad “¡te parto tu madre!”
México está partido en mil pedazos (las apariciones de bolsas negras con
cuerpos descuartizados o desmembrados, ¿les dice algo?). Cada quien jala
conforme a sus intereses, el de sus familiares, amigos, compadres y…
La incredulidad y la desconfianza son nuestro estigma. Aunque no
recuerdo quien dijo que hay más creyentes que científicos porque es más fácil
creer que razonar. Igual con la desconfianza, ésta es más fácil que otorgar un
milímetro de nosotros mismos al prójimo. Y todo, ¿por miedo? En alguna parte de
la novela Un buzón en el cementerio, de Williams Deer, leí: “Nunca pudiste con
el infierno que te arrastraba y, al final, te venciste en una barca de miedos y
desesperanzas”.
¿Dónde queda nuestra capacidad creativa? ¿La hay aún? Sí: la noche es
larga y tenemos que andar, soñar, vigilar, vivir… Dijera Drácula: “Nadie sabe
lo dulce y querida que puede ser la mañana para los ojos y el corazón, hasta
que soporta los tormentos de la noche”.
Los
días y los temas
En un
pendón gubernamental leí que la violencia también se puede medir; les comparto
el “violentómetro” (del 1 al 30): 1. Bromas hirientes; 2. Chantajear; 3.
Mentir, engañar; 4. Ignorar, ley del hielo; 5. Celar; 6. Culpabilizar; 7.
Descalificar; 8. Ridiculizar, ofender; 9. Humillar en público; 10. Intimidar,
amenazar; 11, 12 y 13. Controlar, prohibir (amistades, familiares, dinero,
lugares, apariencias, actividades, celulares, mails y redes sociales); 14.
Destruir artículos personales; 15. Manosear; 16. Caricias agresivas; 17.
Golpear “jugando”; 18. Pellizcar, arañar; 19. Empujar, jalonear; 20. Cachetear;
21. Patear; 22. Encerrar, aislar; 23. Amenazar con objetos o armas; 24.
Amenazar de muerte; 25. Forzar a una relación sexual; 26. Abuso sexual; 27.
Violar; 28. Mutilar; 29 y 30. Asesinar.
¿En qué grado de violencia queda usted o su próximo? Ojo, mucho ojo.
De cinismo
y anexas
"Hay
que ser siempre cómico en una tragedia. ¿Qué demonios se puede hacer si
no?", dijo G. K. Chesterton.