* Yunes Linares acusa al gobernador * Le
dieron millones de dólares y los deja operar, afirma * Pedirá comisionado
federal para Veracruz * Lavador de Zetas que financió campaña de
Duarte * Benita, Namiko y el caso Rubén * La CEAPP, tapadera del
gober * Marcelo y la SIOP * Diezmos, autos y viajes de placer
Mussio Cárdenas Arellano | 20 agosto de 2015
Tribuna Libre.- Funesto retrato,
perfil de un cómplice. Es Javier Duarte inmóvil, tolerante, más que omiso, más
que ajeno a la realidad. Calla y no actúa cuando la violencia devora a
Veracruz, cuando el crimen de Rubén Espinosa le atrae el repudio, el juicio
internacional.
Construye ese
retrato su enemigo frontal, el cáustico Miguel Ángel Yunes Linares, cuyo
conflicto viene por herencia fidelista. Lo describe solapador, implicado con la
delincuencia, añeja la complicidad.
A Yunes Linares
sólo lo aguanta Yunes Linares. Y ese día, lunes 17, peor. Había afianzado
Ricardo Anaya su triunfo en la contienda interna de Partido Acción Nacional, en
una elección en que pulverizó al senador Javier Corral, frustrado convocante a
la “rebelión de las bases”.
Yunes, operador de
Anaya en Veracruz, como antes lo fue de Gustavo Madero, el presidente nacional
saliente, sentía amarrada así la candidatura a la minigubernatura de dos años
en el 2016.
Horas después del
triunfo anayista, preconizaba el diputado federal electo:
“Frente a la
violencia que azota a Veracruz, Duarte guarda silencio por complicidad. Por eso
no se atreve a actuar. Por eso no cambia a Bermúdez (Arturo, secretario de
Seguridad Pública) y no toma decisiones de fondo; ni han detenido, ni detendrán
a nadie porque son cómplices de la delincuencia organizada”.
Y reiteraba:
“Lo digo con todas
sus consecuencias y toda responsabilidad: Duarte y su pandilla son cómplices de
la delincuencia organizada y por eso los dejan operar libremente en Veracruz y
esa complicidad viene desde hace mucho tiempo”.
Su discurso
sacudía a las estructuras del duartismo, conscientes todas que Yunes Linares
podrá ser un paranoico de la palabra, un enemigo irreconciliable, un vesánico
con sed de venganza y obsesión por llevar a prisión al gordobés y al padrino
del gordobés, Fidel herrera Beltrán, pero lo que a todos les queda claro es
que, cierto, irrefutable, Javier Duarte ni hace ni dejar hacer contra la
delincuencia organizada.
Decía Miguel Ángel
Yunes que el Veracruz duartista es un Veracruz donde la violencia crece sin
control, donde la muerte ronda, donde la sangre corre a lo largo de la
geografía del estado y donde de esa sangre están manchadas las manos del
gobernador.
Duros, los datos
del INEGI reflejan esa realidad: en el primer años de gobierno de Javier Duarte
los homicidios se incrementaron en más del 100%, al pasar de 461 en 2010 a
1,000 en 2011, y las cifras preliminares de 2014 indican que ese año se
cometieron casi mil 500 homicidios en Veracruz, más de 4 por día.
“Por esa razón
—planteó—, según cifras del propio INEGI, el 70% de los veracruzanos se sienten
inseguros y han cambiado su forma de vida y sus rutinas para evitar ser
víctimas de los delincuentes”.
Abordó la masacre
de la Narvarte, en el DF, el múltiple homicidio en que fueron ejecutados, el 31
de julio, el fotoperiodista Rubén Espinosa Becerril, fotógrafo de la agencia
AVC y colaborador de Proceso y Cuartoscuro; la activista Nadia Vera Pérez,
antropóloga y productora cultural; la maquillista Yesenia Quiroz Alfaro; la
colombiana Milena Virginia Martín, y la empleada doméstica, Alejandra Negrete,
quien cubría apenas su segundo día de trabajo.
Criminalizados,
filtrada la información de que ambos —Rubén y Nadia— consumían drogas, inhibida
la pista que guía hacia Veracruz, las amenazas y el hostigamiento que sufrían,
perseguidos por la policía de Javier Duarte, decidida la Procuraduría del
Distrito Federal a atribuir el multihomicidio a un robo y a una vendetta entre
bandas dedicadas al tráfico de drogas, Yunes Linares se mofa de la versión de
que las víctimas son culpables de andar con malas compañías.
“Que mala memoria
tienen Duarte y su pandilla —decía—. Hay que recordarles que quienes han
convivido con individuos vinculados con la delincuencia organizada son ellos:
uno de sus financieros de campaña hoy está sentenciado a 20 años de prisión en
Estados Unidos por delitos vinculados al tráfico de drogas”.
Alude a Francisco
“Pancho” Colorado Cessa, dueño de la empresa ADT Petroservicios, quien fue
procesado por vínculos con Los Zetas, por admitir que compraba caballos de
carreras para lavar dinero. Fue sentenciado a 20 años de prisión. Apeló y el
juicio inició de nuevo.
Con Pancho
Colorado se ve a Fidel Herrera en una cabalgata en Ozuluama, al norte de
Veracruz, el 27 de mayo de 2006, trepados ambos en caballos de fina estampa,
irrefutable la fotografía que apareciera en la primera del periódico Reforma.
“Espléndidos”, dijo el ex gobernador cuando le preguntaron sobre los equinos
del lavador.
Diría luego el
sultán del Golfo que de Pancho Colorado ni recibió los afamados pura sangre, ni
los montó en aquella cabalgata. O sea, todos lo vieron, existen fotografías
publicadas y él responde que no es lo que parece.
Incuestionables
también los 22 contratos que su gobierno otorgó a ADT Petroservicios y las casi
7 hectáreas en la reserva territorial de Coatzacoalcos que le vendió a precio a
precio de ganga, y que luego, estando en prisión Pancho Colorado, regresaron al
gobierno de Veracruz para evitar que en un embargo se perdieran. ¿De quién eran
las tierras: de Fidel o del lavador de Los Zetas?
Yunes Linares
también ha sido señalado de vínculos con Pancho Colorado, vía el portal Reporte
Índigo, que afirmó que hasta un avión le rentó al empresario para transportar a
la ex candidata presidencial, Josefina Vázquez Mota.
Yunes se trabó en
una disputa pública con Reporte Índigo, acusándolo de ser usado por la mano de
la fidelidad y de Javier Duarte y de atribuirle nexos y operaciones que no
puede probar. “Publican infamias”, dijo a la periodista Carmen Aristegui.
Su descripción del
Veracruz violento, se explica en la tolerancia y complicidad institucional de
un gobierno que solapa a la delincuencia.
“Hay un pacto,
ellos los dejaron operar en Veracruz a cambio de muchos millones de dólares y
hoy no pueden echarse para atrás”, dice filoso Yunes.
Avizora el
diputado electo una tormenta en el Congreso federal. Ahí propondrá la
integración de la comisión especial que investigue los vínculos “entre Javier
Duarte y la delincuencia organizada”.
Yunes quiere
incendiar al duartismo. Plantea solicitar, vía punto de acuerdo, que el
presidente Enrique Peña Nieto designe un comisionado federal que se haga cargo
de la seguridad pública en Veracruz.
Quiere, pues, un
gobernador alterno, al estilo Michoacán, suplantando al gobernador en
funciones, como le ocurrió a Fausto Vallejo, deshecho políticamente por el
nivel de penetración del narcotráfico en su gobierno y en diversas esferas de
la sociedad.
“Sólo así podrá
romperse el vínculo perverso entre Gobierno del Estado y la delincuencia
organizada”, precisó Yunes Linares.
Vapulea al
gobernador de Veracruz cuando la presión internacional sobre el caso Rubén
Espinosa sacude las estructuras duartistas, señaladas de hostigar y amenazar al
fotoperiodista.
Describe a un
gobernador omiso, que permitió la operación del crimen organizado en Veracruz,
señalado de haber financiado su campaña con recursos del narco, con un
empresario, Pancho Colorado, que admitió haber suministrado recursos a Fidel
Herrera y luego a Javier Duarte, que provenían del crimen organizado.
Lío grande el que
le arma Yunes Linares a Javier Duarte. Lo toma en el momento crucial,
debilitado políticamente, avasallado mediáticamente, repudiado dentro y fuera
del PRI, mal visto en Los Pinos.
Añeja complicidad
con el crimen, le dice.
Archivo muerto
Ni falta hacía su
testimonio. Benita y Namiko dirán que Rubén Espinosa no se acogió a la Comisión
Estatal para la Atención y Protección de los Periodistas, que lo buscaron pero
rechazó el cobijo. Benita González para eso está. Preside la CEAPP con más
penumbra que destellos, alardeando apoyo al gremio, a los compañeros en riesgo
o enviándoles que si los 100, que si los 200, que si los 500 pesos para
medicamentos. Y no es que sea marra; es que el presupuesto se va en la super
nómina y en cursos, conferencias y charlas que, por lo que se ve, no sirven
para un carajo. Nunca se le verá fijando la posición crítica de la CEAPP. Nunca
condenará el régimen de agresión, insidia, hostigamiento, represión, violencia,
que distingue al fascistoide duartismo. De Benita González no vendrá un juicio
crítico, contundente, medianamente moral, en torno al ambiente de hostilidad
generado por Javier Duarte contra la prensa veracruzana, provocado e inducido
en todas las esferas de gobierno, contra la prensa libre, contra ese sector de
los periodistas a los que no pueden comprar con convenios de publicidad, chayos
y embutes, viajes, viejas o viejos, programitas de pseudoayuda social. ¿Sirve
de algo que se duela Benita de las agresiones y persecución contra compañeros
periodistas, sin identificar al autor de la villanía, al solapador de la
violencia, al Javier Duarte que pasará a la historia por los 14 crímenes de
comunicadores cometidos en su gestión? Namiko Matsumoto es igual o peor. Es la
verdadera dueña de la CEAPP, la que maniobra, la que medra y lucra con un
organismo que sirve de tapadera del gobernador Javier Duarte y su pandilla. Su
CEAPP fue creada para simular que Javier Duarte siente preocupación por el
gremio de prensa. Es maquillaje y farsa. Benita y Namiko son extras en la
parodia. Su testimonio ante la Procuraduría del DF en torno al crimen del
fotoperiodista Rubén Espinosa, es irrelevante, solo para ir acreditando que en
la ejecución de la Narvarte no tiene que ver el desgobernador de Veracruz...
Con Buganza o sin él, con Tomás Ruiz o sin él, la pandilla marcelista maniobra
y controla el contratismo en la Secretaría de Infraestructura y Obras Públicas
del gobierno de Veracruz. Su alfil es Miguel Ángel Trujillo, director de Obras
Públicas del Estado, sobre quien pesan quejas y denuncias, reclamos y
advertencias de constructores que por un contrato tuvieron que aportar
recursos, automóviles o viajes de placer. Dice un detallado informe: de la
oficina de Trujillo sale la instrucción, remarcando que el beneficiario sería
el subsecretario Caleb Navarro Kloss. En un principio, el avance de obra era aprobado.
Luego venía el apriete. Dice el informe elaborado por un constructor, que el
operador del negocio es Miguel Ángel Trujillo. Su tarea es objetar la obra,
apretar al contratista, vía los supervisores, y exprimirlo. Navarro Kloss feliz
mientras el negoció marchó. Ocurrió, pues, que donde hay dos diablos, sobra
uno. Caleb Navarro no volvió a ver un peso partido por la mitad. Ha pataleado,
se ha quejado, ha despotricado, pero legalmente no puede hacer más. A menos que
esté consciente que si cae Trujillo, cae él, y que si incrimina al marcelista,
se incrimina él. Se suponía que Marcelo Montiel es un apestado en el gobierno
duartista, reñido a muerte con Javier Duarte. Se suponía, pero en los hechos,
controla la obra pública de la SIOP y los diezmos que de ella emanen...
twitter: @mussiocardenas