* La Procuraduría del DF se enreda * Encubre
el móvil de la represión duartista * Incongruencias en la
investigación * “Sabemos quién fue” * Marchas en Xalapa por Rubén y
Nadia * Hugo Ríos, el diputado juvenil impuesto * CEAPP: protestas
de lunes a viernes * El comisionado Enríquez prefiere cocinar
Mussio Cárdenas Arellano | 06 agosto de 2015
Tribuna Libre.- De Nicole sólo se
sabe que se llamaba Nicole. O Simone. Es la chica muerta, asesinada en la
masacre de la Narvarte, donde dejó la vida Rubén Espinosa, donde le arrancaron
la existencia a Nadia Vera. De Nicole se afirma que es colombiana y con ese
montaje, el de la hipótesis de la droga, se evade la pista de la represión
contra el fotoperiodista de Proceso, Cuartoscuro y AVC.
Cinco días
después, sigue a los tumbos la Procuraduría de Justicia del Distrito Federal, apabullada
cuando soltó la versión de que a Rubén Espinosa y las cuatro mujeres los
ejecutaron sólo por robarles.
No se sabe qué
robaron. No se sabe si fueron tres o cuatro matones, si conocían a las
víctimas, si pasaron horas ahí. No se dice a qué hora ocurrió la ejecución. Y
si sólo eran rateros, por qué actuaron con la saña de un sicario.
Hay más dudas que
certeza, la investigación atropellada como si la intención fuera alejar el
móvil real, el de la venganza política, implicado el duartismo en las agresiones
que sufriera el fotoperiodista Rubén Manuel Espinosa Becerril a manos de la
policía veracruzana, los esbirros del secretario de Seguridad Pública, Arturo
Bermúdez, en la amenaza, el hostigamiento, el encuentro cara a cara con sus
verdugos, policías vestidos de civil.
Dice el procurador
capitalino, Rodolfo Ríos Garza, que va por todas las líneas de investigación,
incluida la de Veracruz, las amenazas al periodista desde el seno del
duartismo, los episodios de violencia en Plaza Lerdo, el 13 de septiembre de
2013, cuando registró con su cámara el avance de la policía, el uso de los
bastones eléctricos, los toletes, los escudos con arma, el golpe artero.
Ese día, a Rubén
Espinosa lo obligaron a formatear su memoria y borrar sus imágenes. Pero sabrá
cómo, pudo conservar algunas. Las entregó a la agencia AVC y evidenció la mano
represora del desgobierno de Javier Duarte.
Evidenció a la
policía vestida de civil, uno de los elementos armado, infiltrado así en la
conferencia de prensa del Partido del Trabajo, cuando fue revelado el “Balance
Electoral 2015”, el Informe Bermúdez, que categorizaba a los grupos disidentes
como “anarquistas” e “incómodos”.
Vinculado al
movimiento estudiantil universitario, no ocultó sus ligas con sus dirigentes.
Cubrió la agresión a ocho de ellos, la madrugada del 5 de junio, a manos de un
grupo parapolicíaco, los entrenados en la Academia El Lencero, la policía del
gobernador, con licencia para apalear y permiso para asesinar.
Nada, sin embargo,
le quita el sueño al procurador del DF, Rodolfo Ríos Garza. Rubén Espinosa
salió de Veracruz molesto, indignado por tener que modificar su conducta,
mantenerse a salvo, no exponerse, guardarse. “Me caga”, dijo el corresponsal
gráfico de Proceso, el autor de la portada con que dimensionó el reportaje
sobre el secuestro y crimen de otro periodista, Gregorio Jiménez de la Cruz.
Perfiló Ríos Garza
el móvil del robo y fue como accionar una granada de bolsillo. Estalló y lo
pulverizó.
Da palos de ciego
el procurador del DF. Filtra información a su prensa amiga. La usa como
termómetro de la opinión pública, el sonar de las reacciones para evitar un
descalabro.
Cinco días después
no logra saberse qué robaron. Tampoco se explica cómo un ladrón agrede,
tortura, viola, dispara y da el tiro de gracia. O sea, ladrones que actúan como
sicarios. O sicarios que se comportaron como sicarios.
Agravia el enredo.
Filtró la Procuraduría que Rubén Espinosa llegó al departamento 401 del
edificio marcado con el número 1909 de Luz Saviñón, colonia Narvarte, el jueves
30 de julio. Había reunión. Se convirtió en fiesta. Se transformó en bacanal.
Dice que Rubén Espinosa pernoctó ahí. Era amigo de Nadia Vera Pérez,
antropóloga social, activista, integrante del Movimiento #YoSoy132, ex miembro
de la Asamblea Universitaria en Xalapa, productora de programas culturales.
En la “fiesta”
habrían estado Yesenia Quiroz Alfaro, maquillista; Nicole, la supuesta
colombiana, desempleada pero con un Mustang Shelby modelo 2006, poseedora de
joyas de oro, que no fallaba en el pago de los gastos que originara el
departamento.
Supuestamente
habrían estado cuatro amigos varones. Habría corrido alcohol. A eso de las 8 de
la mañana, otra inquilina, Esbeidy, se fue a trabajar. Ella sería quien por la
tarse, cerca de las 7:30, hallaría los cinco cuerpos sin vida.
Según el
expediente, los ladrones tomaron las joyas de Yesenia y Nicole. Las
introdujeron en una maleta y las llevaron consigo.
A todos los
golpearon y luego les dieron el tiro de gracia. Dice el expediente que con
Nicole hubo “especial y marcada saña”.
En un principio se
advirtió que las cámaras de seguridad del edificio permitirían identificar a
los asesinos. Después se anunció que los equipos no servían. Posteriormente fue
filtrado el video en que se ve a los asesinos salir del edificio, abordar el
Mustang rojo con franjas blancas, propiedad de Nicole, y alejarse.
Inicialmente se
mencionó que los vecinos habían visto un vehículo que permaneció varios días en
el lugar, vigilando. Luego reconoció la Procuraduría del DF que se trataba del
automóvil de Nicole. O sea que no era ningún vehículo sospechoso.
Ríos Garza volvió
a recular. La “fiesta” nunca ocurrió. Rubén, Nadia y un amigo de Rubén llegaron
al edificio a eso de las 2 de la mañana del viernes 31. Ella se quedó en el departamento.
Ellos se marcharon. Por la mañana el periodista regresó. Ahí permaneció.
Supuestamente envió un mensaje a las 14:30 diciendo que salía en ese momento
hacia su domicilio. No lo hizo. A las 7:30 de la tarde fueron hallados los
cuerpos. Los vecinos confirmaron que no hubo fiesta.
El 1 de agosto, el
portal Letra Roja señaló que la masacre fue resultado de un conflicto entre
bandas colombianas dedicadas al narcotráfico. Aludía a la aprehensión de un
conocido narco, originario de Cali, de nombre Alexcey Veru Vázquez, dedicado a
reclutar hombres y mujeres procedentes de Bogotá y Cartagena, quienes operan en
México.
Nicole habría sido
integrante de la banda, y a ella se debe la aprehensión de Alexcey y cuatro
cómplices.
Una versión dice
que usaron un arma calibre 9 milímetros con silenciador. Otra asegura que
usaron almohadas para ahogar el sonido. De ahí que los vecinos aseguran que no
escucharon ningún disparo. ¿Eran ladrones o eran sicarios?
Nada, sin embargo,
aterrizó en área fértil. La pista del narco se diluye ante la presión de los
medios de comunicación y las organizaciones defensoras de los derechos de los
periodistas.
Se trata de un
montaje que enmascara la pista Veracruz, las amenazas y agresiones del gobierno
duartista, el asedio policíaco, el hostigamiento hacia Rubén Espinosa, al grado
de verse espiado, encarado, conminado a hacerse a un lado, a callar.
Rebelde, ético,
Rubén Espinosa prefirió salir temporalmente de Veracruz antes que ceder a la
presión. Se exilió en el DF. Ahí recibió otra amenaza cuando en un café un tipo
lo reconoció, le dijo su nombre y le señaló que era el periodista que había
tenido que salir de Veracruz.
Iban sobre él.
Consumaron su misión el viernes 31 de julio. Ese día lo golpearon, lo
torturaron y lo balearon.
Nadia Vera formuló
declaraciones contundentes a Rompeviento TV, en internet. Dijo que en Veracruz
no mandaba Javier Duarte sino el narco, que el poder estaba en manos de los
zetas y que el pueblo se había convertido en la mercancía, que debía pagar
cuota si quería trabajar o instalar un negocio.
“Les estorbamos”,
expresó. Les estorbamos a unos y a otros. Les estorbamos a la represión legal y
a la represión ilegal, señaló la joven.
Nadie fue vejada,
presumiblemente atacada sexualmente, torturada y baleada. Murió junto a Rubén
Espinosa, su amigo y según algunas referencias periodísticas, su pareja
sentimental.
Nicole es un
misterio. A cuatro de los muertos se les identifica con nombre y apellidos; a
Nicole no. Otras versiones la llaman Simone.
Es el montaje de
la droga, la coartada del gobierno capitalino para sostener que fue un robo, o
que los sicarios iban por la colombiana. Así diluye y rechaza que el objetivo
era Rubén Espinosa, el corresponsal de Proceso y Cuartoscuro y de la agencia
AVC. Así descarta que fuera un ataque contra Nadia Vera, quien aseguró que en
Veracruz no manda el gobernador sino el narcotráfico.
No se sabe quién
es peor: si Javier Duarte o si Miguel Ángel Mancera. Duarte hostiga a la prensa
crítica, la criminaliza, le llama “expresión de la delincuencia” y la trata a
punta de golpes, de amenazas y de represión. Mancera simula que procura
justicia.
¿Por qué no se
revela la verdadera identidad de Nicole?
Archivo muerto
“Sabemos quién
fue”. Es la leyenda que se ve en la manta, con los rostros de Nadia Vera y
Rubén Espinosa. Marcharon los periodistas xalapeños, sus amigos, sus parientes,
aún quienes no los conocían, exigiendo justicia, implicando al gobernador
Javier Duarte en el crimen de fotorreportero, exiliado en el DF, hasta donde alcanzó
la mano de la delincuencia o de la policía que actúa como delincuencia.
Marcharon este martes 4, no sólo en la capital de Veracruz. También en
Guanajuato y Sonora, y este miércoles 5 habrán concentraciones en todo el país,
en Nayarit, en el Estado de México, en el DF, y también en Madrid, España. “No
nos mataron a un reportero, ni a una activista… nos mataron a nuestros
hermanos”, dicen mientras exponían fotografías de Nadia y Rubén. Jornada
álgida, los moneros de los medios presentaban sus cartones, incisivos, un
Javier Duarte ensangrentado, degradado políticamente, bajo sospecha de haber
ordenado la muerte del fotoperiodista de la agencia AVC, colaborador de
Cuartoscuro y Proceso. Sigue la indignación, y más cuando el duartismo intenta
diluir la gravedad del caso, arguyendo que sí, que Rubén Espinosa fue asesinado
pero no por razones de su labor periodística. Sigue la tormenta, reventado
Javier Duarte cuando envía a su tropa de inútiles, sus textoservidores, la
mafia de papel, a actuar como la Caja China, distrayendo con falacias, lanzando
lodo sobre el charco de sangre. Hora y media permaneció el contingente frente
al palacio de gobierno, ausente el desgobernador Javier Duarte, reacio a
admitir que en gran medida la vida de los periodistas críticos se pierde por el
ambiente hostil a la prensa, por sus balandronadas, por la instrucción
policíaca de apalear a cuanto periodista tenga enfrente... Repudiado, por
el drenaje, vilipendiado, llega Hugo Ríos al Parlamento Juvenil. Lo increpan
líderes estudiantiles, universitarios, priístas muchos de ellos, miembros de la
izquierda, todos aquellos que se acogieron a la convocatoria, que creyeron que
habría juego limpio. Hugo Ríos dirige la Red de Jóvenes por México en
Coatzacoalcos, líder priísta. O sea, dados cargados, mascarada vil, burdo
desaseo para ir proyectando a quienes serán los mandamases de la política en
Veracruz. Dicen los líderes defraudados que van a calentarle la plaza a Hugo
Ríos, cuestionado su liderazgo porque de dedazos ya están hartos. Coincide la
repulsa con una carta suscrita por Mariana Yunes, joven que aspiró a ser parte
del Parlamento Juvenil, quien revela nombres, padrinos, ligas políticas y
contubernio. De Hugo Ríos dice Mariana Yunes, así, en tres líneas: Miembro del
ayuntamiento de Coatzacoalcos y representante del distrito Coatzacoalcos
Urbano. Es el relevo de Jessy Ramos, la joven a quien Joaquín Caballero
proyectará para militar en las ligas estatales del PRI. Eso sí que es querer
agitar el avispero... O sea que Gerardo Enríquez Aburto, integrante de la
Comisión Estatal para la Atención y Protección de los Periodistas, practica la
solidaridad y el respaldo al gremio en semana inglesa. En la red social
Facebook dice la reportera Ely Aviña que no lo vio en la protesta del domingo 2
por el crimen del fotoperiodista Rubén Espinosa. Responde Enríquez Aburto: “Lo
siento lic sab y domingo me dedico a mis actividades de Chef en El muellecito
lic”. Se refiere a su restaurant en la congregación Las Barrillas. Ah, bueno.
Hay que aguantar represión, agresión, amenazas, corretizas, tortura y hasta
tiro de gracia, de lunes a viernes. En fin de semana, la CEAPP no atiende...