Samuel
Aguirre Ochoa | 16 noviembre de 2017
Tribuna Libre.- En el país y en la
mayor parte del mundo la desigualdad y la pobreza crecen en forma galopante,
como consecuencia del modelo económico neoliberal, en el que los gobiernos se
han ido deshaciendo de las obligaciones de atender las necesidades económicas y
sociales del pueblo, para dejar que sea el mercado, la ley de la oferta y la
demanda, quien regule las relaciones entre los hombres que conformamos la
sociedad. Pero este modelo económico, en lugar de distribuir la riqueza
nacional en forma equitativa entre todos los sectores de la población, hace
todo lo contrario: la concentra en unas cuantas manos, pues según datos de la
OXFAM, 8 grandes empresarios acumulan en sus carteras más riqueza que la mitad
de la población del mundo más pobre, y de acuerdo a datos recientes de
investigadores del ITAM, el 1% de la población mexicana concentra un tercio de
la riqueza nacional, somos el país
número 20 en la escala de multimillonarios y ocupamos el número 15 entre los
más desiguales. Pero al concentrarse la riqueza, también crece el número de
pobres y la pobreza se vuelve más aguda, al grado que de acuerdo al último
informe presentado por la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la
alimentación y la agricultura) hoy en día existen 815 millones de personas con
hambre a nivel mundial y en México el desempleo, quitando el maquillaje a los
datos del INEGI, se estima que de cada 10 mexicanos 6 están desempleados o en
el sector informal.
La desigualdad genera pobreza y ésta acarrea
infinidad de problemas entre la población: falta de vivienda, falta de agua
potable, de luz eléctrica, de drenaje, de pavimento, de muertes por
enfermedades curables, que muchos jóvenes se queden sin estudiar, de
delincuencia e inseguridad, baja productividad y problemas de comercialización
en el campo, hambre entre grandes sectores de la población, etc., etc. Y, por
tanto, si en realidad se quieren combatir estos problemas hay que hacerle
cambios a este modelo económico injusto e irracional, en el que prevalece el
darwinismo social, teoría del capitalismo que coloca en el centro del hombre la
lucha por la existencia, la cual como puede comprobarse en la naturaleza,
garantiza el triunfo del más fuerte, mientras obliga a los débiles a someterse
o desaparecer.
Parece que nuestro gobernador, Miguel Ángel
Yunes Linares, cree que Veracruz escapa a lo que está pasando en el mundo, pues
las cifras que presentó ayer en su informe de labores ante los diputados
locales van en otro sentido de lo que acontece en el mundo, pues a decir de él,
encontró un estado en ruinas, pero que para el 2018 todo será bonanza y
bienestar para los veracruzanos. ¿Acaso en nuestro estado no predomina este
modelo económico neoliberal del que hablamos arriba, acaso Veracruz escapa a la
realidad mundial? Claro que no, Veracruz está hasta el tuétano de
neoliberalismo y, por tanto, también padece las consecuencias negativas que
éste conlleva. También aquí hay desempleo, desigualdad y pobreza.
Las clases poderosas del mundo por ninguna
razón van a estar de acuerdo en que se cambie el modelo económico actual,
porque éste les favorece, pues les permite vivir como reyes, en la abundancia
de bienes y mercancías. Por el contrario, quieren eternizar esta situación,
aunque la inmensa mayoría de la población se esté muriendo de hambre. Y el Lic.
Miguel Ángel Yunes no pertenece a la clase pobre, él pertenece a la burbuja
adinerada; la familia Yunes Márquez es poseedora de grandes fortunas, forma
parte de la clase dueña del capital y, por lo tanto, no es partidaria de la
libertad y de la democracia sino todo lo contrario: por la gran cantidad de
riqueza que han acumulado es fanática de la dictadura, pues la necesitan como
la mejor garantía para la conservación y el incremento de su riqueza.
Por eso, en su primer informe de labores, el
gobernador Miguel Ángel Yunes, hizo lo que hacen todos los gobernadores y
gobernantes en turno, citar algunas obras y acciones realizadas en su gobierno,
muy pocas, por cierto. Pero en esta ocasión, en el discurso pronunciado en la
Cámara de Diputados, más que un informe quedó la impresión que se trata de un
plan de trabajo a futuro, pues en forma reiterada encontraremos las palabras:
llegará, tendremos, recibirá, serán beneficiados, podría, iniciaremos, tendremos,
etc. Hace alarde de que hoy no hay bloqueos carreteros… ni manifestaciones,
pero no dice nada en el sentido de que eso se debe a que utiliza la fuerza
pública como garrote para reprimir todo tipo de manifestaciones. También se
ufana de que se ha restaurado el estado de derecho, pero tampoco menciona cómo
los alcaldes y compañeros de partido, violentaron dicho estado de derecho
cuando tomaron el Palacio de Gobierno y Casa Veracruz. Dice que con diálogo,
“con las distintas fuerzas políticas aquí presentes podremos avanzar en la
construcción de un mejor Veracruz”, falso, no hay diálogo con muchas corrientes
políticas del estado, solo con las afines a su proyecto político familiar.
Generalidades, humo en los ojos, pues las
minorías capitalistas, a la que pertenece la familia Yunes Márquez, saben que
para conservar y agrandar el poder económico y político sin grandes problemas,
necesitan contar con el apoyo de las grandes mayorías empobrecidas, haciéndoles
creer que en realidad hay democracia, cuando en realidad la convierten en una
ficción, cuidándose muy bien de establecer mecanismos eficaces de manipulación
para inducir el voto popular hacia los candidatos de su conveniencia, que a su
vez le permitan cuidar y engrandecer sus inmensas fortunas, como por ejemplo el
programa de entrega de despensas que denominaron “Veracruz comienza contigo”.
Debido
a todo esto, me atrevo a decir que la desigualdad y la pobreza crecen, y para
desgracia de los veracruzanos seguirá creciendo, como resultado de modelo
económico neoliberal. Quien puede frenar estos lastres cambiando dicho modelo,
es el pueblo trabajador organizado, educado, consciente del papel que cada
quien juega dentro de la sociedad; conocedor de las leyes que rigen a la actual
sociedad y con un proyecto nuevo de nación, pensado para que con la producción
de bienes y mercancías se beneficien todos los sectores de la sociedad y no
sólo unos cuantos magnates. Ninguna esperanza de que el cambio vendrá de
arriba.