Señor Presidente:
México, D.F. | 19 agosto de 2015
Tribuna Libre.- Los periodistas
están bajo acecho. Los encargados de decir la verdad están siendo asesinados.
Los que deben desnudar al poder están siendo amenazados por quienes lo ejercen.
Ante ello, nosotros, un grupo de escritores, periodistas, artistas creativos y
defensores de la libertad de expresión le expresamos nuestra indignación. Le
expresamos nuestra preocupación por la actitud indiferente de su gobierno. Y lo
hacemos acompañados por PEN y el Committee to Protect Journalists. Ellos
también saben que los ataques mortíferos o las amenazas intimidatorias al
periodismo son un ataque al derecho que tiene la sociedad mexicana a estar
informada. Un ataque al derecho a saber. Matar a un periodista es matar la
posibilidad de saber la verdad.
El caso de Rubén
Espinosa, asesinado en el DF junto con otras cuatro personas, es tan solo el
último caso, la última estadística. Caso inusual porque se dio en una ciudad
considerada como el reducto asequible de seguridad; el lugar al cual arribar en
busca del resguardo y del apoyo que no encontraban en provincia. Caso rutinario
porque forma parte de una lista cada vez más larga de agravios contra la
prensa, que incluye amenazas, despidos, golpes, censura, intimidación y muerte.
Caso revelador porque exhibe que ya no hay lugares seguros para ejercer una
profesión que se ha vuelto peligrosa. Mortífera. Letal. Y más aún en Veracruz,
donde 14 periodistas han sido asesinados brutalmente y 3 no han sido
encontrados. Por eso Rubén Espinosa huyó como lo han hecho otros 37 periodistas
del estado, dejando atrás vidas rotas, familiares ansiosos, notas que nunca
terminaron. Buscó protección, vivió con miedo hasta el último momento. Murió
ejecutado junto con mujeres cuyos nombres tampoco deben ser olvidados.
Alejandra Negrete. Yesenia Quiroz. Nadia Vera. Mile Virginia Martín.
Desde el año 2000,
decenas de periodistas han sido asesinados en México y aproximadamente 20
siguen desaparecidos. En la mayor parte de los casos persiste la duda, la falta
de investigación, la impunidad de los culpables. Y según tanto Artículo 19 como
la Comisión Nacional de Derechos Humanos, mucha evidencia apunta a funcionarios
públicos. A miembros de un Estado cuya misión fundacional es proteger la vida
de sus habitantes pero termina cegándola. Por alguna nota incómoda, por alguna
investigación irritante, por alguna fotografía delatadora. Por decir que el
emperador está desnudo, que el poder está corrompido, que el gobierno está
coludido.
Señor Presidente,
ya no puede haber más muertes así. El país y su gobierno enfrentan cifras
atroces con respecto a la impunidad de crímenes perpetrados contra periodistas.
89 por ciento jamás han sido resueltos. Prevalece la indolencia, la
negligencia, la obstaculización, el desinterés. Aquí ser periodista es vivir
vulnerable, vivir ansioso, vivir temeroso hasta de tu propia sombra, sin saber
de dónde va a provenir el siguiente golpe o la próxima difamación o el balazo
final. Usted y el crimen organizado y los funcionarios corruptos en el gobierno
y un sistema judicial incapaz de investigar, perseguir, aprehender y juzgar
criminales, crean esa vulnerabilidad.
Por ello le
exigimos la investigación inmediata y eficaz del asesinato de Rubén Espinosa y
del cúmulo vergonzante de periodistas en México que se han enfrentado a la
misma suerte. Exigimos que si hay autoridades estatales y/o municipales
involucradas no sean exoneradas a priori. Exigimos la revisión inmediata de los
procesos y mecanismos para proteger periodistas, que hasta el momento -y lo
sabemos quienes hemos acudido a ellos- son una broma, una farsa, un entramado
burocrático kafkiano. Exigimos un compromiso claro, veloz y efectivo para
proteger la libertad de expresión en México. Es el mismo exhorto que le hizo
ayer The New York Times en su página editorial.
Lea ese artículo
con cuidado. Vea el peso de los nombres extranjeros de quienes se han sumado a
la carta que hoy le enviamos. Chimamanda Ngozi Adichie. Christiane Amanpour. Jon Lee Anderson. Kwame
Anthony Appiah. Margaret Atwood. Paul Auster. Louis Begley. Carl Bernstein. Ray
Bonner. Tom Brokaw. Michael Chabon. Ron Chernow. J.M. Coetzee. Michael
Cunningham. Junot Díaz. Louise Erdrich. Neil Gaiman. Francisco Goldman. Todd
Gitlin. Pete Hamill. Aleksander Hemon. Seymour Hersh. Ha Jin. Tony Kushner.
Jonathan Lethem. Michael Massing. Rick Moody. Azar Nafisi. Michael Ondaatje.
David Remnick. Salman Rushdie. George Saunders. Andrew Solomon. Colm Tóibin. Los ojos de las mentes más lúcidas del mundo están puestos sobre usted.
¿Qué va a hacer?