José
Miguel Cobián | 05 septiembre de 2017
Tribuna Libre.- Así, exactamente como el título de esta
columneja, es el apelativo que merece la mayoría de los mexicanos cuando suben
a un puesto público. Tal parece que
cumplir el rol de funcionario público implica convertirse en aquello que tanto
se criticaba desde la trinchera de afuera.
En todos lados se cuecen habas, y hoy tengo ganas de desahogarme contigo
amable lector@.
Comienzo con los secretarios de estado. En
los últimos días se me ocurrió verificar de dónde vienen los que están a nivel
estatal y federal. Con sorpresa veo que
más de uno proviene de la iniciativa privada. Y no sólo el secretario, también
muchos subsecretarios y funcionarios menores.
¿Y que te encuentras? Cada uno de
ellos hace hoy lo que ayer desde la iniciativa privada criticaba.
Veo secretarios solapando aviadores y
lamebotas, los primeros por compromisos y los segundos porque el ego les come
el seso y necesitan su cauda de adoradores.
Millones de pesos se gastan en nóminas de personas que no hacen
nada. Por cierto, se le recuerda a los
secretarios del estado de Veracruz, que el gobernador acaba de emitir una orden
para reducir nómina de personal improductivo.
Miguel Ángel por segunda vez les da un aviso, y uds debieran de
escuchar. La ciudadanía se da cuenta
que existen muchos aviadores. Y eso se
castiga en las urnas. Al mantener a sus
adoradores o inútiles, lo único que hacen es perjudicar su proyecto político y
el proyecto de aquél al que sirven, porque eso de pensar que sirven a los
veracruzanos es una falacia.
Volviendo al tema, se escucha fuerte el
comentario de algunos subsecretarios que provienen de la IP y están haciendo
exactamente aquello que criticaban. Se
toman la foto en todo evento, y participan en todo lo que les conviene, pero no
se nota un gramo de trabajo en bien del sector que deben de atender. En Veracruz parece que la línea es aparecer
en todos lados, desde el gobernador para abajo, todo mundo se reúne con todo
mundo, platica, habla, y estamos inundados de bla, bla, bla, bla. Pero el trabajo efectivo es muy poco. Se entiende que el gobernador tenga que dar
la cara por los problemas, pero hay secretarías que no han tenido en los nueve
meses una sola reunión de gabinete. No
tienen rumbo, no hay planes con el
pretexto de que son sólo dos años. Y entonces todo mundo no trabaja, y cada quien hace lo que cree que
le conviene para su futuro. Mientras
Veracruz les importa un pepino. En la
burocracia estatal se practica el mexicano harte de hacerse tonto y cobrar la
quincena.
Así vemos funcionarios que utilizan el puesto
para obtener (como siempre) beneficios personales y de grupo, sin que sus
superiores les llamen la atención, en un afán de fingir a ojos de los
ciudadanos que todo es armonía, cuando las patadas bajo la mesa son notorias, y
los golpes bajos suenan más que si fueran por arriba del cinturón. Asco da ver que aquéllos que criticaban el
beneficiarse con un puesto público ahora se dan cuenta de que sus subordinados
lo hacen y por discreción se callan.
En los funcionarios que ya tienen algo de
tiempo en la administración pública el problema es grave. Allí no hay mayor
criterio que la voluntad de la familia real. El problema es que su ínfimo
nivel intelectual no le permite al
funcionario menor entender que los intereses de la familia real se basan en el
mejor servicio público y la mejor atención a los ciudadanos con el fin de ser
bien vistos para los proyectos futuros.
O quizá con la maña de no entender, la corrupción y el abuso están a la
orden del día, sin que nada ni nadie pueda parar la molestia ciudadana que
crece día con día.
Se entiende que no haya vocación para pensar
en el beneficio de Veracruz. Se comprende también la pequeñez al nivel de estar
en un puesto de medio pelo, y sentirse el amo o la ama del mundo. Lo que no se entiende es la razón por la cual
se traiciona hasta la educación recibida en casa. Tal parece que subirse al rol de funcionario
público implica traicionar la buena cuna, la educación, la lucha contra la
corrupción, la búsqueda de eficiencia, la transparencia y todo con el afán de
aparentar lo que no se es. Me explico,
el pequeñín que llegó a cierto puesto por el único mérito de tener cierta
amistad con alguien importante en Acción Nacional, cree que ser déspota,
prepotente, arbitrario, ignorar al ciudadano, no cumplir su función y de ser
posible beneficiarse con el puesto, es lo adecuado. Eso no conviene ni a los Yunes, ni a Acción
Nacional ni a Veracruz ni a México. Pero
ellos juegan su rol como su pequeño cerebro les da a entender.
Hay otros casos, en los cuales se reciben
órdenes del superior de hacer lo incorrecto. Y por necesidad o por el ego de
disfrutar el puesto, se llevan a cabo dichas órdenes, en lugar de explicar el
error en que se incurre. Total, que la
administración pública en Veracruz está de cabeza.
Entrando al terreno de los cachetones y
sinvergüenzas, el colmo del arte de ser cachetón lo practican funcionarios
menores de sefiplan responsables de contratos y adquisiciones. Quien esto escribe tiene información de
muchos inmuebles que rentaba la anterior administración, mismos que siguen
ocupados por la actual, pero el gobierno de Miguel Ángel Yunes no paga renta,
no renueva contratos y tampoco desocupa, ejemplifican en hechos el abuso de poder.
En un par de reuniones se ha comentado que la encargada no recibe a los
propietarios, no atiende llamadas, y elude la responsabilidad pare resolver el
problema. Tiene la ventaja de ser joven
y guapa, pero los arrendadores no tienen tiempo de que aprenda su función. Los problemas se deben resolver, no dejar que
se acumulen.
Cuando Miguel Ángel, en aquél entonces
candidato firmó un acuerdo con el actual presidente de Concanaco dónde
establecía que los adeudos justos se pagarían y habría una administración
ejemplar, muchos acreedores pensaron que habría mano firme, pero también justa
e íntegra... A la fecha siguen
esperando, sin esperanza y comenzando a cambiar su criterio. La realidad desengaña.