Ángel Lara Platas | 01 diciembre de
2016
Tribuna Libre.- El líder de la Revolución
Cubana Fidel Castro Ruz, controvertido personaje que detentó el poder en Cuba
desde 1959 hasta 2008 cuando lo heredó a su hermano Raúl, sostuvo una obstinada
posición de enfrentamiento contra el Estado norteamericano. En los larguísimos
discursos que Castro Ruz prescribía a los cubanos a través de radio Habana
Cuba, que también se escuchaba en México y el sur de Estados Unidos, no agotaba
su perorata en endilgarle todo tipo de calificativos al gobierno “Yanqui”, como
solía llamarlo. La discrepancia principal entre ambos gobiernos, el Cubano y el
norteamericano, es el sistema político de cada uno de ellos: diferentes
ideológicamente y diametralmente opuestos.
Cabe destacar que, a pesar
de las restricciones auto impuestas que han limitado al pueblo de algunos
productos para satisfacer sus necesidades primarias y secundarias, Cuba ha
logrado destacar en áreas como la cultura, el arte y la medicina, con
reconocimiento internacional.
Fidel siempre se opuso a que
la isla se occidentalizara. Hasta ésta fecha está restringido el libre tránsito
de sus paisanos al otro lado de sus fronteras. Al interior de la isla ha
prevalecido una ahogada lucha para que el régimen castrista sea respetuoso de
los derechos humanos y la libre expresión de las ideas. No todos los cubanos
están satisfechos con el sistema que han tenido. Miles han optado por la osadía
de escapar hacia otro país y morir tragados por el mar, que permanecer bajo las
condiciones que ofrece el Buró Político del Partido Comunista Cubano.
Sobre Fidel Castro se han
tejido muchas historias. Hay dudas sobre la verdadera relación de Fidel con
Ernesto Che Guevara, al parecer causa que éste saliera secretamente de Cuba a
un viaje sin regreso. El “Camarada Fidel” como se hizo llamar, ha inspirado a
muchos jóvenes que han anhelado para sus países la igualdad social que aseguran
existe en Cuba. Habría que valorar si los disidentes encarcelados confirman lo
dicho o son la excepción.
Cuba se convirtió en
importante foco del turismo político mundial. Una foto con el enigmático Fidel
Castro tiene un valor cuasi curricular para el que la presume.
Se le criticó, denostó y
enjuició. Se le dijo que comiera y se fuera. Pero siempre se le vio con respeto
y admiración. Lo seguían las masas, lo idolatraban y vitoreaban, pero el clamor
por las persecuciones de quienes tienen
otras ideas son materia recurrente.
Resultaba curioso que a
pesar de los incendiarios discursos contra el gobierno norteamericano, Cuba
procuró mantener interlocución diplomática con Washington. Aunque políticos
cubanos siempre lo negaron, se sabe de la presencia consentida de agentes del
FBI en la isla. El gobierno norteamericano no da paso sin guarache.
Sin embargo, hay algo que
brinca en el tapete. A la luz del análisis resulta paradójico que a pesar de
que el enemigo número uno de Cuba era el gobierno norteamericano, nunca se supo que Castro intentara recuperar
el territorio de Guantánamo, donde existe una base naval de EEUU. Nadie escuchó
a Fidel Castro romper un acuerdo celebrado en 1903 que estipulaba que ese
territorio debería arrendarse a perpetuidad para tropas norteamericanas y una
cárcel militar. Es decir, desde la revolución hasta su muerte, el comandante
Castro durmió con el enemigo al lado y sin chistar.
Mueve a sospecha que con la
cercanía física de cuerpos de élite en Guantánamo, y la tecnología en
cuestiones bélicas y de espionaje con que cuentan los “yanquis”, no se hubiese
concretado, si esa hubiera sido la intención, un acto certero para pulverizar
enterito al carismático líder. Hay que recordar que los hermanos Castro en
repetidas ocasiones aseguraban que los presidentes de Estados Unidos tenían la
intención de envenenar o liquidar a Fidel Castro Ruz.
Sin descartar posibilidades,
no hay que soslayar lo que algunos aseguran en el sentido que el gobierno de
Fidel Castro no tan solo fue consentido por los EEUU, sino que desde la
revolución fue apoyado para consolidar un gobierno socialista y opuesto al Tío
Sam, como parte de una estrategia política para que sirviera de válvula de
escape que evitara el estallido de la olla de presión para desactivar otros
movimientos opositores a los intereses de los del norteño país, que surgieran
en América Latina. No hay que olvidar que existen en Miami y otros lugares
cubanos con influencia económica y política dispuestos a apoyar cualquier
intento de la Casa Blanca para derrocar al Camarada Fidel.
La verdad, por el momento,
le acompañará a la tumba. También se lleva su opinión sobre el cuestionado
triunfo del desorientado Donald Trump. Pero sí tuvo el tiempo suficiente para
ver llegar y salir a diez presidentes de los EEUU. Se dio la oportunidad de
“chamaquear” a don Vicente Fox cuando le sugirió que el postre se lo comiera de
regreso a su país.
Cobijó, asesoró, aconsejó,
aportó. Respetando las polarizadas opiniones de unos y otros, Fidel Castro Ruz
fue un personaje de talla mundial. Punto.