* Orden
de aprehensión contra el fiscal * Golpes
al yunismo azul * El amasiato Duarte-López Obrador * Javier es la cara moral de Andrés
Manuel * Agua Dulce: violencia
desbordada * Y el alcalde en
precampaña * Edel: la justicia le da la
espalda * Coatza: alcalde compra 280
computadoras
Mussio Cárdenas Arellano |
25 septiembre de
2019
Tribuna Libre.- Duarte y Cuitláhuac van de la mano.
Alineados, arrollan al yunismo azul, cercan al fiscal Winckler, lo tumban.
Juntos lo persiguen. Y tejen la red legaloide —los hedores del Congreso, el
asalto a la Fiscalía, la orden de aprehensión— con la que, si pueden, lo van a
atrapar.
Es un idilio político. Javier Duarte y
Cuitláhuac García, uno por su libertad y la venganza, otro por cumplir el
acuerdo, pagar los votos, llevar a Yunes, sus hijos, su equipo cercano, a
prisión.
Al fiscal Jorge Winckler lo asedian desde el
primer día. Primero los juicios políticos que no cuajaron, hoy la persecución
por el delito de privación de la libertad en su modalidad de secuestro, y a su
brazo derecho en el área de desapariciones forzadas, Luis Eduardo Coronel
Gamboa, por tortura.
Tras las rejas, el Guasón —mitad bufón, mitad
delincuente— festina las piruetas del gobernador de Veracruz, su encomienda por
desmantelar el aparato yunista, el golpe al fiscal; la infiltración, vía
Joaquín Guzmán, atizando el conflicto por el control del PAN, provocando
fracturas, el divorcio del panismo con un sector de la sociedad que ante la
ausencia de oposición volverá la mirada al PRI.
A Winckler lo cercan con una denuncia frágil:
Francisco Zárate Aviña, ex escolta de Luis Ángel Bravo Contreras, el fiscal del
duartismo, acusó un interrogatorio incisivo, la insistencia a que revelara el
paradero de su ex patrón, la negativa a dejarlo ir y las horas retenido.
Esa patraña usada para enfocarle a Winckler
un juicio político en el Congreso de Veracruz que reventó por la incapacidad
del líder de Morena, Juan Javier Gómez Cazarín, a reunir 34 de 50 votos de los
legisladores y así acreditar mayoría calificada.
Winckler acreditó lo insustentable de la
acusación. En diligencia instruida por el juez federal, Jesús Arturo, Cuéllar
Díaz, se estableció que el secuestro nunca existió. La sentencia del juez
—juicio de amparo 421/2018— así lo plantea:
“... toda vez que en la primera, realizada a
las cero horas con cincuenta y nueve minutos, la actuaria judicial adscrita,
asentó las manifestaciones del quejoso en el sentido que no había sido objeto
de tortura ni maltrato, asimismo, hizo constar que se encontraba en buen estado
físico, sin golpes y en una oficina de la Fiscalía General del Estado de
Veracruz, con sede en esta ciudad”.
Más adelante señala:
“En la segunda, llevada a cabo a las once
horas con cinco minutos del mismo día, se advierte que el quejoso no se
encontraba privado de su libertad, pues dicha diligencia se atendió con el
directo quejoso en su domicilio”.
El mismo abogado de Francisco Zárate confirmó
que su cliente se había presentado a declarar y no había sido ni detenido. Por
ello, el 3 de julio de 2018, el juicio de amparo fue sobreseído.
Winckler mismo, en carta difundida en redes,
ya en calidad de prófugo, rechaza la imputación:
“La noche en que supuestamente se encontraba
‘secuestrado’ el denunciante, un actuario logró certificar en un documento que
incluso tiene la firma de la supuesta víctima, que no se encontraba detenido,
ni privado de su libertad, y que señaló no haber sido objeto de tortura ni de
maltrato”.
En tal situación —agrega Winckler Ortiz— se
determinó “un no ejercicio de la acción penal con relación a los hechos”. La
orden de aprehensión no sería legal.
Al fiscal para Personas Desaparecidas, Luis
Eduardo Coronel Gamboa, le imputan la tortura con música del cantante Maluma,
aplicada al ex director de Servicios Periciales del duartismo, Gilberto “A”
mientras estuvo recluido en el penal de Pacho Viejo. Presuntamente ingresó una
noche sin que los sistemas de seguridad lo hubieran registrado.
Esa y otras patrañas les son imputadas al ex
maestro de Winckler y aún fiscal Anticorrupción, Marcos Even Torres, así como a
dos elementos de la Policía Ministerial.
Quien gira la orden de aprehensión es el juez
Luis Roberto Juárez, mano laxa con duartistas, siervo de la pandilla del ex
gobernador, a varios de los cuales les concedió libertad.
Tácitamente la orden de aprehensión contra
Winckler no sería legal, pero ahí entra al lodo el mismo fiscal general de la
República, Alejandro Gertz, con dos órdenes de captura gestionadas ante jueces
federales, según delación del círculo cercano al gobernador Cuitláhuac García.
¿Qué llevó a darle el golpe final a Winckler?
Tarde o temprano, el fiscal volvería al
cargo. Un recurso de inconstitucionalidad interpuesto por 17 diputados —13
panistas, la fracción de Gonzalo Guízar y el priista, hoy independiente, Juan
Carlos Molina— motivaría que la Suprema Corte de Justicia de la Nación
estableciera que la Comisión Permanente del Congreso de Veracruz carecía de
facultades para la destitución.
Dice la Constitución que el Congreso —no la
Comisión Permanente— tiene atribuciones para designar o relevar del cargo al
fiscal en turno. El mecanismo es el voto de las dos terceras partes de los
integrantes de la Legislatura. O sea, 34 votos. Morena no los tiene (Ver
columna de Marco Antonio Aguirre: https://bit.ly/2kTzdtA
).
Y seguir la ruta de los juicios políticos
contra Winckler es de entrada un fracaso anunciado. Tampoco ahí Morena y sus satélites
tienen mayoría calificada, los referidos 34 votos.
Si el PAN viene de un proceso interno
convulso, atropellado y tenso, el caso Winckler marcó una tregua. Con los votos
de los cuatro aliados de Joaquín Guzmán alineados al bloque yunista, la suerte
de Cuitláhuac luce adversa. Ninguno de los recursos legales permitiría deponer
a Winckler.
No quedó más que soltar la maquinaria como en
tiempos del viejo PRI.
Y volvió al ruedo la nueva mafia del poder:
Andrés Manuel, el agitador; Cuitláhuac, el inútil; Gertz, el puro; Cazarín,
Pozos y el Congreso de Veracruz, los que atropellan la ley que debieran
defender.
Winckler tiene un problema serio. La prueba
clave para acreditar que Javier Duarte, vía su secretario de Finanzas, Mauricio
Audirac, desvió 200 millones de pesos destinados a la Comisión de Aguas del
Estado de Veracruz, no existe.
Un peritaje determinó que los oficios
remitidos por Audirac a Francisco Valencia, ex titular de la CAEV, no constan
en el libro de registros de la dependencia. Sus números son SFP/1347/2014 y
SFP/1750/2014, con los que se daría orden de transferir fondos federales a
cuentas diversas y su retorno. Sin embargo, el libro de registros de ese año
sólo llega al número SFP/1634/2014.
Ambos oficios “son falsos”, dice el abogado
de Duarte, Ricardo Reyes Retana, según reportaje de Arturo Ángel en Animal
Político (https://bit.ly/2mxApDv ).
Duarte ya se siente impune. Es el reo
privilegiado de la Cuarteada Transformación. Habla desde el Reclusorio Norte de
la Ciudad de México, emite mensajes en Twitter, concede entrevistas a medios de
comunicación. Es un representante moral de Andrés Manuel López Obrador tras las
rejas.
Duarte tiene un problema aún más grave. Si
esos recursos salieron de las cuentas de CAEV, no ingresaron a las cuentas que
determinó el secretario de Finanzas, no regresaron y no se sabe su destino,
entonces hay peculado. Y el gordobés debe pagar. Con recibo o sin recibo, hay
delito.
Sirve el caso Winckler para arrancar caretas.
Cuitláhuac García, pese a llamar “recluso” a Javier Duarte, es su mascota. Le
sirve al ex gobernador y propicia el regreso del duartismo.
Apenas puso un pie en palacio de gobierno, en
Xalapa, la escoria duartista salió de prisión. César del Ángel, el que apedreó
a Miguel Ángel Yunes siendo gobernador electo, y con él al entonces líder
nacional del PAN, luego candidato presidencial, Ricardo Anaya, y a quien era
senador, Santiago Creel; Mauricio Audirac, ex secretario de Finanzas; Francisco
Valencia, ex director de CAEV; Arturo Bermúdez Zurita, alias Capitán Tormenta,
el siniestro ex secretario de Seguridad Pública; Gina Domínguez, la perversa
vocera que ejercía la censura vía convenios de publicidad a medios de
comunicación, y el ex fiscal, Luis Ángel Bravo Contreras, el célebre Fisculín.
Apoderado de la Fiscalía, una vez que la
pandilla morenista usó a la Comisión Permanente para destituir a Winckler,
Cuitláhuac García colocó a Verónica Hernández Giadáns, alias Juana Gallo, como
fiscal carnala. Con ella llegan Marcela Aguilera, Enoc Maldonado, Manuel
Fernández Olivares, alias “El Pampanito”, señalado en expedientes con los que
juzga a narcos zetas y protegido del presidente del Poder Judicial de Veracruz,
Edel Álvarez Peña, y otros más. Así, el duartismo regresa a procurar impunidad.
Que los de Morena, pues, busquen hueso en otro rincón.
Locuaz, como es, Javier Duarte también
amenaza. Apenas supo de la orden de aprehensión contra Jorge Winckler,
desbloqueó en Twitter a la periodista Gabriela Rasgado, amiga personal del
fiscal, y le soltó un siniestro “saludos cordiales”.
Así habló frente a la prensa, en Poza Rica,
en junio de 2015. “Pórtense bien”, les dijo. “Se sacudirá el árbol y caer
manzanas podridas”, agregó. Y apuntó que algunos servían al crimen organizado.
Un mes después, Rubén Espinosa, colaborador
de Proceso, Cuartoscuro y AVC, fue asesinado en la ciudad de México donde se
exilió por los amagos y el asedio de los esbirros de Javier Duarte.
Sabiendo cómo es, Gaby Rasgado está en riesgo
grave. Cuando Duarte ríe, el periodista muere.
Duarte y Cuitláhuac viven un idilio político.
Los flechó el caso Winckler, la embestida a Yunes, el asedio al fiscal, la
persecución, la red legaloide con órdenes de aprehensión que surgen de
denuncias ya juzgadas y desechadas.
Duarte delira por venganza. Cuitláhuac acata
y cumple el acuerdo, el amasiato con Duarte, el pago de votos, la operación
electoral, el duartismo convertido en pieza de Obrador, el asalto a la ley.
El móvil no es la justicia; el móvil es
político. El reto es cumplirle a Javier Duarte.
Y Cuitláhuac está a los pies del Guasón.
Archivo muerto
Entre la jauja y el jolgorio, dilapidando
dinero, va el alcalde Sergio Guzmán, mientras Agua Dulce se tiñe de rojo, se
multiplica el crimen, gobierna la delincuencia, impera la extorsión, se cimbra
la sociedad. Cruento, el fin de semana arrojó tres ejecutados, un taxista y dos
personas más, en el último municipio de Veracruz. Al taxista lo hallaron en su
unidad, el viernes 20, en la carretera a La Granja, colonia Díaz Ordaz, con un
balazo en la cabeza. A los otros sujetos, en el interior de un domicilio en la
colonia El Muelle. Suman ya siete taxistas ultimados en lo que va de 2019. Tres
semanas antes, el 28 de agosto, el propietario de una tornillería y su empleada
fueron abatidos por hombres armados en El Muelle, sumando con ello cuatro
decesos. Son ya 29 homicidios dolosos en el curso del año en aquel municipio.
Vive Agua Dulce una oleada de violencia, el poder de la delincuencia, la
sumisión de Sergio Guzmán Ricárdez, un improvisado y torpe alcalde, de
filiación morenista, que derrocha el erario en banalidades y calles mal
construidas, una nómina abultada donde mantiene, pese a lo que pregona el
presidente Andrés Manuel López Obrador, un insultante nepotismo, la parentela
cobrando simulando trabajar, una funcionaria que escandaliza con poses nudistas
en la red social Facebook, personal usado en construcciones particulares del
alcalde y su séquito, y viajes a Xalapa donde la secretaria no puede faltar. Un
día, sin confirmar el origen de la llamada, funcionarios del ámbito rural
proporcionaron los números telefónicos de agentes y subagentes municipales
presuntamente para recibir apoyos de programas de la Secretaría de Agricultura
y Desarrollo Rural, antes Sagarpa; horas después todos eran objeto de
extorsión. Alardea Sergio Guzmán de ir a domicilios de los hidrómilos, pese al
programa de audiencias públicas, a escuchar a la sociedad. Convoca a pastores
cristianos y les sugiere su apoyo para colmar sus ínfulas de ser legislador. O
sea, campaña adelantada con cargo al erario, con empleados municipales, pues es
sabida su obsesión de ser candidato a la diputación federal. Y mientras, los
cárteles mandan. Y los del CJNG presumen que en Agua Dulce tienen un aliado sin
par. Se ve que sí… Victorias pírricas —se gana la batalla y se pierde el
ejército— las de Edel Álvarez. Acota y margina a sus rivales por la presidencia
del Poder Judicial al tiempo que sus trapacerías le pasan factura. Christian
Mauricio Mendoza, juez enviado a Pánuco, municipio donde riñen los cárteles del
Golfo, del Noreste y Los Zetas, logró el amparo para revertir su designación.
Es el enésimo revés al magistrado voraz, luego que uno de sus pares, Jorge
Espinosa, y el juez Guillermo Vargas fueran reinstalados tras haber sido
pasados a retiro por edad. Edel es así, obsesivo y obcecado, tirano con los de
abajo y servil con los de arriba, desfondado por la edad, empantanado en el
tiempo, suponiendo que las villanías se perpetran con alevosía y las víctimas
las acatan sin chistar. A Raúl Pimentel Murrieta lo envió a una sala que le
impide aspirar a ser presidente del Poder Judicial y colocó a sus marionetas,
la Ribón, la Montelongo, la Maldonado, donde asegura los votos para su
reelección. Todo inventando la ley. Pero olvida que la memoria es terca. Edel
Álvarez imagina que al Dios Peje olvidó su compadrazgo con Roberto Madrazo
Pintado y que un día siendo alcalde de Coatzacoalcos, impidió que los
petroleros tabasqueños, encabezados por López Obrador, ingresaran a
Coatzacoalcos. Una cordón de policías se apostó a la entrada de la ciudad y los
envió a Minatitlán. Un chivo loco en cristalería es reposado frente a Edel
Álvarez en el tribunal… Y otra más del sacrosanto alcalde Carranza: adquirió el
ayuntamiento de Coatzacoalcos 280 computadoras. Su proveedor fue Foto Contino,
cuyo contrato ARB-LS-031/2019 ampara una operación con un costo de 5 millones
212 mil 320 pesos. Fue suscrito el 24 de junio de 2018 entre el gobierno local
y la representante legal de Foto Contino, Bertha Amalia Gómez León. Los 280
equipos de cómputo serían destinados a áreas administrativas y el tiempo de
entrega se fijó en 45 días naturales a parte del 24 de junio de 2019.
Teóricamente la operación se realizó. Sumar es algo sencillo, pero más que los
empleados suman, no hayan dónde están las 280 computadoras…