José Miguel Cobián| 25
abril de 2013
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Tribuna
Libre.- Un
caso típico de porque las ciudades no avanzan en nuestro país es la ciudad de
Córdoba, Ver. Me explico para mis lectores foráneos. En Córdoba hay un mercado municipal con más
de cincuenta años de antigüedad. Es insalubre, sucio, desordenado, y
desagradable a la vista, al oído, y al olfato, inseguro a partir de que
comienza a atardecer, y no tiene la mínima viabilidad a largo plazo.
En 2011 el actual gobernador de Veracruz,
ofreció que se construiría un nuevo mercado para Córdoba. En marzo 2013 se anunció con bombo y platillo
una inversión de 450 millones de pesos para construir un nuevo mercado, cuyo
proyecto y maqueta fue mostrado a líderes de las agrupaciones de locatarios y a
la población de Córdoba. Mercado
moderno, ventilado, eficiente en el consumo de electricidad y con
estacionamiento subterráneo, que incluye amplias áreas peatonales e incluso
crea nuevas áreas para los actuales ambulantes que se ubican en el exterior del
mercado actual. Puras ventajas, con una
desventaja, pues mientras se construye el nuevo, se tienen que reubicar a los
actuales locatarios en algún otro lado para que sigan trabajando. También a los locatarios se les otorgan las
garantías de que tendrán los mismos espacios que actualmente tienen y a nadie
le van a quitar su espacio en el mercado Revolución moderno que habría de
construirse.
Muchos locatarios poseen entre una y diez
islas. Algunos han llegado en los últimos años del estado de Puebla. A pesar de
que la ¨renta¨ por los locales ha sido históricamente baratísima (del orden de
un peso diario), muchos locatarios deben 20 años o más de renta. Un problema
más grave de los locatarios, es que entre ellos se han traspasado los locales,
sin mediación de autoridad alguna, de tal manera que quien hoy ocupa un local,
sólo tiene un documento firmado por el ocupante anterior, pero su situación no
está legalizada ante la autoridad municipal.
Incluso puestos de vendedores ambulantes, ubicados en el exterior del
mercado, han sido traspasados, (si la banqueta se traspasa) en cantidades que
rondan los cincuenta mil pesos.
Hoy, sabemos que se ha ofrecido una
remodelación en lugar de un mercado nuevo, esto debido a las presiones de los
locatarios, que no tienen su situación jurídica resuelta, y por comodidad del
gobierno del estado, que prefiere evitarse problemas e invertir ese dinero en
algún otro municipio de la entidad.
El gobernador hizo su anuncio en marzo 2013
engañado por quienes debían de conocer a fondo la problemática del mercado
revolución, y sobre todo, por quienes debían de haber consensuado previamente
con locatarios y comerciantes la construcción del nuevo mercado. Literalmente lo llevaron a Córdoba a hacer el
ridículo anunciando un proyecto que no podría llevarse a cabo por falta de
operación política y sobre todo por falta de autoridad.
Hoy
los ciudadanos de Córdoba ven como un proyecto que dignificaría su ciudad se
pierde ante la presión de algunos cuantos interesados, y el desinterés de los
funcionarios que deberían llevar a buen término el proyecto. Sin embargo, la sociedad cordobesa, los
presuntos ciudadanos que la habitan, están quietos y conformes, sin la mínima
exigencia ni participación para demandar que este proyecto se lleve a cabo.
En resumen, locatarios con intereses
particulares, que no pagan renta, y que disponen de un área pública como
propia. Gobierno local y responsable de la operación política, con un absoluto
desinterés en el proyecto, como si al ayuntamiento no le importara beneficiar a
la ciudad, o como si a alguien le conviniera que el mercado siga agonizando
lentamente, para beneficiar otras zonas comerciales de la ciudad. Un gobernador
del estado muy ocupado y rodeado de incapaces. Una ciudadanía a la cual lo que
se haga o deje de hacer en beneficio de la ciudad le resulta irrelevante.
Esta suma de personajes es una muestra de lo
que sucede en muchas ciudades del sureste de México, en dónde no hay ni
gobierno ni ciudadanos, sólo intereses particulares que impiden el desarrollo
de infraestructura en una ciudad.
