Héctor Yunes Landa | 02 diciembre de 2013
Tribuna Libre.- La administración pública sufre un déficit en la
confianza ciudadana. La mejor manera de recuperar esa confianza y legitimar las
acciones del gobierno es transparentando los procesos políticos -
administrativos.
Hoy en día, los ciudadanos ejercen y exigen sus
derechos, poniendo mayor énfasis en que se cumplan las obligaciones del
gobierno de modernizar, transparentar y erradicar vicios de antaño
en la administración pública.
En México existen avances significativos en materia
de transparencia gubernamental. Contamos con una Ley Federal de Transparencia y
Acceso a la Información Pública, con un transformado Instituto Federal de
Acceso a la Información y Protección de Datos, autónomo y con nuevas
facultades, así como una Ley Federal de Responsabilidades Administrativas de
los Servidores Públicos con exigencias específicas como la declaración
patrimonial, la rendición de cuentas, el no utilizar recursos públicos para
fines diversos a los establecidos en la ley.
La transparencia, sin embargo, va más allá del
cumplimiento de la ley. Ser transparente implica una actitud ante los
ciudadanos y ante la propia administración pública de hacer visibles nuestras
decisiones, los procesos y todas aquellas actividades que se relacionan directa
o indirectamente con nuestro encargo, comisión o actividad.
Entre los Senadores de la República prevalece la
convicción de tener un marco jurídico acorde a los estándares internacionales y
con la decisión de robustecer nuestras leyes con aspectos innovadores bajo una
perspectiva interdisciplinaria, contemplando nuestra realidad.
Soy un convencido que la transparencia
gubernamental debe llevarse a tal nivel, de tenerla en tiempo real en la
mayoría de los procesos y decisiones. Para ello, debemos apoyarnos en los
ciudadanos e impulsar más las contralorías sociales y la participación
ciudadana en los debates, acciones y procesos de la administración pública.
Si logramos integrar de manera correcta a los
ciudadanos a las responsabilidades político administrativas del país y, además,
hacemos visibles el ¿cuánto, cómo y cuándo se gasta?, estaremos en
posibilidades de recuperar la confianza ciudadana y mostrar que el servicio
público requiere no sólo de gente preparada, sino gente con vocación de
servicio, sensibilidad y empatía hacia sus conciudadanos.
La antipatía e intolerancia hacia la política o el
servicio público no beneficia en nada y trae consigo más contratiempos al
desarrollo de México, por eso debemos contribuir al ejercicio público
vigilando, dando seguimiento y denunciando; pero también, brindando
reconocimiento a quienes realizan con dignidad y honradez su encargo. Si
decimos lo que está mal, hay que reconocer también
lo que se hace bien.
Tw: @HectorYunes